Decía Thomas Jeferson, “la experiencia ha demostrado que incluso bajo las mejores formas de gobierno, los encargados del poder, con el tiempo y por operaciones lentas, lo han pervertido en tiranía”. En México hemos visto desfilar en la política a muchos presidentes que siempre dicen trabajar por la gente, que en campaña se venden como los mejores postores con las mejores propuestas para los votantes y que finalmente llegan a la silla presidencial y olvidan a quienes los pusieron ahí.
Con el gobierno actual que dirige Andrés Manuel López Obrador, que se caracteriza por poner y quitar a quien él quiera, donde quiera y cuando le convenga como un verdadero dictadorzuelo, según para apoyar al pueblo, para transformar al país, gobierno que se autoproclama ser la esperanza de los mexicanos y mexicanas que han vivido siempre las injusticias de los gobiernos anteriores, México está peor que nunca: la política, las leyes, la economía, el derecho, los valores, la educación, la sociedad en su conjunto vive una de las peores crisis de la historia mexicana.
Todos conocemos que su consigna siempre ha sido atacar la corrupción por ser, según él, el mal principal de nuestra sociedad. Pero ¿cuáles han sido los logros de su política? A más de cuatro años de la actual administración, y con las modificaciones que ha hecho de las instituciones y de las autoridades políticas, civiles y educativas, México ha vivido: desabasto de gasolina, después de declararle la guerra al huachicoleo; desabasto de medicina y de hospitales, que ha dejado olvidados a los niños con cáncer; caravanas enormes de migrantes; la crisis educativa, de salud y económica a causa de la covid 19; bajas en la calificación de la deuda, aunque el presidente ha llamado a las calificadoras neoliberales por no darle los datos que él quiere; violaciones de los derechos humanos y más con el asunto del narcotráfico que se ha venido empoderando más con la política herrada de abrazos no balazos; es el gobierno en donde ha habido más desaparecidos y más homicidios desde hace mínimo más de 20 años; aumentó la inseguridad y militarizó al país.
Es decir, todo aquello que se propuso eliminar, es precisamente lo que está llevando a más mexicanos a vivir injusticias, a pasar hambre, a sumarse a las filas de la pobreza y de la pobreza extrema. Pero este señor no para. De las últimas decisiones que ha tomado y que, por supuesto, mina la estabilidad de todos los mexicanos, está primero el Presupuesto de Egresos de la Federación cuyo plan de ingresos se basa en utopías y en los egresos no se contempla a las mayorías. Y en segundo lugar está la propuesta de Reforma Electoral, cuyo punto abarqué en uno de mis artículos anteriores, pero que evidentemente atenta contra la democracia mexicana.
En respuesta a esta última postura, en distintas ciudades de la República, miles de mexicanos salieron a las calles para denunciar el atropello al Instituto Nacional Electoral (INE) y defenderla de la desaparición forzosa, basada, nuevamente, en el pretexto del ataque a la corrupción. Ante este fenómeno, AMLO le ha dedicado cuatro mañaneras consecutivas para tachar a los marchantes de hipócritas sin autoridad moral, racistas, cretinos y más. Cuánta razón hay cuando dicen que quien es nuevo en el poder siempre es duro, siempre cree tener la razón y si no, la impone a como dé lugar, pues cree que el poder se lo permite.
Para una reforma constitucional no solo se requiere una mayoría simple, se requieren dos terceras partes, es decir que de los 500 diputados se necesitan 334 votos. Morena tiene mayoría en la cámara, pero es mayoría simple pues junto con sus aliados tienen el 50 por ciento más uno, pero no alcanza para las dos terceras partes que son 334. Esto lo sabe el mandatario nacional y el día de hoy en su mañanera, dijo: “Es probable que yo envíe una reforma a la ley que no requiere de dos terceras partes, un plan B (…) Es posible que sin violar la Constitución se pueda proponer en una ley o alguna reforma a la ley electoral, de que se elijan a los consejeros y magistrados del Tribunal Electoral, del INE y del Tribunal Electoral que no haya plurinominales, que en vez de 500 sean 300, ver si es posible. Si de acuerdo con lo que establece la constitución la posibilidad de hacer una reforma. Lo ideal sería la reforma constitucional, pero son intereses pues de los oligarcas que no quieren la democracia. Todo aquello que se pueda sin violar la constitución, pero no dejar de luchar”.
Sabe que no ha hecho bien su trabajo, que las elecciones para 2024, si todos los mexicanos nos ponemos buzos y dejamos de caer en sus mentiras, posiblemente las pierda. Claramente tiene que buscar la forma de ganar, por eso mete mano a la ley, pues económicamente México tiene un retroceso de 10 años, no se tiene una estrategia para fortalecer el mercado interno, no hay inversión, la inflación afecta a este sector y por lo tanto, para poder dar lo que ofreció e invirtió en 2018, solo le queda echar mano del erario público, eliminar más instituciones para no tener que invertir en ellas, reducir el presupuesto cada vez más y así juntar dinero para seguir comprando conciencias y votos. Por esa razón le es indispensable se acepte su Reforma Electoral y mientras tenga el poder de hacerlo, será capaz de aliarse con cualquiera para lograrlo. No es por la democracia, no es por su lucha contra la corrupción, es otra vez por hambre de poder, por asegurar la contienda en 2024 y seguir haciendo historia. Que no les mientan.
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