Como consecuencia de las marchas que miles de mexicanos llevaron a cabo en la Ciudad de México, en otras 40 ciudades del país e incluso en el extranjero, el pasado 13 de noviembre, en defensa del INE, el presidente Andrés Manuel López Obrador, montado en cólera, anunció que él organizaría una marcha el próximo 27 de noviembre con motivo de su cuarto año de gobierno, para festejar los cuatro años de lo que él llama transformación.
Desde unos días antes de la marcha en defensa del INE, en Palacio Nacional, López Obrador dedicó varios minutos de sus conferencias mañaneras a criticar a quienes estuvieron convocando a la movilización del pasado 13 de noviembre, lanzándoles varios calificativos: hipócritas, clasistas, rateros, deshonestos, simuladores, corruptos, conservadores, aspiracionistas, clasistas, racistas, ladinos y cretinos. Todo con el claro propósito de desalentar la asistencia a la movilización e incluso el temor a represalias por parte del gobierno o de sus adeptos.
Después de la marcha, la prensa nacional dedicó muchas planas, muchos artículos y las estaciones de radio dieron muchos minutos de cobertura al tema. De igual forma toda la prensa extranjera hizo notas para sus audiencias en sus países. En las redes sociales la conversación sobre la marcha tuvo un alcance de 170 millones de personas y un sentimiento de 69 por ciento a favor de esta.
Colérico e insidioso, el presidente arremetió de nuevo en contra de los manifestantes con nuevos adjetivos y trató de minimizar la marcha por el número de asistentes y de descalificarla por los personajes que participaron. Los ataques incluyeron el anuncio de que su cuarto informe de gobierno no será el jueves primero de diciembre, como tradicionalmente se hace año con año, sino que convocó a una marcha que él encabezará, del Ángel de la Independencia al zócalo de la capital del país, donde rendirá su informe el domingo 27 de noviembre.
Cambió la fecha del informe de jueves para domingo para hacer su marcha, a la que asistirán personas de todo el país, y no habrá reparo en el uso de los recursos públicos, pues los gobernadores y presidentes municipales de Morena acudirán en auxilio de su jefe, el presidente, llevando camiones de acarreados.
Esta forma de actuar del presidente es peligrosa: recurrir a la estrategia de organizar una marcha para combatir a otra marcha de ciudadanos puede conducir al país a una crisis política de dimensiones inconmensurables. El presidente y su partido pueden desencadenar la violencia en su afán de apoderarse de los órganos electorales para perpetuarse en poder. Es el nacimiento de una dictadura. Así lo ve mucha gente del pueblo de México y esa es la razón por la cual están saliendo a protestar prácticamente de manera espontánea.
López Obrador sabe perfectamente bien que sus políticas para combatir la pobreza y la desigualdad, la corrupción y la inseguridad en México son un fracaso total. El presidente interpreta sobre la marcha del pasado domingo 13 de noviembre, que el golpe que lanzó el gobierno contra el INE fue la gota que derramó el vaso lleno de fracasos, corruptelas, raterías, ineficacia y mentiras inocultables que retratan al gobierno de López Obrador. También interpreta el hecho de que ha perdido la simpatía de gran parte de la clase media del país, particularmente en la ciudad de México, sector que lo ayudó en mucho en el triunfo en el 2018.
Por eso, está militarizando al país y fortaleciendo su alianza con los narcotraficantes, que serán su verdadera base de apoyo para entronizarse en el poder, dejando de lado y golpeando a los ciudadanos que ejercen de la constitución su derecho a disentir de él y su régimen.
Así interpreto la respuesta de AMLO a la marcha en defensa del INE, y hago un llamado a los mexicanos a que reflexionemos con mucho cuidado las acciones del gobierno actual y que actuemos con valor antes de que sea tarde.
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