…Es una guerra perdida. El error táctico de su derrota inminente consiste, en última instancia, en no reconocer la existencia del enemigo y, tarde o temprano, éste se levantará con la victoria final.
Una batalla de esta guerra se la apuntó la realidad a su favor en San Luis Río Colorado (SLRC), Sonora, con el desgraciado incendio del bar “Beer House”, el pasado 23 de julio, que al momento ha dejado 12 muertos.
Negar la existencia de la realidad, sobre todo cuando es adversa al político de las clases dominantes de hoy, es un complejo proceso de conveniencias que va desde negar sólo algunos de sus aspectos hasta negarla totalmente por la vía de acusar al adversario político e ideológico ¡de tergiversarla en su beneficio!
Se niega la realidad también cuando al adversario que la refleja acertadamente, con objetividad, se le acusa de perverso desestabilizador, de realizar campañas irresponsables y riesgosísimas, de dividir a la sociedad, manipularla, de fascista, corrupto, de dar moches, intermediario, de conservador, de fifí y toda una retahíla de acusaciones viscerales sin prueba alguna.
Son acusaciones infundadas, dichas con pretendida inocencia política, con la franqueza del cínico que espera que se le crea sólo porque confiesa su cinismo, con el objetivo único de desprestigiar al adversario que piensa y que piensa diferente, para que su discurso ilustrador y pedagógico sea rechazado por el público de inmediato, sin reflexionarlo, sólo porque el acusador de palacio nacional, o de cualquier cargo de poder, así lo ordena desde el púlpito mañanero.
Es todo un arte negar la realidad sin aceptar que se la está negando. Se pintan solos los políticos morenistas y los de las clases dominantes en la ardua tarea de negar la existencia de las crisis, por ejemplo, sin aceptar que las niegan. Así no se ganan el desprecio general por rechazar la presencia de algo tan obvio. Encubren sus verdaderos intereses, ocultan su esencia de vampiro que no puede tolerar la luz esclarecedora de la verdad.
Se requiere un cuerpo envenenado para tolerar el estar diciendo tanta mentira; se necesita tener la mente insensible, aherrojada, para resistir tanta sinrazón dicha por la lengua propia; se necesitan ojos de político demagogo de las clases poderosas para contener a duras penas el engaño que pugna por salir de sus órbitas, haciéndolos estallar. ¡No, si ser demagogo también es una chinga! Se requiere de un hígado muy grande para tragar tanto vómito.
Así, en San Luis Río Colorado se niega que la corrupción está metida hasta la médula en el gobierno municipal morenista, que no hizo nada por meter en cintura la estructura de bares clandestinos que inunda la ciudad; que toleró la armazón de antros fraudulentos; que los funcionarios menores, para permitir la existencia de los bares clandestinos por todos lados en ese municipio, requerían forzosamente de la complicidad abierta de funcionarios superiores así como del silencio cómplice de prácticamente toda autoridad en ese municipio; maquinaria de funcionarios que no podrían alegar en su defensa ser ciegos y sordos, la realidad allí estaba, y está, pero la callan para salvar el pellejo, es decir, el salario y las condiciones para transar, en lugar de renunciar dignamente. Sólo en estas condiciones sociales podía haber progresado y tenido éxito la locura de un sicópata incendiario. “La corrupción mezclada con incompetencia provoca muertes”, dijo Daniel Barrón.
La tragedia del incendiado bar “Beer House” nos está gritando que la 4T y MORENA no acabaron con la corrupción. Ya son cinco años y no lo han hecho, a pesar de que dijeron que al otro día de iniciar su gobierno se acabaría; y no lo hicieron porque no era su verdadero objetivo. Así, han sido a la vez que un estrepitoso fracaso, un acomodaticio éxito.
Dirán algunos que se está politizando la tragedia, pero es la realidad, otra vez, esa maldita conservadora fifí la que obstinadamente muestra el contubernio en que vive MORENA con los males de la sociedad, ella es la que prueba que se necesitan mutuamente. Para que llegáramos a este momento, a este incendio que dio la vuelta al mundo enlodando el prestigio de toda la gente trabajadora de México, era necesario el encubridor disimulo de los gobernantes todos los días, todas las semanas, mes con mes, cheque tras cheque, comisión tras comisión, mordida tras mordida, acumulándose cuantitativamente, hasta que una casualidad, esa inesperada damisela en que se manifiesta la necesidad, provocó un salto cualitativo y se evidenció la podredumbre: la calidad real de esa clase política.
La realidad termina por ganar toda la guerra, nadie puede contra ella a menos que sea su fiel aliado, a menos que la trate con respeto. No nos engañemos, cada mexicano sabe a la perfección que prácticamente en cada rincón del país hay un “Beer House” en potencia, que tenemos decenas de miles de bares del mismo tipo por todos lados, que, aunque no se incendien, cumplirán su misión embrutecedora y harán rica a la crápula clase política tradicional.
Todos sabemos que las viejas estructuras priistas y lo peorcito de todos los partidos emigró a MORENA. En realidad, lo más caduco del PRIAN se revigorizó en MORENA. El PRIMOR es, cualitativamente hablando, la misma esencia política que llevó al país a donde está ahora.
Son los mismos, no hubo ninguna transformación, ésta sólo fue un discurso mareador para seguir en el poder con otro color, para tener y seguir disfrutando de las mismas estructuras sociales de poder económico, legal e ilegal. Sólo esta misma esencia política explica el “Beer House” y sus miles de réplicas por todo el país.
Diga usted si no se necesita que ya gobierne otra clase social, no estos demagogos; una nueva clase de políticos con una calidad diferente, aliada de la realidad misma de nuestra patria para, en un supremo acto de justicia, fraternidad y humanismo, transformarla en motor de un nuevo país, más justo y equitativo con sus hijos.
Una clase social que gobierne nuestra nación sin negar la existencia objetiva de la realidad, sino que niegue su esencia actual para superarla y, consecuentemente, quitarle su carácter de opresora. Por eso estudiamos, precisamente.
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