El movimiento estudiantil de 1968 sacudió la estructura sociopolítica del país, y los mexicanos progresistas seguimos sacando lecciones para desarrollar actividades dentro del marco legal actual en la búsqueda de la justicia social. Porque la marginación, la pobreza y la represión siguen presentes, aunque han pasado décadas desde aquellos acontecimientos que encabezaron los estudiantes.
¿Qué ha cambiado desde entonces? Si hay algo distinto, es que en aquellos acontecimientos los estudiantes sufrieron el poder del estado autoritario que provocó derramamiento de sangre. Ahora Morena persigue a la oposición de forma sistemática desde que asumió el poder federal, y es difícil de calificar qué es peor, si sufrir por las balas asesinas o aguantar la persecución permanente y el escarnio público.
El movimiento estudiantil fue un acto espontáneo, pero tuvo una amplia participación de las bases estudiantiles a las que poco a poco se incorporaron fuerzas populares que apoyaban abiertamente a los jóvenes o vieron la oportunidad de plantear sus propias demandas. Destaca que al no tener una ideología definida, no pudieron plantear demandas claras y precisas, por lo que se referían solamente a las fallas del gobierno que ofendían a la gente, es decir, no tenían verdaderas demandas que sacaran al país del rezago económico, y se enfocaron en criticar el monopolio y abuso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que detentaba el poder.
A pesar de todo, hubo experiencias que los verdaderos luchadores sociales, los que seguimos al lado del pueblo, no debemos desaprovechar. Nosotros debemos seguir denunciando los problemas sociales que afectan a la población, y que por la falta de recursos que concentra el gobierno de AMLO no se subsanan con obras que generan desarrollo social en los municipios.
Los luchadores sociales debemos fortalecer la organización popular para crear un partido de nuevo tipo, impulsor de un proyecto de nación, pero no solapado por los pobres que reciben dinero en efectivo, como pasa con Morena.
Por lo tanto, la falta de drenaje, de acciones para el mejoramiento a la vivienda, la carencia y el mal estado de las carreteras son responsabilidad de la 4T y tras cinco años de que López Obrador asumiera el poder federal, pretende acallar las voces que reclaman justicia social, acusándolos de corruptos, a la vez que fortalece los programas de entrega monetaria para que la gente aguante, defienda y siga votando por Morena.
Los luchadores sociales de ahora debemos fortalecer la organización popular para luego pasar a la creación de un partido político de nuevo tipo, que sea impulsor de un proyecto de nación, pero no solapado por los pobres que reciben dinero en efectivo, como pasa con Morena.
Al contrario, nuestro proyecto debe estar acompañado por pueblo vigilante del actuar del gobierno para que no se corrompa, como pasó en lo que va del sexenio de la 4T. Además se deben fortalecer las instituciones para fiscalizar el actuar de los gobernantes y garantizar la pulcritud en el manejo de los recursos públicos, de tal manera que se evite la corrupción, porque nada se gana con saber que cada sexenio hay nuevos ricos si ya se gastaron o desaparecieron el dinero de todos.
Los mexicanos conscientes no debemos quedarnos conformes repitiendo las frases como “el 2 de octubre no se olvida”, que se limita a denunciar el derramamiento de sangre que ejecutó el gobierno con el silencio cómplice de las clases adineradas, a las que siempre les preocupan los movimientos sociales en razón del riesgo que tienen sus fortunas.
Una manera de honrar los logros de las luchas sociales a lo largo de la historia es aprender de sus errores y evitarlos en nuestra actividad práctica, porque de poco sirven las conmemoraciones si no estamos dispuestos a hacer nuestros los ideales que defendieron, de tal forma que las vidas perdidas no hayan sido en vano.
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