En México uno de los principales granos para el consumo es el maíz, sin lugar a duda constituye una de las bases alimenticias más importantes; según datos plasmados en la “Planeación agrícola (2017-2030)” el consumo de este grano representa el 20.9% del gasto de un hogar mexicano, tomando en cuenta que en promedio cada habitante de nuestro país consume 950 g diarios de este grano nixtamalizado en diferentes productos.
Tan importante es este cereal, que los mayas en su mitología sobre la creación del ser humano le atribuyeron al hombre pensante, sensible, creador, entre otras cualidades estar hecho por maíz, después de que los primeros creados del lodo y la madera resultaron inservibles para los propósitos de los dioses creadores. Es así como desde hace milenios este grano es dorado y el más apreciado de nuestra tierra.
Ante tan contundentes argumentos, debería ser obvio que los tres niveles de gobierno(federal, estatal y municipal) velarán por una producción y correcta distribución de tan importante grano, pero una vez más se pone de manifiesto que en un país donde se práctica la política económica neoliberal, esto no sucede, así como lo lee, en México se sigue ejerciendo dicha política, aunque el discurso oficial lo niegue y se diga lo contrario, Hidalgo sirve como muestra; en 2020 se cosecharon 624,361 toneladas de este producto en 225,373 hectáreas (SEDAGROH 2020), “datos alentadores”, pero como siempre, si analizamos las cifras dejan mucho que decir.
Los anteriores datos que colocan a nuestro estado como una entidad con alta producción, y se confirman con lo publicado en el diario el Sol de Hidalgo del 18 de marzo 2022, donde puede leer: según datos de la SEDAGROH en 2021 Hidalgo se colocó como el noveno productor de maíz a nivel nacional, sacando 700 mil toneladas. Ahora sí me permitiré hacer un análisis objetivo comprobando que los llamados “logros” permiten el avance de un neoliberalismo rapaz que deja en la incertidumbre alimentaria a miles de hidalguenses.
Una de las máximas de esta política económica es el libre comercio, ojo, aquel libre comercio que solo pueden ejercer, quienes tienen los medios para producir a gran escala cierto producto y colocarlo en el mercado, sacando ya de facto a los pequeños productores los cuales nunca pueden competir contra la gran industria. Esto lo mencionó el Dr. Abel Pérez Zamorano, en su artículo La Crisis barre a la competencia, cito solo algunos renglones para que se entienda la anterior idea “En cada rama industrial las empresas tienen diferentes estructuras de costos, determinadas por su nivel tecnológico, calidad organizacional y escala de producción lo cual otorga ventajas a unas sobre otras, al hacerlas capaces de ofrecer productos más baratos gracias al menor tiempo de producción invertido en ellos. Estando, así las cosas, la producción a gran escala de maíz sirve para beneficiar al reducido grupo de productores agrícolas industriales de Hidalgo.
Agrego más, esta gran producción no se hace de una manera uniforme en todo el estado, la gran productora agrícola se encuentra en la región del Valle del Mezquital, quien concentra el 65% de la producción, el resto se distribuye en las distintas regiones del estado, lo anterior se debe a que ahí existen mejores condiciones para el desarrollo de esta actividad; aquí cabe destacar que aún con esto, las cosechas no son venideras para todos los productores, pues los pequeños han quedado por ya varios años con cosechas fallidas. En iguales circunstancias se encuentran los campesinos de la Comarca Minera, mismos que siembran para el autoconsumo, algunos todavía de manera rudimentaria (con la yunta), sin los insumos necesarios para tener una buna cosecha, sin sistemas de riego profesionales dependiendo en su totalidad de los temporales naturales de lluvia, que ya de por sí no han sido regulares en estos últimos años. Como se puede observar el mito de una “libre competencia” en los hechos no es real; la competencia entre los grandes industriales agrícolas y los pequeños es muy desigual. Este es apenas el primer paso de otros males mayores.
Es así como lo grandes agrícolas pueden fijar cualquier precio a los productos, nuevamente hago referencia al mismo artículo del Dr. Abel Pérez quien a letra dice: “La centralización de capitales y la concentración de la industria producen grandes consecuencias sobre la economía del consumidor. Mientras los oferentes eran numerosos la fuerza de la competencia entre ellos era bastante grande, obligándoles a ofrecer precios más bajos, seguros y otras facilidades y servicios posteriores a la compra para atraer al comprador.” En palabras más simples al no tener ningún competidor, y tener el control sobre el producto que se vende, les permite a los grandes terratenientes fijar el precio a mejor convencía, cuidando el interés personal de ganancia.
Es así como el año pasado el cuarteron de maíz superó en esta región los $30, y el kg de tortilla llegó a colocarse en $25, en un mercado controlado se puede hacer esto y más en perjuicio de las clases más desprotegidas, las cuales saben sembrar pero al no tener los medios para hacerlo, quedan con un acceso limitado al maíz y todos los productos derivados de él y la merced de un neoliberalismo mortal.
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