Por fin terminó la campaña electoral. Desde el 4 de abril pasado, y hasta el 2 de junio reciente, tuvimos que escuchar, ver y oír propaganda política por todos lados, y discursos y promesas por doquier; no pudimos nadie escapar al proselitismo, pues donde sea se apareció. Por fin el 06 de junio salimos a votar, con la esperanza de que el acto más grande de democracia en nuestro país fuera verdadero, la elección popular.
Se dice que esta fue la elección más grande de la historia; pues se eligieron 500 diputaciones federales, 15 gubernaturas, 163 diputaciones locales, 1,923 ayuntamientos, 2,057 sindicaturas, 14,222 regidurías y 204 concejalías, según datos del INE; y, que 93 millones 528 mil 473 mexicanos estaban listos para ejercer su derecho al voto. (portal.ine.mx). También se caracterizó esta elección por hechos inéditos, como la participación y elección del mayor número de mujeres, para ocupar cargos importantes como las gubernaturas en siete estados de la república; por la participación de ciudadanos indígenas, y un porcentaje de la comunidad LGTB (lesbiana, gay, bisexual, transgénero), estos últimos, ocupando un 0.6% de representación. Pero además también, por la participación de numerosos personajes de la farándula del momento, tales como artistas, actores y cantantes, deportistas, luchadores, boxeadores , futbolistas y clavadistas etc., en el proceso electoral como aspirantes a un cargo público de elección popular.
Y es, precisamente sobre de esto, de lo que hoy quiero dar mi humilde opinión, con el único objetivo de reflexionar y actuar en consecuencia. Respecto a la “versatilidad” de estas elecciones, creo que el abanico se abre mucho más para dar entrada a cualquier ciudadano a los cargos de elección popular, lo que está establecido en la Constitución, y me parece correcto; sin embargo, creo que no se han cuidado los criterios de selección, y que es ahí, precisamente donde se debe trabajar.
Por ejemplo, desde las elecciones pasadas hemos visto que va en aumento la participación de actores, deportistas y otro de la farándula del momento, en las actividades políticas; recordemos el caso del jugador de futbol Cuauhtémoc Blanco, o de la actriz Carmen Salinas y el actor Sergio Mayer, quienes abrieron camino dando el salto instantáneo a la política; dando un claro mensaje de que se puede, de la noche a la mañana, cambiar de oficio y seguir actuando, pero sólo que ahora desde la política. Y siendo sincera, creo que no tiene nada de malo este doble espectáculo, se puede; sin embargo, también creo que la política debería ser cosa seria, es decir, un ejercicio que determina las condiciones sociales de todo el país, y que, no debe quedar en manos de cualquiera, menos de gente improvisada que ande ensayando nuevas formas de vida y de fama.
Tal vez en algo se parezcan la vida de la actuación con la vida en la política; tal vez no es su culpa pensar que también pueden “actuar” bien ahí. Creo que esto se debe, a que la política en nuestro país es cada vez menos eficiente, menos transparente y menos pública, que, su función se ha reducido simplemente a adquirir el poder por el poder, pero sin el pueblo. Y la figura de un político se percibe tan sólo como un oficio más, otro, de donde la remuneración puede ser mejor que otros oficios. Se olvidan del fin y se justifican con los medios. Para esta contienda, la participación de actores, cantantes, luchadores, boxeadores y otros más, aumentó. Ahora los partidos políticos echaron mano de los que hay en la televisión; hasta a Paquita la del Barrio alcanzó invitación para una diputación local en Veracruz, de donde es originaria la señora cantante de música popular, quien confeso ante las cámaras, su desconocimiento total sobre el cargo, pero la confianza en los que la invitaron.
No quiero yo, prejuzgar, ni generalizar, pero, ¿que nos espera en el futuro si la política queda en manos de personalidades acostumbradas a dar show, que viven de eso? Porque, una cosa muy distinta es que algunos actores y deportistas, provengan de familias humildes y hayan padecido hambre, y su historia se parezca a la de miles de mexicanos pobres; y otra muy distinta es que estén preparados para la ardua tarea a la que se les invita; acaso la misma Paquita, ¿sabrá algo de economía política nacional e internacional?
Pero, repito, no creo que sea culpa de estas personalidades, el querer aspirar a un cargo público; pero sí que lo es, de las organizaciones políticas que de manera irresponsable, y sólo para ganar adeptos, sea como sea, hacen (como dicen las abuelitas), circo, maroma y teatro, para lograrlo. Y creo que eso es lo que pretenden darnos en el futuro: entretenimiento, no buen gobierno, sino solo mantenernos entretenidos, al menos esa es la tendencia. ¿Sera por eso que muchos de los votantes, “actuaron” al dar el voto, es decir, manifestaron su simpatía con algún partido y al final votaron por otro?
Desde mi perspectiva, como profesionista de la educación, considero que las raíces del error están en la falta de “educación política”, en nuestro sistema educativo, porque no se nos prepara como se debería; el tema sigue siendo, como se dice luego, un tabú, y casi casi está penado hablarles de política a nuestros alumnos, porque rápidamente salta la acusación de proselitismo. Pero, las consecuencias las vemos reflejadas en los resultados de hoy. Hay mucha gente que vota con el estómago, vota por quien le da una despensa, por quien le da un apoyo económico que resolverá solo su demanda inmediata; son incapaces de ver más allá del momento, ni más allá de su individualismo. Ahora, cualquiera que este dispuesto a obedecer lo que le digan y actuar como figurín, puede ser político.
Urge que en la escuela se practique la ética y la democracia, y que no solo se transcriban los términos en las libretas. Que la educación deje de ser solamente un proyecto curricular, y que se entienda como un referente del ideal social, y del vehículo para lograrlo, para generar un cambio de mejores condiciones de vida para todos, es decir, un mundo más justo.
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