El huracán “Otis” devastó a 47 de los 81 municipios del estado de Guerrero, entre ellos Acapulco, notorio por ser un centro turístico reconocido mundialmente. Este fenómeno natural y sus consecuencias nos revela, si no queremos cerrar los ojos, qué hicieron y qué están haciendo mal las autoridades de los distintos niveles de gobierno en México, y en Guerrero en particular.
Se dice insistentemente que no se deben politizar este tipo de desgracias. Pero esta afectó a cientos de miles de guerrerenses dejándolos sin vivienda, sin servicios, sin trabajo y, lamentablemente, según los reportes hay varias decenas de personas que perdieron la vida: no podemos dejar de señalar la negligencia e insensibilidad de las autoridades, que no tomaron en cuenta las alertas de la tormenta tropical prevista en esa zona del Pacífico.
Dadas las condiciones, “Otis” podía convertirse, como lo hizo, en un poderoso huracán de categoría 5. Pero la autoridad mostró también lentitud en reaccionar, a pesar de la magnitud de daños que ocasionó en la infraestructura carretera, en casas, en hoteles. Aquí los tres niveles de gobierno son de Morena, y ninguno puede responsabilizar al otro por cuestiones de comunicación, falta de operatividad o contundencia en las acciones.
Según algunos medios de comunicación, el Gobierno federal tomó con ligereza el fenómeno meteorológico. “Con al menos 10 horas y media de anticipación, el Centro Nacional de Huracanes de EU advirtió de la catástrofe que estaba por ocurrir en Acapulco y recomendó acelerar los preparativos ‘para proteger vidas’. Las alertas continuaron, y a las 8 de la noche; a cuatro horas del impacto, los especialistas anticiparon ‘un escenario de pesadilla’ en la costa guerrerense por la rápida intensificación del huracán ‘Otis’” según consta en una revisión documental realizada por MCCI. “Las continuas alertas emitidas por el Centro Nacional de Huracanes fueron replicadas por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) con horas de retraso”, dijo Proceso.
Buena parte de la lentitud del Gobierno federal en Guerrero se debe a que se gastó ya los recursos del Fonden y muchos otros fideicomisos en programas de carácter electoral.
Una vez impactado el huracán, con sus terribles consecuencias, principalmente para la población humilde de la costa guerrerense, y también contra la zona turística que es lo que más se difunde en los medios de comunicación, pasaron horas y días de inacción de los gobiernos municipal, estatal y, principalmente, del federal.
La población afectada, sin comunicación, sin alimento, sin servicios. Los medios de comunicación tradicionales se lanzaron a condenar los “actos de rapiña” de la población. Aquí lo único que hay que dejar asentado es que no hubo medidas inmediatas por parte del gobierno. Pasaron horas sin que la gobernadora del estado, Evelyn Salgado Pineda, diera la cara y se pusiera al frente de tal desgracia.
El presidente AMLO quiso minimizar la catástrofe, pero ante los hechos y la magnitud tuvo que aparentar su preocupación. Las imágenes de televisión son grotescas, por no llamarlas de otra forma, cuando lo vemos atascado en un Jeep en un camino de lodazal y vemos como militares y su Guardia tratan de sacar el vehículo en que va ¿Acaso no era lo correcto que se trasladara el primer mandatario en un helicóptero dada la urgencia? ¿Se trató acaso de un montaje para aparentar “preocupación” ante su respuesta tardía y su negligencia? Usted, amigo lector, tiene la respuesta.
Lentitud e insensibilidad del gobierno: “Pobladores de la zona costera de Guerrero denunciaron que no han recibido apoyos por parte del gobierno federal, así como de las autoridades estatales y municipales tras el paso del huracán “Otis” la semana pasada, y que es considerada la peor tragedia de Acapulco” (Los Angeles Press, 31 de octubre de 23).
Recordemos que en 2021, el Gobierno de la 4T desapareció autoritariamente el Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Este fondo fue creado en 1996 con la intención de que ante contingencias y catástrofes como la que hoy vemos en Guerrero, se tuvieran recursos inmediatos y en la cantidad suficiente para apoyar a la población damnificada y para la reconstrucción de infraestructura dañada.
Hoy vemos las consecuencias de esta torpe decisión del gobierno de AMLO. Buena parte de la lentitud se debe a que el Gobierno federal se gastó ya los recursos de ese y muchos otros fideicomisos para destinarlo a sus programas de apoyo directo de carácter electoral.
Necesitamos tomar conciencia de todo esto y proponernos no votar por Morena en 2024. No podemos permitir que nos sigan gobernando gentes que ante las desgracias de la población humilde, como es el caso de los municipios afectados por “Otis” en Guerrero, sea negligente, arrogante y torpe, a la hora de tomar decisiones de gran importancia.
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