En 1871, los obreros de París tomaron el poder político y lo hicieron por cerca de 72 días. En ese lapso mostraron de lo que es capaz de hacer un gobierno de obreros en cuanto a medidas profundas que beneficien al pueblo humilde.
Un gobierno de y para los trabajadores, eso fue la Comuna, como se conoció en aquel entonces. Medidas, por ejemplo, como poner los edificios de los emigrados pudientes que huyeron a Versalles y al extranjero, tras la toma del poder del pueblo, para resolver el problema de la vivienda en la capital; rebajar el salario de los funcionarios al que gana un obrero; suprimir la subvención del culto; suprimir el trabajo nocturno en las panaderías; suprimió el sistema de multas de que eran víctimas los obreros; y un decreto mediante el cual los talleres y fábricas que eran abandonados o paralizados por sus dueños eran dados en cooperativa a los obreros. Y así muchas otras medidas a favor del pueblo.
Una de las medidas de los comuneros parisinos que quisiera resaltar y que es importante recordar en estos momentos, y es aquella que nos menciona Lenin en un artículo titulado La dualidad de poderes escrito en el periódico Pravda, el 9 de abril de 1917, que dice textualmente en la parte que nos interesa: “…Los funcionarios y la burocracia son sustituidos por el Poder directo del pueblo o, al menos, sometidos a un control especial, se transforman en simples mandatarios, no sólo elegibles, sino amovibles en todo momento, en cuanto el pueblo lo exija…”.
Si, querido lector, para ese gobierno de obreros los funcionarios serán amovibles en todo momento en cuanto el pueblo lo exija. Que lejos estamos de ese planteamiento y que apenas tuvieron tiempo de esbozar los trabajadores parisinos.
Ahora, con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con su consulta de revocación de mandato, no vemos más que una farsa para engañar al pueblo. Es una consulta en que se utilizan todos los recursos del gobierno para montar un teatro donde se escenificará la comedia. Una vez terminada la función, el actor principal, que es el mismo López Obrador, tendrá más popularidad y podrá seguir ejerciendo el poder como autócrata y, mientras tanto, el pueblo seguirá en la misma y aterradora pobreza.
La prensa nos ha dado cuenta de cómo el gobierno democrático de AMLO tiene metidas las manitas en la consulta a fin de que esta comedia tenga el éxito esperado. Una organización pro-AMLO entrega millones de firmas con copias de credencial, muchas de la cuales son de gente ya fallecida. Me recuerda a la obra del escritor ruso Nicolás Gogól (1809-1852), titulada Almas muertas (1842), en las que nos narra cómo su personaje principal, Chichikov, viaja en su troika por toda Rusia para comprar almas muertas. En esa época en Rusia existía el régimen de servidumbre y la riqueza de un propietario se medía, aparte de las posesiones territoriales, por la cantidad de siervos o campesinos que trabajaban en sus propiedades, los cuales se podían vender, comprar como cualquier objeto. Pues bien, Chichikov, compra almas (siervos) pero que estaban en los registros de los propietarios pero que ya habían fallecido. Morena hizo lo que Chechikov, entregar copias de credencial de “almas” que ya no pueden votar, pero que le sirven para avalar que se realice la función este 10 de abril.
Al presidente le tiene sin cuidado la democracia, o lo que él llama, pomposamente, democracia participativa, solo quiere seguir ejerciendo el poder a la manera de un dictador sin que nadie se interponga en sus decisiones. Y si el INE no está bajo su égida, entonces es un estorbo al que hay que desprestigiar para luego destruir. Le recortó su presupuesto para este año y lo golpetea mediáticamente todos los días.
Que abismal distancia separa el planteamiento de los obreros parisinos que tocaron el cielo y que dijeron que los funcionarios eran amovibles en todo momento cuando el pueblo lo exija a esta farsa de revocación de mandato que promueve AMLO y su partido Morena. Farsa en la que se repiten, bajo nuevos subterfugios, las peores prácticas en procesos electorales del pasado y presente recientes.
Requerimos un gobierno que vea verdaderamente por los problemas que enfrenta el país, que dé empleo bien remunerado al trabajador asalariado; que distribuya la riqueza social de manera equitativa, fomentando obras de infraestructura como drenajes, aguas potables, electrificaciones, carreteras en colonias y pueblos pobres; que atienda el problema de seguridad de tal manera que todo mexicano pueda vivir con tranquilidad y en paz, no como ahora en que hay masacres casi todos los días como si estuviéramos en guerra; que le dé una mejor educación a los niños y jóvenes, que dé atención médica universal y gratuita a todos los mexicanos y no ese engaño llamado Isabi. Pero todo esto no será posible con la 4T que, día a día lo comprobamos, es un fracaso como gobierno.
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