MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La neoinquisición morenista

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La santa inquisición, no fue santa y sí fue una inquisición e imposición, es decir, "un tribunal para descubrir y castigar las faltas contra la fe o las doctrinas de la iglesia y para imponer a la religión cristiana.Surgió en el año 1184 en el Languedoc, al sur de Francia para castigar a los herejes, en ese momento representados por lo cátaros o albigenses, que mantenían diferencias con la iglesia católica por los privilegios, riqueza y disfrute de los bienes materiales que ésta obtenía por el cobro de los diezmos y oficios sacramentales, así como el cuestionamiento de la salvación del hombre a través de las indulgencias o el celibato de los curas.Los cátaros predicaban que Jesucristo había vivido con los pobres y que el ejemplo que había dado nada tenían que ver con las franquicias de que disfrutaba la curia cristiana.Al Papa Inocencio III, no le gustó para nada esta crítica, organizó la cruzada contra ellos y los aniquiló en el año 1209.

La experiencia de lo ocurrido en Francia, después fue retomada en 1249 en el reino de Aragón y en 1478 se implantó en toda España, posteriormente en Portugal, Roma, etc., sobre todo en aquellos lugares en los que la religión cristiana era predominante.Sin embargo, fue en España donde se alcanzaron los más altos grados de aplicación, refinamiento y rigurosidad en contra de quienes se consideraban herejes, homosexuales, brujos o simplemente de dudosos de ser creyentes fieles.

Lo que se relata sobre el enjuiciamiento de los acusados con la Santa Inquisición es intimidante, escandaloso y escalofriante.Bastaba con la mínima sospecha de que un individuo no creyera en el Dios cristiano para ser llevado o citado ante el Santo Oficio; otras veces bastaba con ser señalado (por algún denunciante anónimo) de sospechoso, para ser sometido a juicio.El citatorio o captura por la fuerza podía ser de día o de noche, allanando, incluso, su domicilio.De nada valía la resistencia o salir en defensa del acusado, esto solo servía para ser considerado cómplice, sometido también a juicio y aumentar el número de víctimas.Las cifras, controversiales, hablan de que solamente la inquisición española enjuició a casi 300,000 personas y llevó a la hoguera a 32,000.

Todo iniciaba con la sospecha, el señalamiento, incluso anónimo, de quien quisiera, abriéndose una investigación secreta sobre el individuo señalado, después de la cual se apoderaban del sujeto y se procedía a un interrogatorio sobre los datos personales y familiares, sus creencias religiosas, así como las preguntas de por qué se encontraba en esa situación.En estas circunstancias se le otorgaba la "gracia" de declararse culpable y de denunciar a sus cómplices.Si al ser interrogado, se negaba responder o persistía tres veces, en la misma respuesta, sobre la misma pregunta, se le consideraba "negativo" y entraba a proceso, el cual podía durar años, tiempo que el acusado permanecía incomunicado en cárceles secretas.

Aspecto medular de este proceso consistía en el apoderamiento de los bienes del sospechoso de herejía, y que, a final de cuentas, era el objetivo principal de su persecución.

Es evidente que un hombre solo, desamparado, ante un poder omnímodo, aplastante, ante jueces intimidantes, agresivos e implacables, sin saber cómo, por qué, de qué o quién lo acusaban, aislado en celdas frías, obscuras, en las que se perdía la noción del tiempo, sin alimentos, interrogado y cuestionado inmisericordemente sobre algo que desconocía, torturado con métodos exquisitamente pensados para provocar el máximo dolor, tales como: el "potro", "aplastacabezas y pulgares", la "doncella de hierro", el "empalamiento" y otros métodos realmente terribles y escalofriantes, podía aceptar, confesar e incriminar lo que se quisiera y a quien fuera.Tal era el terror que provocaba el Santo Oficio.

Exagerados o no los hechos, la memoria histórica recuerda lo anterior y han considerados tan escandalosos los crímenes a grado tal que, el Papa Juan Pablo II pidió perdón por los abusos cometidos por la Santa Inquisición en la Edad Media.

Todos podríamos pensar que todo esto es pasado, pero da la casualidad que ahora, en el México actual y en pleno siglo XXI, la 4T, desde el 9 de agosto del 2019, propuso, aprobó y decretó la Ley Nacional de Extinción de Dominio, en la cual se faculta al Estado a enajenar, intervenir y apropiarse los bienes que considere sospechosos, de supuesta procedencia ilícita.

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Entiéndase bien, solo por "sospechar".

Casi todos conocemos el principio de presunción de inocencia, mediante el cual se acepta que: todo individuo es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad, ahora, con esta ley, todo individuo es culpable hasta que no demuestre su inocencia.La situación se agrava porque, al considerarlo culpable se le priva de sus bienes dejándolo en la miseria y en total indefensión, ¿qué le parece? El burdo y criminal principio de "mátalos en caliente y después averiguas".

Y así con ese descaro, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) comandada por el Lic.Santiago Nieto, amparados en una ley abusiva y arbitraria, están atacando a sus enemigos políticos.En el caso del Movimiento Antorchista, cumpliendo las amenazas del presidente de México ha comenzado a ejecutarlas, usando la ley referida, congelando cuentas bancarias de varios negocios, totalmente lícitos, que tiene el Movimiento Antorchista y entre ellos, la cuenta del diputado federal antorchista, doctor Brasil Acosta Peña.

No sabemos la razón jurídica para hacerlo, pero, al estilo de la "Santa" Inquisición, han iniciado la persecución contra quienes hemos cometido la "herejía" de no creer en los discursos, sermones y promesas de la 4T y de su "Mesías", López Obrador.

Claro que hay diferencias entre la Santa Inquisición de la Edad Media y la Inquisidora UIF creada por Morena, pero el abuso faccioso del poder contra los débiles e indefensos es lo mismo, ¡mírese por donde se mire!

Señores de Morena, los antorchistas no creemos en ustedes, pero ni la pizca de una uña y no nos van a engañar, ustedes no son la "Esperanza de México", sino el terror, el bandidaje, la desvergüenza y el cinismo más descarado que hayamos conocido los mexicanos.

Ustedes han revivido y usan el neoinquicionismo para tratar de acabar con sus enemigos políticos, pero las arbitrariedades, abuso y represión que están cometiendo los hará perder el apoyo popular que habían logrado, ¡ya lo verán!

Y si no, al tiempo.

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