En México y en el mundo, es muy tradicional que el 10 de mayo se ocupe para reconocer el esfuerzo de las madres que realizan, día con día, para asegurar el futuro de sus hijas e hijos; esta fecha provoca en todos nosotros los sentimientos más auténticos de cariño, ternura y agradecimiento en el corazón.
Sin embargo, aún sea muy espacial este día por la mayoría de las familias mexicanas, no se pueden suprimir, ni olvidar voluntariamente, ni siquiera en estas fechas las duras realidades de la vida que tienen que enfrentar y que padecen nuestras madres mexicanas por culpa del sistema capitalista que rige en la actualidad, en el que las mamás obligadas por él, se encuentran en condiciones de pobreza y desigualdad; por lo tanto, las mamás no solo son un pilar fundamental en sus familias, sino que, además, siguen su lucha por ganar más espacios laborales en México.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el país residen actualmente 48.6 millones de mujeres de 15 años y más, de las cuales 35.2 millones son madres, el 72.4 por ciento.
En cuanto a madres trabajadoras, hay 15 millones 785 mil en el país, que representan 72.9 por ciento de la población femenina económicamente activa en el país y de estas madres trabajadoras el 98 por ciento reciben un salario que no alcanza para lograr el desarrollo familiar y personal, que en muchos casos raya en la miseria, la realidad de las madres mexicanas es que viven a su suerte, con unos cuantos pesos al día, cuando el propio Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) advierte en sus datos, que una familia necesita más de 21 mil 500 pesos mensuales para superar la pobreza por ingresos, sin embargo este salario, según los datos estadísticos solo lo reciben el dos por ciento de las madres trabajadoras en México y son las únicas que pueden alcanzar un nivel de bienestar.
Esto es alarmante, refleja que también las madres son uno de los grupos sociales más afectados por la pobreza y desigualdad social que vivimos, son las que tienen mayores probabilidades de padecerla y de sufrir las consecuencias que trascienden e influyen en la calidad de vida de sus hijos, y contribuyen a la reproducción generacional con sus hijos, sus nietos y sus descendientes.
Otro dato del Inegi, que llama la atención, es que más de 8.2 millones de hogares en México son liderados por madres solteras y casi la mitad de estos (45.9 por ciento) se encuentran en condición de pobreza, y la tendencia va en aumento, cada vez son más las mujeres que, por diversas circunstancias, enfrentan la crianza de sus hijos sin el apoyo de un padre; casi en la mayoría de los casos, las madres solteras no reciben sostén económico del padre, por lo que es imprescindible que la madre busque el sustento para ella y sus hijos, estas mamás tienen en promedio cuatro veces más probabilidades de vivir en hogares más vulnerables, la precariedad de los hogares con madres solteras apunta a que el cinco por ciento tiene piso de tierra, el uno por ciento carece de luz y un nueve por ciento no tiene agua entubada.
Las madres solteras deben salir a trabajar y se enfrentan al dilema de que, para llegar a su empleo, deben viajar como mínimo tres horas, reciben un salario exiguo y se ven en la necesidad de dejar a sus hijos al cuidado de terceros, por lo que los niños tienen nulas o pocas oportunidades de recibir una educación de calidad, o de un espacio seguro donde cuiden a sus hijos, como las estancias infantiles que quitó el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, sin dar alguna otra alternativa.
Otra dura realidad histórica y con muchas desventajas son las que viven las madres campesinas; quienes son las que reciben menores ingresos, que cumplen jornadas de trabajo más largas, que tienen menores oportunidades de posesión y tenencia de la tierra, además de que es más limitada su participación en la toma de decisiones sobre sus bienes, las madres campesinas las que sufren mayor explotación y discriminación, pero ellas, al final hacen todo lo posible por alimentar y sacar adelante a sus hijos y a sus familias.
Por otra parte, a raíz de la pandemia y la mala política de salud aplicada por el gobierno de Morena, una cantidad importante de mujeres se han visto obligadas a dejar sus empleos, pues el Inegi estima que al menos 1.7 millones de mujeres dejaron de trabajar al perder su trabajo durante 2020 y ahora las vemos en el empleo informal.
Hoy ante la necesidad y desigualdad hay más madres trabajando. La maternidad en estos tiempo no solo confiere a la mujer la responsabilidad de crianza, sino el duro papel que juegan en esta sociedad capitalista ansiosa por el hambre de ganancia, que las obligan ser explotadas, marginadas, abandonadas, inmersas en una vida donde el futuro de las madres mexicanas no está garantizada ni para ellas y menos para sus hijos; no hay educación, no hay salud, no tienen vivienda, sus salarios son de hambre, donde el crimen organizado les arranca a los hijos para enfilarlos a ser sicarios o a consumir drogas, y en un sistema donde lo único característica y las identifica como madres trabajadoras del capitalismo, es el cansancio.
Ser madres en estos tiempos trae por añadidura el sacrificio de la tarea en sí, pero también la angustia de vivir en un dilema existencial, conformarnos con lo que podamos ofrecerles a nuestros hijos, u obligarlos (de cierta manera) a que prescindan de nuestra presencia para salir a trabajar y darles mejor vida. Los resultados de este nuevo tipo de crianza materna, por las obligaciones laborales de las madres, los estamos y estaremos viendo en los tiempos que vienen; si no cambiamos a la estructura social que nos domina.
Los homenajes oficiales del 10 de mayo son un sustituto barato de la verdadera justicia social a que tienen derecho las madres de esta patria. El homenaje para las madres debe ser toda la vida; cuando las madres se encuentren en una situación económica y social que les permita llevar una vida digna, desahogada, sin apremios y carencias de todo tipo que les impidan enfrentar la problemática diaria de sus hijos, de su familia.
Vaya todo mi reconocimiento y admiración para todas las madres trabajadoras, que son un símbolo de fortaleza, el Movimiento Antorchista desea en este día y siempre un mundo mejor para ustedes y para sus hijos: a todas las madres campesinas, las obreras, o esposas de obreros, las trabajadoras o esposas de trabajadores, a todas aquellas que se debaten en una situación de miseria, de insuficiencia de recursos, de desamparo social, las cuales invitamos a seguir trabajado, luchando, a seguir organizados hasta lograr construir juntos una sociedad más justa, más equitativa.
En México urge resolver los problemas de fondo y para conseguirlo debemos tomar el poder los más humildes, los más conscientes y allí deben estar las madres de México.
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