Los ingresos de México por remesas de los mexicanos que emigraron a los Estados Unidos (EE. UU.) siguen siendo la expresión y representación de la falta de interés del gobierno en turno por generar empleos en el país.
Por eso, la fuerza de trabajo emigra y se somete a patrones extranjeros que, como en la época colonial, tienen trabajando y viviendo en condiciones indignantes a hombres, mujeres, jóvenes y niños.
Los migrantes venden su fuerza de trabajo (mas no su trabajo completo) a los patronos. Al trabajador no se le paga la totalidad del trabajo generado en ese día o en esa hora, sino solo lo mínimo indispensable para que medio coma y medio se cure y sea capaz de volver al otro día a trabajar.
Pero ¿por qué solo se enriquecen los patronos, y no mejora el bienestar de los trabajadores que trabajan jornadas de hasta 16 o más horas todos los días de la semana?
Ya Carlos Marx explicó desde hace dos siglos que el sistema capitalista tiene como objetivo principal extraer ganancia y más ganancia en el campo y la ciudad. La ganancia proviene del valor que crea el obrero en el proceso de trabajo con el desgaste o consumo de sus órganos, músculos, nervios y cerebro, y que no se le paga. A esto, Marx le llamó plusvalía, que al patrón se le presenta como ganancia.
Así hay que ubicar el origen de las remesas que mandan los compatriotas a nuestro país está en la explotación de la fuerza de trabajo de mexicanos por extranjeros y en la fuga del capital humano a los EE. UU.
Las remesas han crecido 40 por ciento en tres años y 3 de cada 10 municipios reciben más remesas que lo generado de Producto Interno Bruto (PIB), haciendo de México el segundo país a nivel mundial que más remesas recibe. A decir de Banxico, ya son 25 meses consecutivos que se presenta un incremento en las remesas enviadas a territorio mexicano. Las diez entidades que más aportaron, en orden de importancia, fueron: Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Estado de México, Ciudad de México, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Veracruz y Chiapas.
En su reciente visita a EE. UU. el presidente Andrés Manuel López Obrador validó la explotación de mexicanos por extranjeros con un discurso en el que pidió, a Joe Biden, más visas de trabajo para migrantes. ¿Por qué no mejor cumplir su obligación como presidente, y promover la creación de empleos dentro de México aparejado de un incremento de los salarios? El total de salarios de los migrantes mexicanos en Estados Unidos es 79 por ciento superior que la suma de todos los salarios del IMSS (Viri Ríos “No es Normal”). Claro que para el presidente es más fácil evadir su responsabilidad de crear fuentes de trabajo bien pagadas para los mexicanos, y desarrollar la ciencia y tecnología para que México sea un país competitivo a nivel mundial. Así se refuerza más el negocio de los traficantes donde participan muchos políticos y gente de poder, quienes seguro se congratulan con la alegría que expresa AMLO por las remesas que recibimos, y por ser él mismo quien, de forma personal, pide al presidente de EE. UU. les legalice su estancia en ese país.
A este grave problema se añaden las vidas que ha cobrado el tráfico de migrantes, y los que no mueren, en su mayoría, se desprenden de su familia en un alto porcentaje para siempre. Por otra parte, la entrada de remesas “son una bendición para los empresarios mexicanos que necesitan vender sus servicios y sus mercancías para hacer realidad sus ganancias” (Omar Carreón Abud, Revista Buzos 2 de mayo 2022). La 4T carga estos problemas sobre las espaldas del pueblo trabajador.
En 2021, Veracruz se ubicó en la novena entidad del país por recibir remesas de 2,034.3 millones de dólares. En lo que va del 2022, según la Dirección Estatal de Atención a Migrantes, al menos 350 mil veracruzanos migraron a los EE. UU. Pero para varios la explotación empieza en la Big Force Academy, ubicada en Jalisco, Guanajuato y Colima para capacitar a mexicanos y enviarlos a las empresas “Templabor y Aglabor” de Florida y California, dedicadas a la siembra y cultivo de fresa, zarzamora, cereza y arándano.
Entrevisté a campesinos de Soteapan, Mecayapan y Tatahuicapan, municipios del sur de Veracruz, y todos me informaron que los enganchan con un curso que ofrecen por seis meses en la academia, curso que se prolonga hasta dos años, para después mandarlos a EE. UU.
En la academia en mención los ubican en barricadas, solo les dan tortillas y les pagan de 60 a 120 pesos diarios, según su rendimiento. Quien aprueba la capacitación se va con visa de trabajo por 6 u 8 meses a las empresas de Florida y California. Pero muchos desertan desde México por la sobre explotación, como me lo dijo Sofía González Bautista, que la tuvieron 8 meses en curso y le dijeron en la academia que todavía le faltaba año y medio para enviarla.
Ahora solo reclutan hombres de 18 a 35 años. En el 2021 hubo mujeres, pero 180 les desertaron por las jornadas extenuantes y la poca paga en la academia. En las empresas citadas de EE. UU. requieren 10,000 jornaleros fijos capacitados en México, tarea que hace aquí la Academia. En esas empresas pagan a destajo, tienen a los mexicanos viviendo en sus campos y solo los sacan, vigilados en camiones como esclavos, a comprar su despensa, pero en las tiendas de la misma empresa agrícola. Hacen negocio redondo los gringos explotadores: primero les extraen la plusvalía en el campo agrícola, luego los llevan a que con los salarios que les dan compren en sus mismos comercios. Así logran doble ganancia y, los mexicanos, doble explotación.
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