En estos últimos días, la mayor parte de los columnistas veracruzanos han abordado el tema de los campesinos asesinados el pasado 20 de junio en Totalco, municipio de Perote, perpetrado por elementos de uno de los cuerpos policiacos que existen en Veracruz, la Fuerza Civil.
También han tratado el anuncio hecho por el gobernador morenista Cuitláhuac García Jiménez, en el sentido de que va a desaparecer dicho cuerpo policiaco.
Con estas nuevas acciones, queda claro que es falso que el Gobierno de la 4T haya cambiado de régimen, tal como lo señala su máximo líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Han tratado el asunto con gran indignación porque es cierto que los policías mataron a los campesinos porque algún funcionario público de mayor rango así se los ordenó. Lo más seguro es que la Fuerza Civil será incorporada inmediatamente a la Policía estatal, pero esta medida tomada por el gobernador no es correcta ni sencilla de llevar a cabo, debido a que existen cuestiones de carácter laboral que implican grandes cantidades de dinero para la indemnización de los policías al ser cesados, dinero que no existe.
La consideran una maniobra del gobernante para ocultar la basura bajo la alfombra y otro intento de culpar al pasado de este brutal hecho policiaco en contra de humildes campesinos que protestan en defensa del agua, que indebidamente acaparan las Granjas Carroll, por la contaminación del vital líquido y por la contaminación ambiental que genera dicha empresa.
Han criticado correctamente al gobernador en funciones, acusándolo de represor y de haberse manchado con sangre las manos de gente humilde, y a la gobernadora electa de hacer mutis ante estos crímenes.
El Movimiento Antorchista se suma a la condena contra el Gobierno de la 4T en Veracruz, así como a la exigencia de que se haga justicia tanto a los familiares de los campesinos asesinados como a los campesinos que continúan con su protesta.
Sin embargo, estas críticas dejan de lado el hecho de que la Fuerza Civil, al igual que todos los demás tipos de policías que existen en Veracruz, son parte del Estado burgués, del aparato que sirve para asegurar que una clase social pueda explotar el trabajo de otra clase social. Es imposible obligar a una parte importante de la sociedad a trabajar de forma sistemática para beneficiar a otra clase sin la existencia de un aparato permanente de represión.
Olvidan también que es falso lo que difunden los apologistas burgueses de que el Estado sirve para conciliar los intereses de los distintos grupos sociales. Por el contrario, es un aparato diseñado para asegurar la dominación de una clase sobre otra.
Esta dominación de una clase sobre otra se esconde intencionalmente bajo la forma de un gobierno aparentemente democrático en donde teóricamente gobierna el pueblo porque elige a sus representantes, se esconde bajo la forma de una república federal en donde existen tres poderes supuestamente independientes uno del otro.
A las clases ricas de México y del mundo entero, a los grandes industriales, a los banqueros, a los grandes comerciantes y a las grandes productoras de alimentos, les es conveniente esta forma de gobierno para mantener el régimen capitalista, en el que unas cuantas empresas se han adueñado de la mayor parte de la riqueza del país y de todo el planeta.
Solo en México, las catorce personas más ricas del país concentran más del 58 % de la riqueza nacional (Carlos Slim, Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Alejandro Bailléres, María Asunción Aramburuzabala, etcétera), según el último informe sobre desigualdad de Oxfam México.
A nivel mundial, tres grandes consorcios de inversión son los dueños de más del 60% de las empresas del mundo: Vanguard, Blackrock y State Street.
¿Cómo hacen estos cuantos ricachos para mantener controlados a los millones de pobres sin que estos se rebelen en contra de la opresión económica y política a la que son sometidos?
La respuesta está en que han creado un instrumento de dominación de clase en el que existen destacamentos de hombres armados y otras instituciones represivas que les son indispensables para mantener el control y reprimir a los trabajadores.
Es por eso que ahora, cuando los campesinos de Totalco, Veracruz, y del vecino estado de Puebla protestan contra la voracidad de una empresa como Granjas Carroll, compuesta por dos socios comerciales: la mexicana Agroindustrias Unidas de México (AMSA) y la estadounidense Smithfield Inc., principal productor y procesador de cerdo en el mundo, la respuesta de los vigilantes de la buena marcha de las grandes empresas capitalistas fue salir a reprimirlos, tal como lo han hecho siempre en diversas fábricas o municipios de Veracruz.
Recordemos el asesinato de los obreros Margarito Alfaro y Pedro Cruz Domínguez a manos de sicarios de la empresa Tamsa, una de las más poderosas de Veracruz, ocurrido la noche del 24 de marzo de 2017. O también las grandes masacres de obreros en las empresas textiles de Río Blanco en 1907, entre muchos otros ejemplos.
Con estas nuevas acciones, queda claro que es falso que el Gobierno de la 4T haya cambiado de régimen, tal como lo señala su máximo líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sigue habiendo capitalismo neoliberal en México y, por tanto, también en Veracruz. Esto significa que la administración de López Obrador y los Gobiernos morenistas estatales siguen gobernando para favorecer los intereses de los grandes magnates del capital.
Es falso que sean gobiernos al servicio de los pobres como lo pregonan de manera machacona. Son muchos los ejemplos en donde la policía ha reprimido e incluso asesinado a campesinos, obreros y colonos que protestan.
Sólo en los últimos días, la policía estatal, por órdenes del gobernador Cuitláhuac García, reprimió manifestaciones pacíficas en Coatepec, Ixtaczoquitlán, San Andrés Tuxtla, en donde asesinaron a un líder comerciante, y el jueves 20 de junio en Totalco.
La Fuerza Civil, como aparato represor, enfrenta más de 300 acusaciones por desaparición forzada de personas y se han contabilizado en los últimos cinco años, 21 acciones de violencia desmedida en contra de manifestaciones de gente humilde, a las que pertenecen las clases trabajadoras de Veracruz.
Ahora, después del triunfo de los candidatos de Morena, como consecuencia del engaño y la manipulación por el uso de los programas sociales, la soberbia de sus líderes y gobernantes los está llevando a salirse del guion que normalmente sigue el Estado burgués y están actuando de manera desmesurada en contra de la gente trabajadora.
Es indispensable que se entienda bien esto porque la conclusión que se deriva de ahí es que, aunque desaparezcan la Fuerza Civil como membrete, el sistema seguirá manteniendo a los grupos armados para reprimir todo intento para conquistar mejores condiciones de vida para las masas.
Por ello, la única salida posible es la unidad y organización de las clases trabajadoras de México para verdaderamente cambiar este régimen de opresión y explotación política y económica. Pues mientras exista el capitalismo, seguirá habiendo desigualdad, pobreza, hambre, falta de servicios, violencia y represión.
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