Nuestro país se cae a pedazos a causa de las malas prácticas del Gobierno federal con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza. No es que sea pesimista, pero como se vienen desarrollando las cosas, en materia política, económica, social y educativa, este año México continuará por la senda del fracaso, por donde lo ha conducido la Cuarta Transformación.
Los bolsillos ya resienten el pésimo gobierno de la 4T que se ha encargado de empobrecer todavía más a los más pobres, a pesar de que su lema de campaña fue precisamente que primero los pobres, pero una vez que tomó el poder se olvidó de sus promesas y ha relegado a los más necesitados.
Hoy, las familias mexicanas tienen que hacer milagros con los raquíticos sueldos que perciben, en el mejor de los casos que así sea y que también tengan un trabajo estable que les dé para mal comer, porque sabemos que se han perdido millones de empleos y que el trabajo informal reina.
Mientras tanto, nosotros los del Movimiento Antorchista seguiremos alzando la voz, porque ese es nuestro deber como mexicanos conscientes, seguiremos señalando todos los errores de las altas cúpulas del poder que administran nuestros recursos, nada más y nada menos, porque solo así estaremos preparando el camino hacia un cambio verdadero, aunada a la esperanza de que los mexicanos dormidos despierten de su letargo y se den cuenta de su error, no solo de ahora, sino de muchos años atrás, cuando depositaron su confianza en seres despiadados que sonríen para lucir para la foto, pero una vez que el pueblo deposita en ellos su confianza, a través de su voto, se dan la vuelta y se transforman o más bien se quitan las máscaras. Fuera máscaras de hipocresía, fuera máscaras de seres a los que no les importa el prójimo, de seres que sufren con el dolor ajeno y tratan de cambiar las circunstancias para mejorar el presente, no, esos desaparecen y curiosamente se vuelven insensibles, mezquinos y traicionan al propio pueblo con sus acciones.
Mucho podrán decir, mucho podrá decir el señor Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero lo que ahora está haciendo es una profunda traición al que él llama pueblo sabio, pueblo bueno, que más bien parecería una burla porque seguro se ríe a sus espaldas, porque sabe que todavía hay algunos que siguen creyendo en sus continuas mentiras y engaños.
AMLO se ha caracterizado por el desprecio que tiene a la legalidad, a las instituciones y a todo lo establecido, no por nada en sus múltiples discursos que pronunció en sus casi 20 años de campaña política, siempre mencionó que echaría por la borda a las instituciones, es por ello que ahora que tiene el poder en sus manos no iba a desaprovechar la oportunidad de hacerlo, por lo que vemos, día con día, cómo se ha dedicado a debilitar a las instituciones democráticas, sobre todo a las que tienen un papel fundamental en la vida electoral del país como el Instituto Nacional Electoral (INE). Tenemos a un presidente que añora volver a un régimen de presidencialismo extremo como en el siglo pasado.
Es inadmisible que un político que dice estar de lado del pueblo pobre, que dice sufrir con su angustia y que trabajará en favor de él, cada día se levante con la idea firme de seguir empobreciendo a ese mismo pueblo que juró defender, y que le haga tanto daño con sus decisiones desatinadas y erróneas que más que ayudar al pueblo lo hunden más en su miseria, pues, por ejemplo ¿en qué cabeza retorcida cabe el destruir el Seguro Popular y otras instituciones que venían ayudando para paliar la pobreza?
Muy poco o nada le importó el dolor y la preocupación de millones de mexicanos que se quedaron sin atención médica y que ahora se tienen que rascar con sus propias uñas para cubrir este servicio y todo por un capricho de López Obrador, que ha reducido al Congreso de la Unión a una simple oficialía de partes, en donde se reúnen las focas aplaudidoras que solo sirven para ser cómplices de las bajezas que comete contra los más pobres.
Es un largo etcétera de males, impuestos desde la presidencia y que nos tocará presenciar, porque la obstinación de AMLO es tal que ataca un día sí y el otro también a los organismos autónomos para que se cuadren ante su mandato, y cuando estos protestan, si es que llegan a protestar, entonces lanza la amenaza de desaparecerlos.
Así las cosas, y con este panorama tan triste de algunos de los tantos males que padece México y de las instituciones que peligran a correr la misma suerte que los extintos, es por lo que exhorto a los mexicanos dormidos en sus laureles a despertar de una vez por todas, ahora que todavía es tiempo de salvar a nuestro país de la ruina en que lo viene sumiendo este gobierno de cuarta.
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