Pareciera que la sinrazón gobierna a México y que no hay poder humano que pueda orientar por un camino sensato los destinos de la nación; estamos viviendo una época de las más sangrientas de nuestra historia, de oscurantismo, opresión y desprecio al pueblo. Hoy, como en el Medievo, sufrimos gobernantes de horca y cuchillo, y un importante sector de la población, víctima de la propaganda y cantos de sirena de la 4T, padece un adormecimiento de su conciencia, que le impide orientarse correctamente en la situación política, y, en el extremo, la lleva incluso a aplaudir al opresor. Descartes señaló que “la razón es la única herramienta que tiene el hombre para encontrar la verdad de la cosas”. Y actualmente es de la razón, de la capacidad de pensar correctamente de la que se está privando a los mexicanos. En los hechos, la actual política gubernamental de cancelar los fideicomisos que estaban destinados al desarrollo de la ciencia y la investigación, el arte, la cultura y la técnica, frena el avance de todo el país (por ejemplo, pregúntemonos, por qué México no es capaz de desarrollar una vacuna contra la covid-19); también es oponerse al conocimiento y a que muchos acontecimientos sean divulgados; no dar recursos al arte y a la cultura demuestra precisamente la aversión del gobierno a la trasmisión y difusión de la cultura, es, dicho en una palabra, oscurantismo.
Y como sabemos, la base del oscurantismo es la defensa de pensamientos, posturas y acciones que van contra el progreso, y que son, incluso, contrarios a la razón; es lo retrógrado, ya que se niegan los avances y se impide la trasmisión y circulación del saber. Los filósofos de la Ilustración, en el siglo XVIII, utilizaron dicho término para referirse a los conservadores, a los enemigos del progreso y del conocimiento científico; precisamente “disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón” fue la base esencial de la Ilustración así como la abolición del régimen absolutista imperante.
Dejar sin presupuesto a la investigación, a la ciencia y la cultura en general, impidiendo con ello su desarrollo, ¿no es acaso oscurantismo en pleno siglo XXI? O bien, privar de educación a millones de niños y de jóvenes, ¿no es ir contra el progreso y la educación y así impedir tener un pueblo culto con capacidad de discernir? Declarar a secas que el hecho de que en el ciclo escolar 2019-2020 hayan abandonado la escuela al menos 2.8 millones de niños y jóvenes, es culpa de la pandemia (contabilizan sólo a los que se dieron de baja, pero no aquellos que “virtualmente” deben tomar clases, pero que están imposibilitados para hacerlo al no contar con las herramientas necesarias como internet, computadora o los recursos para adquirirlos); decirlo así, sin más razones y sin escudriñar si hubo o hay otras alternativas para que esto no sucediera, es simplemente un lavado de manos del gobierno y, su inacción, una evidencia clara de que no le importa que los mexicanos se eduquen; así, sin educación, imposibilitados de pensar correctamente, tiene el gobierno y su clase representada en el poder, asegurado por un porcentaje importante de la población, sumisión y “lealtad”, y, gracias a las dádivas económicas, garantizado el voto en próximas elecciones.
Sin la posibilidad de pensar correctamente, es decir, de buscar las causas profundas de los fenómenos sociales y naturales, muchos ciudadanos ven solamente que es el Covid-19 el que ha matado a miles de mexicanos; no advierten que, además del coronavirus, el responsable es también el gobierno, por su inacción, por su incapacidad para contener la pandemia, por su apatía y actitud criminal al no dotar de el equipo médico necesario a hospitales y a su personal; por negarse a proporcionar gratuitamente las pruebas médicas necesarias para detectar el virus y poder romper las cadenas de contagios, y por negarse a ayudar a la población para que se confine, proporcionándole el apoyo necesario, todo esto mientras se derrocha dinero en proyectos “emblema” que de nada servirán a la inmensa mayoría de los mexicanos. Y los muertos por la violencia se cuentan también por miles: 37,315 en 2019 y, de acuerdo con las cifras del propio gobierno (SENSP), 2020 con no menos de 40,863 asesinatos dolosos.
También debemos contar dentro de las acciones que hablan de un gobierno retrógrado, la tozudez aparente, pero que tiene abajo, en el fondo, como verdadera razón, fuertes compromisos e intereses económicos; el hecho de que en lugar de optar por energías limpias ahora se ponga como la “mejor opción” al carbón, en perjuicio, nuevamente, de la salud y la vida de millones de personas y del medio ambiente, contraviniendo todo criterio científico. Además de estos hechos, como lo sabe la opinión pública y sobre todo los miles de afectados, la censura, la persecución y la imposición constituyen el modus operandi del gobierno de la 4T.
Pero así como la Ilustración jugó su papel para superar el oscurantismo y contribuyó a la Revolución Francesa, los intelectuales progresistas están llamados a salir de su zona de confort para ayudar a educar al pueblo; a contribuir poniendo sus conocimientos al servicio de quienes producen la riqueza nacional; a divulgar el conocimiento y transmitirlo con el objetivo de superar esta trágica etapa de oscurantismo que nubla a la nación entera. Eduquemos y organicemos, organicemos y eduquemos a nuestros semejantes. La oscuridad permanece mientras la antorcha encendida llega a iluminar el sendero de los pobres. Llegará.
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