Se dice que la educación en el ser humano es parte fundamental para su desarrollo y preparación, para su propio futuro y para contribuir al mundo; eso es cierto, pero ¿qué pasa cuando esta se ve atropellada por varios factores que impiden tal objetivo? ¿Qué pasa cuando los canales que deben conducir esa educación que ha de desarrollar al educando, no lo hacen como deberían? Precisamente, en este dilema se encuentra, actualmente, la educación en México, y con ella millones de jóvenes que deberían estar en la escuela, aprendiendo cosas, para que lleguen a ese futuro de hombres y mujeres brillantes, con todo para dar.
La mayoría de los mexicanos, sobre todo, los de estratos sociales más pobres, sufrimos los daños que dejó la pandemia desde 2020, haya sido por pérdidas de familiares, desempleo, entre otra serie de desafortunados escenarios, como es el caso de los jóvenes que tuvieron que abandonar la escuela debido al incremento de pobreza en sus hogares, pues los padres o tutores perdieron su empleo durante el periodo de cuarentena, lo que implicó que los hijos tuvieran que apoyar con los gastos, por lo que muchos se emplearon en lo que pudieron y encontraron con tal de contribuir en llevar unos pesos, ya no extras, sino los que faltaban para comer, para pagar los servicios básicos para sobrevivir.
Durante los dos años de pandemia, nunca fuimos testigos de medidas bien planificadas por parte del Gobierno federal para contrarrestar, en alguna medida, los estragos ocasionados en materia de salud, economía, educación, no pudimos simplemente porque no existieron medidas; a pesar de que la deserción escolar ocurrió como nunca en la historia de nuestro país.
Según cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en enero de este año alrededor de 270 mil estudiantes de nivel básico (preescolar, primaria y secundaria) dejaron de asistir a la escuela, pero son los estudiantes del nivel medio superior, es decir, los que cursan el bachillerato o preparatoria, los que más abandonaron sus estudios; más de 563 mil jóvenes de este nivel en el ciclo escolar 2021-2022.
Además, el INEGI informó que 5.2 millones de estudiantes no se inscribieron en el ciclo escolar anterior, y tuvo mucho que ver la pandemia de covid-19 y la falta de recursos, provocando que México sea el segundo país con más deserción escolar en América Latina, solo por debajo de Panamá; esto revela que la crisis en materia educativa existe y nadie tiene forma de negarla.
Entonces, lo que debería ser un foco rojo para que el Gobierno federal trate de revertir el daño, pareciera más bien algo sin importancia, porque sigue haciendo recortes al presupuesto en este rubro; es así como para 2022, el gasto educativo será el más bajo de los últimos 12 años, a pesar de que es en este mismo año cuando se reanudaron las clases presenciales y hay 17 millones 628 mil 001 alumnos que ya asisten a las aulas.
El gobierno de las transformaciones le está quitando peso al papel que tiene la educación para el futuro desarrollo del país a costa de priorizar las megaobras y programas asistencialistas que, en realidad, no contribuirán al progreso económico de los más pobres a largo plazo. Es urgente, por el bien de la nación entera, implementar planes para que la educación sea de calidad, al alcance de todos y segura, empezando por asignar el recurso que merece y no que crean necesario, pues si los niños y adolescentes no reciben una educación a la altura de lo que necesita México, estaremos en el hoyo por muchos más años.
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