La educación es la base de desarrollo y progreso de los pueblos, y debe ser el motor propulsor para alcanzar una mayor calidad de vida y satisfacción del ser humano, que permita una mejoría integral.
En contraste con lo anterior, vemos que en México se desprecia el conocimiento, el desarrollo intelectual, se recortan recursos a programas o se eliminan por completo, con la justificación de que es necesario combatir la corrupción, así fue que propusieron, desde el Gobierno federal, la cancelación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo (ETC), que beneficiaba a alrededor de tres millones 600 mil alumnos, mismos que hoy quedan desatendidos en la alimentación que recibían, así como en el reforzamiento de conocimientos.
Algunos gobiernos estatales han anunciado que correrá a cargo de su presupuesto el sostener en operatividad este programa. En el caso de Baja California, el secretario de Educación en turno informó que se brindará la atención en las escuelas para alargar la jornada de clases y así rescatar el programa de ETC.
Llama la atención que ante algo tan elemental y básico como es la educación, incluso algunos de los políticos cuando tienen eventos cívicos, culturales o políticos con la comunidad estudiantil, refieran que la niñez y la juventud es el futuro de México, pero hoy, que tienen en sus manos el poder impulsar el desarrollo educativo, prefieren mutilar los programas en apoyo a este sector. A tal aberración llegamos que hoy se dirime en los juzgados tal cuestión.
Si continua la decisión del primer mandatario o si se acata la resolución de la jueza séptima de lo administrativo de Ciudad de México, ante un amparo una organización, en el entendido que eliminar el programa vulnera “el derecho que asiste a los menores de recibir educación, cuidado y atención mientras sus padres, tutores o personas responsables de ellos no tienen empleo, buscan un empleo” o su trabajo no les permite el “acceso a los servicios de cuidado y atención infantil”. Además, se menciona que el propósito del programa es que “los menores reciban alimentación adecuada para su desarrollo y que esta permita su aprovechamiento académico”. ¿Entenderán estas razones el presidente de la república y la secretaria de educación federal?
Por lo que vemos no se advierte un interés real y genuino por garantizar a los infantes más pobres de nuestra patria una educación de calidad, que los apoye para contar con una educación, real, integral, profunda que los eleve al grado más alto del conocimiento, lo que se busca es seguir generando mano de obra barata, no calificada y menos intelectualizada, que les permita más fácilmente su manipulación.
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