Durante los últimos días, la prensa nacional ha estado escribiendo acerca de la propuesta de reforma eléctrica por parte del presidente López Obrador, pues esta reforma incide directamente en la política y la economía del país. Señalaré las cuestiones políticas y sociales que están en juego y cómo la reforma eléctrica servirá de arena de lucha para la definición de la correlación de fuerzas a través de las votaciones que se llevarán a cabo, bien que estas resulten favorables o contrarias a la reforma eléctrica, y que nos acercarán a la definición de las rupturas y alianzas con miras a las próximas elecciones de 2024, que parecieran lejanas, pero que para la vida política del país no lo son tanto.
Como ya es sabido, AMLO viene pensando y actuando hacia el 2024 desde hace ya varias semanas al grado que ya conocemos a sus posibles candidatos: Claudia Sheinbaum, actual jefa de Gobierno de la CDMX, la favorita del presidente, de acuerdo con varios medios informativos; y Marcelo Ebrard, actual secretario de Relaciones Exteriores. Ricardo Monreal, actual senador en el Congreso de la Unión, por iniciativa propia quiso subirse al barco, para ser considerado o para pelear por el puesto, y ha manifestado que no quiere que la candidatura se designe por un dedazo, pues sabe que tiene las de perder. Por esa razón promueve que la definición del candidato sea por elección, que haya trasparencia en el proceso y “piso parejo” para todos, y es claro que lo pide porque sabe bien que no existen ni transparencia ni piso parejo dentro de su partido y sí un posible “dedazo”. Por lo menos usa esos elementos como advertencia para los demás involucrados, esto es, que si lo descartan habrá un revoltijo inmediatamente después de una jugada trapera. Es claro que desea con vehemencia ser el sucesor de López Obrador e, incluso, ha manifestado que puede profundizar el “cambio” iniciado por Andrés Manuel.
La reforma eléctrica de López Obrador busca, además de su aprobación, saber con claridad con quienes cuenta y sobre la definición del PRI, si permanece en la alianza con el PAN y con PRD o se suma por facto a la bancada sumisa del presidente, la primera prueba es precisamente las votaciones que deberán de emitir o de negarle a la reforma. Ante esta disyuntiva Claudia Ruiz Massieu, senadora del PRI, declaró que está abiertamente en contra de la reforma y espera que más priistas se sumen, lo que deja claro la división en el PRI.
¿Se dividirá el PRI? La respuesta es sí, el pragmatismo oportunista del partido es bien conocido. La piedra está por caer y veremos las ondas dirigirse de extremo a extremo, para los que se sumen a favor de la reforma seguramente estarán a un paso de ser perdonados por sus pecados, ya conocemos la liturgia del presidente, para los que se abstengan le estarán guiñando el ojo a López Obrador y para los que se sumen abiertamente en contra de la reforma encabezada dentro del partido por Claudia Ruiz Massieu seguirán siendo parte de la oposición, al menos por el momento.
La individualidad dentro del PRI sigue demostrando que cada quien es libre de actuar y de luchar por sus propios intereses, no hay una unificación como partido. El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) debiera de estar realmente a la cabeza del partido, de manera enérgica y decidida. Los que votaron a favor de los diputados del PRI lo hicieron pensando que estos iban a luchar en contra del desastre que está realizando Morena, pero ahora ya que están ocupando el cargo andan de indecisos. De seguir decepcionando a sus afiliados y votantes el PRI morirá irremediablemente.
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