MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Mazahuas echan a Morena de San Felipe del Progreso

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Aunque desaparecido por decreto por el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, el neoliberalismo; es decir, el sistema capitalista en su forma más desarrollada, cruel e inhumana, ha ocasionado en nuestro país graves problemas sociales que ninguna de las autoridades federales de los últimos tiempos ha combatido con buenos resultados. Falta de crecimiento económico, creciente desempleo, carencia de agua potable, energía eléctrica, drenaje, vivienda digna, acceso a la educación, migración de fuerza de trabajo, incremento de la delincuencia y la inseguridad son sólo algunos de los problemas que aquejan a la gran mayoría de mexicanos.

En este escenario hace su aparición el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), fundado por López Obrador, con un machacón discurso contra la corrupción y prometiendo mejoras bastante atractivas para el pueblo, con el cual logró su objetivo de ganar las elecciones 2018. Pero, al hacer un balance en la mitad de su gestión, no encuentro avance alguno en lo prometido. Por el contrario, han crecido la delincuencia, la inseguridad, los feminicidios y, sobre todo, la pobreza. Y qué decir de cosas como la venta del avión presidencial, que no se vendió, o la reducción en el precio de la gasolina que realmente han convertido a México en el hazmerreír del mundo.

La aparición de la covid-19 y el poco acierto del Gobierno federal morenista para enfrentar la pandemia: desde que no tomó las medidas preventivas en cuanto tuvo conocimiento de la existencia del virus hasta decidir un regreso a clases de manera presencial sin haber vacunado a la mayoría de la población ni garantizar las medidas sanitarias imprescindibles para evitar el contagio. La covid-19 solo vino a comprobar que a Morena no le interesa procurar el beneficio de la población.

Y lo que sucede a nivel federal se replica en todo el territorio nacional y en todos los niveles de gobierno. Un ejemplo claro de ello lo constituye el municipio de San Felipe del Progreso, Estado de México. 

Aprovechando el impulso de la ola López Obrador en 2018, Alejandro Tenorio Esquivel, llegó a la presidencia municipal de San Felipe del Progreso, morenista de reciente cuño, pobre de trayectoria política, pero de grande ambición. Así, siguiendo el ejemplo lopezobradorista, nunca escuchó las demandas ni atendió las necesidades de la gente del municipio, en cuanto a infraestructura urbana. Servicios como agua potable suficiente y regular, electrificación o introducción de drenaje, fueron olvidadas por el actual Ayuntamiento. Bajo el argumento de que los delegados municipales eran los únicos que podían solicitar las obras, ni siquiera se dignó a recibir comisiones de ciudadanos que solicitaban audiencia para exponer sus peticiones. Por eso, a nadie sorprendió la evaluación reprobatoria que los habitantes de este municipio, mayoritariamente indígena, manifestaron en las pasadas elecciones del 6 de junio, quitando el gobierno municipal a Morena.

Contraste importantísimo lo constituye otro municipio mexiquense, el cual, de ser un gigantesco basurero donde el atraso social y la delincuencia campeaban, se convirtió en ejemplo y modelo de desarrollo y bienestar para la mayoría de la población y el oriente mexiquense: Chimalhuacán: el 90% de sus habitantes tiene cubierta su necesidad de agua potable, energía eléctrica y drenaje, sus principales avenidas y la mayoría de sus calles pavimentadas, cuentan con servicio regular y de calidad en lo que a salud se refiere, existen 6 opciones de nivel superior en el terreno educativo, disfrutan de  espacios recreativos incluyendo un lago artificial e instalaciones deportivas, entre ellas albercas olímpicas y estadios profesionales que han permitido  la formación de atletas que participaron en las recientes olimpiadas, el auditorio Acolmixtli y un planetario, que es el más grande en  Latinoamérica, un aviario, el Mexibús que brinda un transporte seguro, barato y eficiente, entre otras pruebas de progreso que lo ubican como una ciudad de mundo, cuya grandeza la representa su obra cumbre: El Guerrero Chimalli, símbolo de la fuerza de los hacedores de escudos.

En Chimalhuacán electoralmente ganó Morena, pero no fue por mostrarle a los chimalhuacanos un ejemplo de trabajo social con excelentes resultados o un proyecto de municipio superior al del Nuevo Chimalhuacán, sino que, valiéndose del manejo chantajista de programas federales, la dádiva vergonzante, la promesa demagógica y la vil mentira, logró levantarse con la victoria. Y aunque todavía no toma posesión del poder municipal su actitud intolerante y retrógrada hacia sus opositores antorchistas, y con especial saña contra el líder histórico del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román Bojórquez, sólo anuncian que se utilizará el poder no para buscar el desarrollo y bienestar de los habitantes del municipio, ni siquiera para conservar lo que logrado hasta el día de hoy, sino para lucrar con el municipio, por lo que se puede augurar una verdadera tragedia para los chimalhuacanos. Y nadie se asombre si con Morena en la presidencia municipal de Chimalhuacán florece la corrupción, la represión política, el nepotismo descarado o se desborda la delincuencia (los hechos han demostrado que la política de “abrazos, no balazos” no funciona). Sólo entonces quienes votaron por Morena se convencerán que, en realidad no votaron por la esperanza sino por la desgracia.

Por ello, lo hecho por los mazahuas de San Felipe del Progreso de echar al bote de la basura a Morena y su presidente municipal, marca la pauta a seguir por los habitantes de Chimalhuacán y de todo México: rechazar a quien con engaños, demagogia y amenazas busca el poder para beneficio propio y no de los más necesitados. Sobre todo, cuando se pretende destruir lo más importante y necesario para el pueblo actualmente: su organización política.

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