MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los guerrerenses, en el olvido de la “cuarta transformación”

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El huracán “Otis” arrasó no sólo con Acapulco, sino con decenas de pueblos y comunidades aledañas debido a las poderosas olas de viento y a la gran cantidad de agua precipitada durante la noche del 24 al 25 de octubre pasado.

Lo sucedido en Guerrero nos advierte otra vez sobre la urgencia de aceptar sin reservas que estamos frente a un cambio climático provocado por el ser humano. Las consecuencias devastadoras de estos fenómenos “naturales” deberían imponer la prevención y la preparación. 

Familias que sobrevivieron resguardadas en rincones de sus viviendas, personas atrapadas en los baños de sus casas, supervivientes en edificios costeros arrasados por los vientos, colonias enteras destruidas o inundadas por el desbordamiento de ríos y lagunas, calles y casas cubiertas de lodo; la pérdida de cosechas enteras, marineros desaparecidos por permanecer en las embarcaciones a su cargo; la desinformación, la lenta reacción gubernamental a los hechos; la escasez de víveres para toda la población… son sólo unas entre tantas otras cosas que los habitantes han padecido.

La veloz progresión y alta potencia de “Otis” no ofreció margen para prevenir los daños materiales en poco tiempo, pero parece claro que se pudo haber hecho mucho más para procurar un mejor resguardo de la población.

Eran necesarios la suspensión inmediata de actividades, la alerta con carácter de urgencia por todos los medios, incluidos canales oficiales, la habilitación de refugios temporales, el desalojo inmediato de zonas vulnerables y la preparación de un plan de atención y reabastecimiento posterior al paso del huracán. En cualquier caso, toda autoridad de una región tiene la obligación de estar preparada para atender de manera inmediata y prioritaria estos fenómenos.

Las pérdidas humanas y el caos generalizado que hemos visto en la región de Acapulco la última semana son resultado de la inexistencia de una gestión integral del riesgo, que deberían garantizar las autoridades municipales, estatales y federales trabajando coordinadamente; especialmente, cuando se trata de una zona costera que año con año experimenta numerosos fenómenos atmosféricos, aunque ciertamente no de esta magnitud.

Con el paso de los días, el golpe de “Otis” en Acapulco se revelará como un desastre cada vez más grande, con un Gobierno ausente, como lo demuestra la historia reciente de Guerrero, que no asume las responsabilidades básicas para brindar seguridad y cuidado a la vida de una población históricamente golpeada por el rezago social, la inseguridad, la impunidad y la corrupción.

También esta ocasión, como ha ocurrido en otros momentos del país, la sociedad aun en su actuar desorganizado, ha dado muestras de solidaridad.

Pero es momento de que el pueblo que ha mostrado su solidaridad reflexione, ya que vienen los procesos electorales: ahora es cuando el pueblo debe reaccionar y elegir mejor a sus gobernantes.

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