En medio de la tercera ola del SARS-CoV-2; 3 millones 291 mil 761 casos confirmados y 256 mil 287 muertes causadas por el covid-19 en lo que va de la pandemia; un rezago en la aplicación de la vacuna (alrededor de 50 millones de mexicanos sin una sola dosis y con solo el 26% de la población vacunada; es decir, solo 32 millones 800 mil mexicanos con el cuadro completo de vacunación y 400 mil maestros aproximadamente sin vacunarse; además, como consecuencia del largo tiempo que han estado cerradas las escuelas, miles de instituciones están sin condiciones para que los alumnos regresaran a las aulas, algunas sin agua corriente, con sanitarios dañados, vidrios rotos, con tubería y cableado de energía eléctrica incompleto por vandalismo y robo. Este panorama es el “llueve, truene o relampaguee” del presidente, Andrés Manuel López Obrador, en el que 26 millones de niños y jóvenes de 25 estados de la república regresaron a clases presenciales el pasado 30 de agosto. Una verdadera tormenta en la salud y el bienestar de los mexicanos.
Los datos mencionados son escalofriantes, que solo una persona con “otros datos” o con un interés muy oculto, puede salir ante sus gobernados a hablar tranquilamente sobre la necesidad del regreso a clases presencial y decir que tenemos que correr ciertos riesgos y enfrentar las adversidades. Queda claro que la salud y la vida de los mexicanos no es prioridad para el presidente.
A casi un año y medio de que cerraron sus puertas las escuelas, queda comprobado que urgía que los infantes y jóvenes regresaran a tomar clases en las aulas, que las estrategias implementadas por la secretaria de Educación con el trabajo a distancia dieron pésimos resultados educativos y que la cifra de deserción de los estudiantes de todos los niveles es catastrófica. Pero, la pregunta obligada es: ¿por qué el Gobierno federal encabezado por el presidente de la república y su secretaria de Educación al observar el rumbo que tomaba la pandemia no crearon un plan para un regreso a clases seguro, que incluyera un verdadero plan de reforzamiento para todos los estudiantes, así como destinar recursos económicos suficientes para el arreglo y mejoramiento de todos los edificios escolares, para la adquisición de equipo para una constante sanitización de todas las áreas escolares y materiales suficientes como equipos para la toma de temperatura, gel antibacteriano y cubrebocas, así como la compra de vacunas para todos los maestros y estudiantes?
Si al gobierno le urge que las escuelas abran sus puertas, así como permitió que las grandes empresas reanudaran actividades sin existir las condiciones sanitarias para sus trabajadores, que actué en consecuencia y reivindique el “apoyo” que se le está dando a las escuelas; los cinco litros de cloro y los cinco litros de gel no sirven ante el sin fin de necesidades de las escuelas. Si no lo hace, dejará ver que más que atender el problema educativo le interesa demostrar a sus opositores y al mundo que en México no pasa nada y que el problema de la pandemia está controlado.
Los estudiantes organizados en la FNERRR y los maestros adheridos a Antorcha Magisterial, le exigimos a las autoridades federales que atiendan el llamado que hemos estado haciendo, de la implementación de una política responsable de regreso a clases presencial, que no deje solos a los maestros y a los padres de familia con sus pocos recursos, que les sirva la experiencia el resultado del mal manejo de la pandemia desde sus inicios y la enorme cantidad de vidas perdidas producto de la irresponsabilidad del Gobierno federal. De lo contrario hacemos responsable al presidente de la república de la catástrofe que podamos tener en frente.
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