Recientemente, en un mitin con sus seguidores en Ohio, el ex presidente estadounidense Donald Trump narró un episodio en el que afirma haber “doblado” al gobierno de México al obligarlo a enviar 28 mil soldados mexicanos a las fronteras de nuestro país, para impedir el paso de migrantes provenientes de Centroamérica y otras partes del mundo. En tono festivo, el ex presidente estadounidense dijo que nunca había visto a nadie “doblarse” tan fácilmente ante él como lo hizo el enviado del presidente López Obrador cuando Trump amagó con cobrar elevados aranceles a las mercancías provenientes de México que se venden en EE. UU. si no accedían a su exigencia.
Al igual que en otros muchos asuntos, el presidente López Obrador evadió dar explicaciones y alternativas reales sobre la preocupante realidad que exhibe ese episodio, y las sustituyó por frases y ocurrencias, como eso de que México no será piñata de nadie y que llamará a millones de latinos residentes en EE. UU. a votar en contra del partido o candidato que maltrate a México (lo cual seguramente dobló de risa a los políticos gringos), no sin antes decir en tono conciliador y justificante que “así es él”, refiriéndose a Trump.
No podemos saber si el diálogo narrado por Trump ocurrió exactamente como lo dijo en el mitin, pero de lo que no hay duda es que el resultado final buscado por el estadounidense sí ocurrió. Recordemos que públicamente amenazó con elevar aranceles a las exportaciones mexicanas si no se frenaba el flujo migratorio: “El 10 de junio, EE.UU. impondrá un arancel del 5% a todas las importaciones que lleguen desde México, hasta que los inmigrantes ilegales dejen de llegar a nuestro país” a través de esta frontera, ha anunciado por Twitter el presidente Donald Trump. El arancel “aumentará gradualmente hasta que se remedie el problema de la inmigración”, publicó el diario La Vanguardia, el 31 de mayo del 2019. Y también es cierto que López Obrador envío miles de elementos a impedir el paso de migrantes que intentan cruzar nuestro país para llegar a Estados Unidos: “Guardia Nacional ha desplegado 21,000 elementos para contener la migración a Estados Unidos”, cabeceó una nota el diario El Economista, en julio de ese mismo año. La presión de Trump, independientemente de cómo la haya formulado, logró que AMLO convirtiera a la Guardia Nacional en un muro casi infranqueable para frenar a cientos de miles de personas que huyen de la pobreza y la violencia en sus respectivos países y se olvidara de la solidaridad que les ofreció en campaña. Nada de esto quiso recordar López Obrador, y prefirió decir que Trump “le cae bien”.
Este episodio debió volver a a poner en la discusión nacional el tema de la profunda dependencia de México respecto a Estados Unidos, misma que no va desaparecer con discursos, vaciladas y poses falsamente radicales del presidente, sino que requiere un gobierno audaz, inteligente y con gran apoyo popular, que ponga en práctica un amplio plan de desarrollo económico, científico y cultural de nuestro país para ponerlo al nivel de nuestro vecino y de otras potencias del mundo, nada de lo cual está en los planes del actual gobierno, que no solamente no trabaja en disminuir la dependencia y el atraso económico que padecemos sino que festina como un gran logro que México no sucumba económicamente gracias a las remesas enviadas por los paisanos que han tenido que irse a trabajar a Estados Unidos y que al finalizar el 2021 habían logrado un récord de 51,594 millones de dólares.
Pero la dependencia económica no está radicada solamente en las remesas obtenidas con el esforzado trabajo de millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, sino que abarca otros aspectos cruciales. Por ejemplo, las exportaciones, 80% de las cuales va a Estados Unidos que las usa cuando quiere para presionar. También somos altamente dependientes en lo que compramos: para la generación de electricidad el país depende en un porcentaje muy elevado del gas natural comprado a Estados Unidos: “Mientras que en 2000 se generaba casi el 20% de la electricidad con gas natural, para 2020 esa cifra se triplicó. Y la importación del combustible pasó en ese periodo del 51% a casi el 80% el año pasado” (bbc.com, febrero de 2021). ¿Y las gasolinas? “México importa cerca de 70% de su consumo de gasolinas y, de este monto, casi 90% proviene de Estados Unidos, que cuenta con la región más competitiva de refinación en el mundo” (bardhal.com.mx). Y si hablamos de dependencia alimenticia, muy dolorosa y que torna altamente vulnerable a cualquier país, resulta que tenemos que importar gran cantidad de alimentos, la mayoría de los Estados Unidos: “La crisis e ineficacia productiva del sector se aprecia, de entrada, en la creciente importación de alimentos. Solo a título de ejemplo, entre 2006 y 2020 pasamos de importar el 70.6% del arroz al 83.3; del 54 al 61% del trigo; de 26 a 39% del maíz (CNA). Somos el centro de origen del maíz y, paradójicamente, el primer importador mundial (CNA): en 2020 un récord de 18 millones de toneladas. El año pasado el valor de las importaciones agroalimentarias fue de 26 mil 744 millones de dólares” (página de Facebook del investigador y académico Abel Pérez Zamorano).
Son solo unos ejemplos de la dependencia económica creciente, que se alimenta del subdesarrollo científico y tecnológico así como de un sistema educativo sometido a ocurrencias e intentos de grosera manipulación a favor de la 4T, a lo que debe agregarse una creciente debilidad militar por la ocupación indiscriminada de soldados en tareas que no son de su competencia, que debilitan su moral, los corrompen y minan su capacidad de combate, y genera y se alimenta al mismo tiempo de un escenario dantesco de feminicidios, homicidios, secuestros y dominio paulatino del territorio por grupos delincuenciales. Ese es el país gobernado ahora por un grupo de políticos de antaño, que prometieron “volverse nuevos” y transformar positivamente al país, pero que cada vez lo hacen más trizas y lo vuelven más frágil y dependiente. Por eso, ante una embestida de cualquier índole, el país está indefenso; por eso ante un ataque artero, como el del mitin en Ohio, el presidente sólo acierta a decir que “así es” su amigo Trump. Por esta y otras razones, ya nadie debiera votar por ellos.
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