El fracaso, hasta el momento, de la campaña de vacunación emprendida por el gobierno federal para frenar el contagio por covid-19 se explica no sólo por la falta de acierto para tomar decisiones sino, sobre todo, por el marcado interés electorero que tiene el presidente de la República. Esto resulta evidente cuando públicamente López Obrador ha aceptado que se han vacunado a los integrantes de la estructura electoral de Morena (llamados eufemísticamente "Siervos de la Nación”) antes que todo el personal médico del país. Sin cavilaciones profundas: ¿en la campaña de vacunación se justifican estos operadores electorales? Por esta razón el Gobierno federal no echó mano de la estructura de vacunación que ya existía. Realmente el esquema de vacunación ha sido exitoso sólo como campaña mediática, pero no en términos efectivos. No se esperaba mucho; hace más de 200 días, el presidente aseguraba: "vamos bien, hemos podido domar la pandemia”. Pero no fue así. Desde hace varias semanas, México tiene la tasa de mortalidad por covid-19 más alta del mundo (dato que puede ser corroborado: https://ourworldindata.org/coronavirus). Y sigue siendo un dato doloroso que en nuestro país sea el que más personal médico pierde por esta enfermedad viral. No olvidemos que esto no es resultado del azar, insistimos, este pésimo manejo tiene que ver con la mezquina priorización de lo electoral sobre lo social.
El presidente engaña al decir que se hizo lo necesario. Pero tengamos memoria: en 2020, ¡hubo subejercicio en el sector salud! Dicho en otras palabras, el dinero que estaba destinado para atender la salud de los mexicanos no se ejerció. La SSA incurrió en subejercicio; el IMSS erogó 9,500 millones de pesos menos, y el ISSSTE: 13,000 millones menos de lo programado. En total, los tres organismos encargados de la salud de la población dejaron de invertir 34 mil 500 millones de pesos en 2020. ¿Y ese ahorro? Dinero no gastado debe ser devuelto a la Secretaría de Hacienda. Así lo determina la ley, si una entidad receptora de recursos públicos gasta menos de lo que tenía autorizado esos recursos deben ser devueltos. La Secretaría de Hacienda, entonces, puede "redirigirlos” los recursos a otros rubros. Allí está lo problemático; Hacienda debe ser transparente pero no está obligado a fundamentar el destino de ese recurso ahorrado. Y, como quedó sentado, el gobierno federal debe tener bien llena la bolsa para sus programas asistenciales y de este modo asegurar votos.
Aunque la soberbia presidencial pretende cegarnos, la fuerza de Morena ha disminuido electoralmente. La bazofia verbal de las mañaneras no puede ocultar lo evidente: menos recursos para obra pública para los Ayuntamientos y Estados (donde no gobierna Morena), un Insabi que resultó peor que el Seguro Popular, la indiferencia y descalificación a los movimientos de desaparecidos o de reivindicaciones feministas, obstinación en mantener una política energética arcaica y dañina para el medio ambiente, un sensible recorte a la inversión para ciencia y salud entre otros. Todo este accionar ha dejado damnificados cuantiosos y esto es una condición que pone en peligro la hegemonía de Morena en el Congreso. Esto lo sabe el morenismo y por eso no dejará pasar la oportunidad para usar el plan de vacunación a su conveniencia. Lo paradójico es que este desastre le puede acarrear más desprestigio.
En la prensa de San Luis Potosí trascendió que una directora del IMSS en el municipio de Rioverde vende las vacunas por 35 mil pesos. La denuncia fue hecha por el personal médico y agregaron que existe un contubernio con el delegado regional del Bienestar, Juan José Debeza, con esto, la funcionaria dejó fuera a personal médico que se encuentra en la primera línea de batalla. Ambos son afiliados al partido Morena. Para nuestra mala fortuna, esta denuncia no es la única, en varios lugares del país -la mayoría morenistas- han usado el prominente tráfico de influencias para vacunarse con antelación. A esta corrupción sumemos la ominosa lentitud. Si continuamos con el ritmo de vacunación (21 mil 822 vacunados por día), ¡tardaremos 16 años en vacunar a todo México!
Seamos enfáticos: esta desgracia se pudo evitar si tuviésemos una clase política menos aferrada a sus intereses personales y un presidente más visionario y menos inepto.
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