Ciertamente, el pueblo mexicano no puede decir que vive en democracia, aunque muchos digan, entre ellos los políticos en el poder, que es así por lo menos desde finales de los 70. Sin ser riguroso, se puede decir que la democracia es un “sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes” (RAE). En nuestro país la forma que existe es la que se basa en la idea de que el poder lo ejerce el pueblo mediante representantes, es decir, la democracia representativa. Las características generales de esta forma de democracia son: “1) un gobierno representativo elegido por, 2) un electorado consistente en la totalidad de la población adulta, 3) cuyos votos valen lo mismo, y 4) que [se] puede votar por cualquier opción sin ser intimidado por el aparato de Estado” (Therborn, 1980). Aunado a estos elementos, la comisión de Derechos Humanos de la ONU en el año 2000 realizó una serie de recomendaciones para la consolidación de los sistemas democráticos, quedando los siguientes como los “elementos esenciales” de una democracia: a) Respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales; b) Libertad de asociación; c) Libertad de expresión y de opinión; d) Acceso al poder y su ejercicio de conformidad con el imperio de la ley; e) La celebración de elecciones periódicas, libres y justas por sufragio universal y por voto secreto como expresión de la voluntad de la población; f) Un sistema pluralista de partidos y organizaciones políticas; g) La separación de poderes; h)La independencia del poder judicial; i) La transparencia y la responsabilidad en la administración pública y; j) Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas. En el caso mexicano, todo esto descansa sobre el llamado sistema de partidos.
Todos los aspectos antes mencionados forman parte de la concepción liberal de la democracia, no tocan una parte fundamental, esa que se refiere a las condiciones de vida de la población, que son al mismo tiempo las condiciones de posibilidad para su realización. Sin embargo, podemos decir son temor a equívocos, que en México la gran mayoría de lo dicho arriba no se cumple o se cumple a medias. Si bien es cierto que nuestro gobierno es representativo, éste realmente no es elegido por la totalidad de la población adulta, pues algo que nos caracteriza es la abstención en el momento de las elecciones. Tampoco es cierto el hecho de que se pueda votar por cualquier opción, en primer lugar, porque las opciones son solo las que el sistema de partidos permite, y esto se reduce a los candidatos de partidos con registro oficial, y aunque existe la forma de “candidatos independientes” esta solo como forma de hacer creer que todos tienen las mismas posibilidades. En segundo lugar, es por todos sabido cómo el partido en el poder utiliza los órganos del Estado para intimidar o atraer a los votantes hacia la dirección que más le convenga.
Por lo que respecta a lo que la ONU propone para la consolidación de la democracia, nuestro país se rezaga aún más. No es necesario dar un repaso exhaustivo para dar cuenta de que los derechos humanos son violados de manera constante, muchas veces por el Estado mismo, que las libertades solo existen para unos cuantos, los dueños de la riqueza y el poder político; y que la libertad de vivir dignamente y sin miedo simplemente no existen para la gran mayoría de los mexicanos que viven en la pobreza. Que los partidos no representan las necesidades de sus electores, pues estos supuestos representantes una vez en el poder se encargan de legislar para los intereses de la clase política, de las élites a las que verdaderamente representan, y también que las organizaciones políticas independientes son perseguidas y los líderes encarcelados en muchas ocasiones. Es falso que en el país la separación de poderes opere, ni antes ni ahora; en diferentes niveles toda la clase política, sin importar el partido se pone de acuerdo para defender sus intereses o la voluntad del ejecutivo. Por último, los medios de comunicación no son libres ni independientes, al contrario, estos se encargan de embellecer la realidad, se encargan de manipular a la opinión pública para hacer creer que, en las elecciones, que no son más que una contienda al interior de la misma clase, el pueblo elije a sus gobernantes de manera libre; los medios de comunicación siempre se alinean con el poder.
En 2018 entra al poder político del país lo que se autoproclamó ser la “Cuarta Transformación” (4T) en la historia del país. Sin embargo, las acciones que la 4T ha emprendido se han traducido en cambios epidérmicos, que se hacen para que todo siga igual, e incluso se muestran claros retrocesos dentro del sistema político. En este sentido es importante señalar la progresiva subordinación del poder legislativo al ejecutivo, así como los ataques constantes a las instituciones de carácter autónomo. Y aunque es verdad que la existencia de un poder legislativo independiente, así como de instituciones como el INE y el TEPJF, no son garantía del respeto y cumplimiento de la democracia, para nuestro país son pequeños espacios que, junto con los diversos movimientos sociales, posibilitaron la salida de un sistema presidencialista en extremo. Esto es razón suficiente para que la comunidad en general defienda las instituciones existentes, pero los últimos acontecimientos, no muestran que las intenciones de la 4T son desaparecerlos.
Un panorama de esta forma pareciera dar la impresión de que no hay opciones para la existencia de la democracia en México. Pero la experiencia demuestra que mientras exista inconformidad, las posibilidades del cambio existen, sin embargo, hay que saber dónde buscarlas. Sobre esto, se equivocan quienes piensan que la salida está en los partidos actuales, es decir, en un regreso a el dominio del PAN-PRI-PRD, etc., lo mismo que los que piensan que la salida está en la continuidad de Morena en el poder. Todos ellos cometen el mismo error, que consiste en una limitación de miras, que no puede ver más allá de los partidos políticos existentes. Volviendo a lo básico, olvidan que en la democracia el elemento central es la comunidad, el pueblo activo, que se organiza y actúa para mejorar sus condiciones de vida y defiende sus derechos. Si no se vuelve la vista hacia la comunidad no podrán nunca salir del estancamiento histórico de la democracia mexicana.
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