La gran mayoría de los mexicanos vivimos tiempos difíciles ocasionados por varios fenómenos, unos de carácter social y otros por la naturaleza, como consecuencia del deterioro que sufre el planeta a causa de la alteración del clima y contaminación provocado por la acción desmedida de la humanidad. Ambos fenómenos tienen una estrecha relación: los primeros, los de carácter social, a medida que avanza el tiempo se van convirtiendo en un fenómeno difícil de ocultar; sobre los segundos (los de carácter natural) el hombre a un no es capaz de detenerlos. La gran desigualdad social que existe en nuestro país y en el mundo entero ha llegado a niveles insospechados; por un lado, la gran concentración de la riqueza social mundial en un puñado de familias, por el otro, millones de seres humanos que generan esa riqueza, pero, paradójicamente viven en la más grande miseria, carentes de lo más elemental para la vida, que son los alimentos, sin mencionar la falta de vivienda, educación, salud, etc. Carencias que son provocadas por el modelo económico que impera en los países que dominan al mundo en el terreno de la economía y desde luego los que están sujetos a éste, están sufriendo las consecuencias de la enorme diferencia social. La actual crisis económica es resultado de esa ambición por querer controlar la economía mundial, la falta de alimentos en algunos países, según opiniones de algunos analistas, se debe al conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, principales productores y exportadores de granos, pero no explican que Ucrania es solo la punta de lanza o el trampolín de los países poderosos, miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para apoderarse del territorio ruso y tener bajo control su economía, apoderarse del poder armamentista de este gran país y dominar los grandes recursos naturales que posee. Rusia sólo se defiende de esta embestida del imperio capitalista.
La crisis del hambre es tan real y que pone en peligro a la humanidad entera, al grado que varios organismos internacionales como la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo del Banco Mundial (GBM), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyos líderes y directores han dado un grito de alerta; se han unido para exigir a los países a que tomen medidas urgentes para enfrentar la crisis alimentaria. Según el director del Programa Mundial de Alimentos (PMA), en junio del 2022, el número de personas en el mundo que padecía inseguridad alimentaria aguda, cuyo acceso a los alimentos a corto plazo se ha visto restringido a tal punto de que sus vidas y medios de subsistencia están en peligro, aumento a 345 millones en 82 países. En una declaración conjunta, estos organismos mencionaron que 25 países han reaccionado al aumento de los precios de los alimentos mediante la adopción de restricciones que afectan a más del 8% del comercio mundial de alimentos, mencionaron también que el cambio climático está afectando estructuralmente la productividad agrícola en muchos países. Estos organismos concluyeron haciendo la siguiente recomendación: “se requiere acciones a corto y largo plazo en cuatro áreas clave; brindar apoyo inmediato a los vulnerables, facilitar el comercio y el suministro internacional de alimentos, impulsar la producción e invertir en una agricultura resistente al clima.
El asunto es tan grave que según la Organización de Naciones Unidas (ONU) la falta de alimentos afectará a todos los países del mundo, debido al aumento generalizado de los precios de la energía y por las condiciones fuera de control del hombre, como el cambio climático, la sequía, la lluvia y otros factores que pueden afectar las cosechas. La consecuencia es el aumento de los precios de los alimentos, que, en relación con el 2020, en febrero de 2022 han alcanzado un máximo histórico; al grado que el trigo y la cebada aumentaron en un 31%, el aceite comestible tuvo un alza del 60%. Según los economistas, este fuerte aumento de los precios de niveles nunca vistos, afectará también los presupuestos gubernamentales y provocará problemas de hambre en el mundo entero. La FAO afirma que este año los países del mundo gastarán 1.8 billones de dólares en las importaciones de alimentos que necesitan, al mismo tiempo, a causa del aumento de precios comprarán, incluso, menos alimentos que el año pasado.
En México se juntan ambos fenómenos, por un lado la sequía elevará los precios de los alimentos; según la Comisión Nacional del Agua (Conagua) este fenómeno afecta a casi la mitad del territorio nacional, y a una décima parte del territorio agrícola, lo que pone en riesgo la producción agrícola; por otro lado en el sur del país, hasta ahora las lluvias son buenas, favorecen el cultivo de maíz que se practica principalmente para el autoconsumo, sin embargo, los pequeños productores enfrentan serias dificultades para producir, porque el gobierno de la 4T eliminó los programas que les ayudaban con insumos para su labor. Esta desatención provoca falta de fertilizante, semilla mejorada y líquidos para el combate de plagas y enfermedades. Por otro lado, continúa la nula inversión en infraestructura, y el incremento de precios en los combustibles está provocando dificultades en la producción de alimentos, al grado que, según la Conagua, que en este ciclo agrícola se han dejado 1.8 millones de hectáreas sin sembrar. En el sector ganadero la situación es similar.
Nos espera una inflación aún mayor en los próximos meses. Porque seguirá la importación de granos para compensar la baja producción agrícola; los planes de la 4T de alcanzar la soberanía alimentaria y contener la inflación a través de la siembra generalizada de alimentos para el autoconsumo resulta y resultará una ocurrencia más, que no superará los gobiernos pasados, quienes también contribuyeron al deterioro de la producción agropecuaria. Es necesario que los campesinos empecemos a pensar en medidas contundentes que puedan aliviar en el futuro la necesidad de alimentos. El territorio agrícola de México, fraccionado hoy en millones de pequeñas fracciones de tierra, debe convertirse en una gigantesca unidad productiva dotada de capital suficiente, de maquinaria moderna, de científicos del campo comprometidos en un proyecto productivo social trascendental, trabajada también por una colosal fuerza campesina, organizada y educada, para evitar atropellos en la distribución de la futura producción. Trabajar todos para el bien de todos, es el futuro de los campesinos mexicanos.
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