Hace unos días, en su conferencia mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador, reveló que al inicio de su sexenio, tres ex miembros de su gabinete, Alfonso Romo, exjefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Javier Jiménez Espriú, exsecretario de Comunicaciones y Transportes y Carlos Urzúa, extitular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (hombres, además de su entera confianza), con relación al tema de la cancelación del NAICM de Texcoco, le habían sugerido que se continuará con la obra y que ésta no fuera cancelada.
Hemos de recordar, además, que cuando él era candidato, una de sus promesas de campaña fue precisamente la cancelación de esa obra.
A pesar de haber recibido sugerencias de tres excolaboradores suyos y expertos en la materia, no recibió con agrado la propuesta, por lo que incluso no durmió durante una noche. Recordó que, ante tal situación, dejó que mediante una consulta popular los mexicanos decidieran si se continuaba o no.
El resultado era de esperarse, pues una figura que acababa de ganar las elecciones y que la mayoría de los mexicanos que votaron en 2018 lo consideraban un salvador, estarían muy de acuerdo en que se cancelara la obra. Pero ni antes ni después, a los mexicanos se les informó sobre los verdaderos pros y contras de la obra, simplemente se canceló a puro sentimiento de la población que votó a favor (algo así como 750 mil votos).
Si fue o no una sabia decisión, como dijo López Obrador, lo cierto es que él se ha caracterizado por tomar decisiones a puro sentimiento, por puro capricho, en un gobierno donde las cosas se deben hacer cómo lo diga el máximo gobernante. No en balde varios de sus cercanos renunciaron a seguir en el proyecto de la 4T.
Y aunque tiempo después (previo a la inauguración del AIFA), apareció un libro en el que el exsecretario Jiménez Espriú, trató de justificar las razones técnicas por las que la 4T cancelaba el NAICM, la cancelación se dio a capricho del presidente.
La soberbia con la que actúa AMLO se contagia entre sus más fieles seguidores, que a puro sentimiento también plantean acciones tan absurdas que uno mismo no concibe como pueden ser representantes, en algún puesto de elección, de los mexicanos. Como la senadora Lilia Margarita Váldez Martínez de Morena, que, en el marco del Día Internacional del Cáncer Infantil, dijo que en México no se necesitan hospitales de cuarenta pisos o aparatos sofisticados para atender a los niños con esta enfermedad, si no que es necesario prevenirla evitando el vapeo y el uso de glifosato.
Vaya solución la que encontró esa senadora para que los niños no se enfermen de cáncer. Una vez más, se justifica al gobierno por dejar de lado las peticiones de los padres de estos niños, que desde el inicio del sexenio han solicitado más medicamentos contra el cáncer.
En la 4T la soberbia se pega, y dejar que un gobierno tome decisiones por mero capricho es un error. La situación debe cambiar y los mexicanos deben entender que esa no es la salida a todos los males que padecemos.
Morena no va a eliminar la necesidad educativa, de salud, de empleo, y muchos menos de vivienda y servicios básicos, AMLO y Morena no son la esperanza de México.
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