Uno de los actos más destacados de la celebración del aniversario de la Independencia de México, es la ceremonia del grito, que se lleva a cabo durante la noche del 15 de septiembre, por parte del presidente en turno, quien ondea la bandera nacional y repica la que supuestamente es la campana que tañó don Miguel Hidalgo, en Dolores, cuando convocó a los mexicanos a luchar por su independencia de España.
En este año, tal como en muchos años anteriores lo hacían otros presidentes, Andrés Manuel López Obrador, le quiso dar su sello personal al grito, arengando a los mexicanos convocados y trasladados al zócalo, con algunos de los temas y personajes que le son más cercanos y relevantes. Comparto ahora algunas reflexiones personales acerca de los vivas y los mueran que le importaron al presidente.
Después del consabido llamado de atención "¡Mexicanas, Mexicanos!”, vino el “¡Viva la Independencia!”. Todos los mexicanos, pero sobre todo las clases trabajadoras del país, deben estar plenamente conscientes de que, aunque la independencia les emocione y llene de orgullo, nuestra patria no es independiente. Es dependiente, muy dependiente y, no sólo eso, es oprimida. Los hechos que convalidan tal afirmación son miles, pero sólo pensemos ahora en que millones de familias están destrozadas y sus miembros más jóvenes viven para siempre sin el jefe de la familia porque aquí no hay empleos bien pagados ni suficientes y se tienen que marchar al extranjero y no volverán en un mes ni en un año, algunos no volverán jamás.
Nuestro país será independiente, el día soñado por muchas criaturas y jóvenes, en el que se reunifique para siempre la familia mexicana.
“¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla!”. Don Miguel Hidalgo tuvo el gran mérito de haber sido el primer mexicano que tuvo éxito al convocar a los mexicanos a luchar para sacudirse el yugo español. Importa saber y registrar el hecho de que lo siguió el pueblo más pobre y oprimido del centro del país y, sobre todo, que fue el pueblo unido y combatiente el que tomó y ocupó la Alhóndiga de Granaditas, una fortaleza impresionante en donde se refugiaron los españoles más ricos de la ciudad más rica después de la gran ciudad de México y que fue ese pueblo pobre, harto de injusticias, el que volvió a vencer al ejército español en el Monte de las Cruces. Con Hidalgo al frente, el pueblo se hizo protagonista de su destino.
“¡Viva José María Morelos y Pavón!”. Sí, viva. Viva el Morelos que nació en la caballeriza de una casa rica en el centro de Morelia en donde trabajaba su madre, el Morelos de Cuautla y otras victorias seguido del pueblo y, viva el Morelos de la Constitución de Apatzingán, en la que ya se rebasaba la simple independencia y se preconizaba la república, la división de poderes y la democracia, conquistas sociales que están seriamente amenazadas en los días que corren en los que todo se quiere hacer depender de un hombre supuestamente excepcional.
“¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!”, pero porque no sólo fue conspiradora en 1810, también fue enemiga de la dictadura personificada en el Primer Imperio por Agustín de Iturbide, como lo demostró cuando la esposa, Ana María Huarte, la invitó a ser dama de su corte y doña Josefa Ortíz, la rechazó tajantemente. Como el pueblo de México, no soportaba el absolutismo y las cabezas coronadas y la de Agustín de Iturbide, sólo duró ocho meses.
“¡Viva Ignacio Allende!”. Es decir, el intrépido militar que instó a don Miguel Hidalgo a marchar sobre la ciudad de México al frente del pueblo victorioso después de la batalla del Monte de las Cruces. Muy seguramente la capital de la Nueva España habría caído.
“¡Viva Leona Vicario!”. Fue heroína de la Independencia, tuvo muchas cualidades, fue una intelectual, fue periodista, contribuyó al financiamiento de la guerra con su fortuna, fue mensajera y espía, fue víctima de la represión, estuvo presa. Mujer audaz, valiente, comprometida. Creo que fue un modelo de mujer de su época y de la nuestra. No veo congruencia en gritarle vivas y no atender y respaldar a las feministas de ahora que pugnan por mayor respeto y derechos para la mujer.
“¡Viva Vicente Guerrero!”. Después de la muerte de José María Morelos, mantuvo durante años viva la llama de la rebelión de independencia en el sur del país con sus puntos alzados. Tampoco encuentro congruencia entre que se le haga homenaje, pero el estado que lleva su apellido se encuentre entre los más pobres, sufridos y violentos del país y en el que, con el peso del poder presidencial y costosa propaganda, se le haya impuesto a un gobernante para pagar compromisos políticos.
“¡Vivan los héroes anónimos!”. No dijo que sólo los de la guerra de independencia. Y hay muchos. Todos del pueblo. Pienso ahora en los millones que han trabajado y luchado durante muchos años, con el derecho constitucional de organizarse y han contribuido poderosamente al progreso de miles de comunidades urbanas y rurales de las que nadie se ocupaba, y de esa forma han conquistado obras y servicios que las transformaron para siempre (mismas que ahora niega la autoridad) y que soportan a pie firme, enteros y valientes, una intensa guerra represiva de insultos y calumnias desde las más altas esferas del poder.
“¡Viva la libertad!”. ¿Libertad de qué? Si vivimos en plena época de la esclavitud asalariada en la que los millones de mexicanos que no tienen medios de producción están obligados, bajo pena de muerte, a vender a un precio irrisorio su fuerza de trabajo que es lo único que poseen y, en los hechos, su defensa, está penada.
“¡Viva la igualdad!”. Sí, que viva, pero no hay. “Los siete principales grupos financieros sumaron ganancias por 106 mil millones de pesos por sus operaciones en la primera mitad del año, de acuerdo con sus resultados financieros publicados la semana pasada”, informó el diario La Jornada el pasado 2 de agosto. Mientras que, en el otro lado de la igualdad, “en 2020 se encontraba en pobreza multidimensional 43.9 por ciento de la población, 55.7 millones de personas, y en extrema 8.5 por ciento, equivalente a 10.9 millones de personas”, escribió el 22 de febrero de este año la investigadora Valeria Moy.
“¡Viva la justicia!”, pero si es sabido que las cárceles están llenas de pobres, que la pavorosa cantidad de homicidios acumulados en el país, no se compara ni de lejos con los procesados y menos aún con los sentenciados. Y todavía, después de ocho años, los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa asesinados, siguen caminado por las calles de México clamando justicia. ¿Cuál justicia, pues?
“¡Viva la democracia!”. Este grito está muy cerca de la demagogia cuando el propio López Obrador se encarga personalmente de afamar a tres posibles candidatos a sucederlo y éstos recorren el país usando los recursos públicos.
“¡Viva nuestra soberanía!”. Pero ya van varias veces que se sabe que con visitas aquí o con entrevistas allá, Estados Unidos (EE. UU.) logra que se cambien decisiones supuestamente soberanas. Hablando sólo del sexenio que corre.
“¡Viva la fraternidad universal!” y “¡Viva la paz!”. Rindamonos a las evidencias, nuestro país no tiene el peso económico ni militar para contribuir ni a la fraternidad universal ni a la paz del mundo. Ahora, si se habla de la paz en el país, estamos ante una burla a los mexicanos.
“¡Muera la corrupción!”. La lista de hechos es muy larga, el pasado 19 de septiembre, Carlos Loret de Mola enlistó casos y ocupó toda su columna en El Universal. Sólo añado dos preguntas, ¿Si ya no hubiera corrupción en México, los militantes de Morena pelearían como pelearon hace unos días los puestos en su Consejo Nacional? ¿Estaríamos ante un asombroso caso de fiebre por servir?
“¡Muera el clasismo!” y “¡Muera el racismo!”. Nada se hace para que se mueran, ni siquiera para que se debiliten. La división de la sociedad en clases sociales, sigue incólume y, el racismo, su consecuencia obligada, sigue tan campante. Las pequeñas ayudas en efectivo no combaten estas desgracias, las fortalecen.
“¡Vivan los pueblos indígenas!”. Se trata de los grupos sociales más pobres y oprimidos del país. Como los de la Montaña de Guerrero y la Meseta purépecha. Se terminará el sexenio en el que se les dijo que iban primero y estarán peor.
“¡Viva la grandeza cultural de México!”. Como no se trate de algún caso excepcional, de algún influyente, los creadores de México no tienen ningún apoyo oficial y no se realizan encuentros ni concursos ni ninguna labor sistemática y efectiva para que el pueblo conozca y disfrute de la grandeza cultural de México. Lo poco que existe, no lo impulsa el Estado, lo realizan asociaciones civiles con sus propios recursos y esfuerzo; y destaca entre ellas, la intensa y constante labor cultural que realiza, en todo el país, el Movimiento Antorchista.
¿Qué nos queda entonces?: “¡Viva México!” “¡Viva México!”
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