Los gobiernos federal, estatal y municipal de Acapulco y Coyuca de Benítez quedaron evidenciados por su ineptitud e improvisación tras la embestida del huracán “Otis” categoría 5, que arrasó todo a su paso la madrugada del miércoles 25 de octubre, dejando una lista interminable de damnificados, a la que siguen sumándose miles de personas más, que se quedaron sin casa y muchos, sin su fuente de trabajo. Ante esta tragedia y caos que prevalecen en la zona del desastre, que incluye las regiones Acapulco, Costa Chica y Costa Grande, la solidaridad de los mexicanos ya se hizo presente y la ayuda ya está en camino.
La instalación de centros de acopio de diversas empresas, instituciones y organizaciones sociales como el Movimiento Antorchista, Cruz Roja Mexicana, Universidad Autónoma de Guerrero, Estrella de Oro, entre otros, es muestra de la solidaridad ciudadana, que dona ropa, agua embotellada, comida enlatada, etcétera, para atenuar la grave necesidad que tienen miles de personas, que a la par de buscar comida, buscan a sus familiares desaparecidos.
Los gobiernos se han mostrado indolentes ante el desastre, la gente ya está desesperada, sin agua, sin comida, sin hogar y sin trabajo, pues la mayoría de los acapulqueños que viven en pueblos y colonias de la periferia de Acapulco trabaja en restaurantes, hoteles, sitios turísticos o se dedica a la venta ambulante de diversos productos como fruta, agua, nieves, cocos, mariscos, ropa y artículos de playa; sin embargo, la infraestructura hotelera y restaurantera quedó devastada.
Cierto, se han instalado comedores y albergues que están abarrotados, pero son insuficientes para atender a la gran cantidad de personas que resultaron afectadas por el poderoso huracán “Otis”.
Además del caos y urgente necesidad de ayuda de hoteleros, restauranteros y habitantes de la franja turística de Acapulco, están las familias que viven en los pueblos y colonias de la periferia, donde también hay casas y calles completamente destrozados.
Tristemente, con el restablecimiento de los servicios de energía eléctrica y de internet, se visibilizan más daños en otros pueblos de las regiones Costa Chica y Costa Grande, como el caso de la comunidad Valle del Río en el municipio de Coyuca de Benítez, donde la lluvia y las fuertes ráfagas de viento destruyeron casas y las dos canchas. Aquí no ha llegado ningún apoyo, ni oficial ni humanitario.
Lo único que ha hecho el Gobierno morenista de Guerrero es instalar centros de acopio, es decir, sólo el pueblo está ayudando al pueblo.
Esta desgracia deja entrever que autoridades de los tres niveles de gobierno no alertaron oportunamente sobre la magnitud del huracán, que no estaban preparadas para este fenómeno natural y que no tienen un plan para auxiliar a la población afectada, pues a seis días del impacto del huracán, aún analizan qué hacer y cómo llevar la ayuda, es decir, no hay nada.
Lo que sí hizo el Gobierno morenista de Guerrero es instalar centros de acopio para que la ciudadanía done productos y sean llevados a los damnificados, es decir, sólo el pueblo está ayudando al pueblo.
Para casos como este servía el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), con recursos que se disponían de inmediato para medicinas, infraestructura carretera, reconstrucción de viviendas, ropa, despensas, cocinas calientes, etcétera.
El fondo fue eliminado por el Gobierno federal en 2021, argumentando corrupción, que no dudo que existía, pero también había respuesta inmediata a las contingencias. El presidente de México asegura que hay 17 mil millones de pesos como fondo de desastre natural para este año; sin embargo, la ayuda real y efectiva para los afectados y afectaciones del huracán “Otis” aún no se ve en las regiones Acapulco, Costa Chica y Costa Grande.
Una vecina de Coyuca de Benítez, damnificada también por el huracán “Paulina” en octubre de 1997, dijo que en esa ocasión, su pueblo fue destruido y las carreteras también estaban destrozadas, pero al día siguiente, los helicópteros estaban ya dejando despensas y herramientas de trabajo.
Ahora no hay nada; no hay ayuda para rehabilitar carreteras, para retirar escombros de casas y calles; ni siquiera hay comida ni agua. No llega el apoyo oficial ni humanitario.
Los damnificados y los guerrerenses que están viviendo los estragos de “Otis” se sienten abandonados por los gobiernos de los tres niveles. La ayuda es urgente; no hay duda de que Acapulco saldrá fortalecido y en los comicios del 2024 tomará la mejor decisión.
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