Morena y su máximo representante, Andrés Manuel López Obrador, prometieron un gobierno para combatir la corrupción y, además, con el objetivo primordial de “primero los pobres”. En torno al combate a la corrupción, es evidente que no se lleva a cabo respecto a personajes ligados a la 4T. Vayan tres ejemplos de la podredumbre en la que se ahogan López Obrador, su partido y su gobierno. El escándalo de su hermano Pío, recibiendo dinero en efectivo para su campaña presidencial, de manos de David León, quien había sido designado por el mandatario como zar anticorrupción para la distribución de medicamentos. El caso de Manuel Bartlett, a quien le descubrieron 23 residencias y 13 empresas con propiedades no denunciadas. Y el affaire de Irma Eréndira Sandoval, nombrada zarina anticorrupción, a quien le documentaron seis propiedades junto con su esposo, John Ackerman, convertido en vulgar propagandista del obradorismo. Los ingresos de esta pareja de afortunados morenistas, en los años que adquirieron las casas, antes de la llegada de Sandoval al gobierno, no alcanzaban para esas adquisiciones.
En lo que toca a determinar si ha sido cierto que “primero los pobres”, el gobierno morenista está totalmente reprobado: la cantidad de pobres y la pobreza han crecido y se han agudizado, incluso desde antes de la pandemia; muchos programas que beneficiaban a los más pobres, después de colgarles el sambenito de la corrupción, fueron clausurados, ocasionando graves problemas económicos a los otrora beneficiados, tales son los casos de la supresión del Seguro Popular, del programa de Prospera, de las guarderías infantiles, del apoyo para niños con cáncer, de los enfermos crónicos; el Ramo 23, en que se etiquetaban recursos para hacer obra pública como electrificaciones, aguas potables, drenajes, caminos, que iban mejorando un poco las condiciones de vida de los más empobrecidos, quedó fulminantemente eliminado; etc.
Como es del dominio público, hay numerosos gobiernos emanados de Morena o que se convirtieron al morenismo que han resultado un rotundo y estrepitoso fracaso. Tehuacán: su presidente municipal, electo al fragor de la ola morenista, está preso desde el 16 de noviembre de 2019 por abuso de autoridad y malversación de fondos, desde entonces el municipio está a la deriva; Ajalpan: Ignacio Salvador, presidente municipal en funciones (¿¡), electo bajo el cobijo del morenovallismo, después flamante apoyador de Miguel Barbosa, se encuentra prófugo de la justicia, desde hace más de un año, por posibles nexos con el crimen organizado, con una orden de aprehensión. Puebla: municipio “gobernado” por una asediada (por el gobernador) Claudia Rivera, ocupa uno de los peores lugares en su desempeño. Y ¿qué decir de nuestro Estado? ¡Una vergüenza para los poblanos! Contamos con el peor gobernador del país entero.
¿Y el partido de Morena? ¡Un desastre! Con “dirigentes” de nula preparación teórica, sin una concepción filosófica ni científica del mundo ni del país, que dirigen y gobiernan a sentimiento, con el hígado, como el propio López Obrador y su hijo putativo Miguel Barbosa; el “partido” de Morena no tiene una estructura nacional sólida, con arraigo popular, está compuesta por tribus fragmentadas, enfrentadas entre sí, que luchan con todo, pero para arrebatarse puestos y candidaturas. Un partido así está lejos, pero muy lejos de estar en condiciones de organizar y de concientizar a los pobres que dice representar; en consecuencia, Morena no tiene bases organizadas ni gente dispuesta a dar su vida por la transformación radical, a fondo, de la sociedad.
La explicación más de fondo del mal gobierno y peor partido de Morena, es que no se proponen realmente una transformación revolucionaria de la sociedad mexicana, ni siquiera un cambio del modelo económico neoliberal que dieron por muerto en el discurso, pero que está más vivo que nunca; solo gobiernan para reforzar el lado más salvaje y brutal del sistema capitalista: el neoliberalismo; y aún puede ser que ni cuenta se den de ello. El resultado de su gobierno solo favorece a los grandes potentados, que han acrecentado su fortuna a la sombra de Morena. Según la revista Forbes, el grupo de los 36 empresarios mexicanos más poderosos posee, en conjunto, 171 mil 490 millones de dólares. Estos 36 millonarios mexicanos tuvieron un aumento promedio superior al 20% en sus fortunas, en lo que va del 2021.
Y entonces, para lo que está haciendo López Obrador y los mandamases de Morena, no se ocupa de un verdadero partido de dirigentes con una clara concepción y alta capacidad filosófica, científica y política, con un profundo cariño por el pueblo humilde y trabajador, con un verdadero arraigo popular, partido compuesto por masas organizadas y concientizadas, dispuestas a vivir y a morir, junto con sus dirigentes, luchando por mejorar sus condiciones de vida, por el respeto a sus derechos constitucionales, pero, sobre todo, por alcanzar una nueva sociedad, una nueva patria fuerte y sólida económicamente, soberana e independiente, pero generosa con todos sus hijos. Morena es un partido bofo, en manos de líderes ignorantes, adoradores del poder por el poder mismo, arrogantes y vengativos, a modo con lo que representan.
Pero no todo está perdido. No tardando, del rojo crisol antorchista brotará el partido fuerte, unido, combativo y revolucionario que representará a los humildes de la patria. Al tiempo.
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