Para un país cuyo gobierno procura el bienestar de su población mediante el desarrollo económico, no hay recurso más valioso que el recurso humano, la preparación científica, técnica, ética y humanista de los niños y jóvenes que el día de mañana moverán la economía y la sociedad. Sabemos de países como Finlandia, Corea del Norte, Cuba, Holanda, que ponen en el centro de todas las acciones de gobierno, como parte de una visión a futuro de nación fuerte, soberana, la enseñanza de alta calidad de su educación desde que el niño es introducido a la educación formal hasta el nivel universitario. Cosa que no sucede en muchos otros países, resaltando México, en donde hay cifras como la deserción escolar que son escandalosas y preocupantes.
Según la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante la pandemia por Covid-19 desertaron 847 mil 072 estudiantes desde nivel básico hasta universitario (Sol de México en su edición del 18 de octubre del 2021). Desglosado: de preescolar, primaria y secundaria la deserción fue de 656 mil 072 alumnos; de bachillerato, 160 mil alumnos, y de nivel universitario 31 mil jóvenes. Es una cifra verdaderamente impactante que nos debe mover a reflexionar sobre este gravísimo problema, sobre sus causas (no las aparentes y superficiales) y las consecuencias que tendrá en el futuro en nuestro país. Pero, sobre todo, que nos muestran el carácter del gobierno y de su visión de país: si quiere un país subdesarrollado y dependiente, o un país pujante que destaque en el mundo, y sobre todo de un país que procure el bienestar social y económico de sus ciudadanos.
Pudiéramos consolarnos y responsabilizar a la pandemia de esta sangría (y de muchos otros fenómenos sociales y económicos como lo hacen los defensores acríticos de la 4T, empezando por quien la encabeza, AMLO) de los centros educativos, pero eso sería una explicación superficial. De hecho, la deserción escolar es un fenómeno que se ha dado en nuestro país y su causa no es desconocida: la situación socioeconómica de penuria de las familias trabajadoras y la falta de apoyo del gobierno. La pandemia por Covid-19, lo que ha hecho es acelerar el abandono escolar, para mostrarnos con mayor evidencia el fenómeno y sus causas. Durante la pandemia millones de familias han pasado a la pobreza y pobreza extrema según los organismos como INEGI y CONEVAL. Para una familia que no tiene ingresos suficientes, la educación de sus hijos no es una prioridad; la prioridad es el alimento, el transporte, el pago de servicios, la renta, etc.
La educación del joven le cuesta al estado y le cuesta a la familia. La misma nota nos da estimaciones de lo que le cuesta al Gobierno cada estudiante por nivel en el ciclo 2021: Nivel básico, 28 mil 600 pesos; nivel medio superior, 35 mil 900 pesos, y nivel universitario 84 mil 500 pesos. Las “perdidas” por el total de estudiantes que truncaron sus estudios es de 27 mil 126 millones de pesos. Aunque es poco lo que se invierte en nuestro país en educación comparado con otros países, lo cierto que ese recurso de alguna u otra manera se tiró al cesto de basura, sin provecho, ya que el alumno dejo sus estudios sin terminar su formación académica Este aspecto tampoco le interesa a la 4T, como no le interesan muchos otros problemas que tienen sumido a México en una crisis.
Pero también la educación le cuesta a la familia del joven. Una familia de escasos recursos, cuyo sostén es un obrero, un campesino pobre, un comerciante ambulante, no tendrá la posibilidad más que de brindar una educación elemental, primaria o secundaria, a sus hijos. Pensar en una educación universitaria, simplemente no es posible. La sociedad en que vivimos está diseñada para formar más obreros, por qué así lo demanda el mercado laboral, solo para dar la educación que la planta productiva demanda. Si se necesitan solo obreros con baja cualificación, eso será lo que la sociedad neoliberal forme; de médicos, abogados, ingenieros, sólo los que demande, igualmente, el mercado laboral.
La 4T se jacta de sus programas como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, que es, como todos los demás programas, un verdadero fiasco. Pero los hechos no se pueden ocultar con un dedo: más de 800 mil jóvenes truncaron sus estudios y así ingresaran al mercado laboral y se enfrentarán y sortearan su vida como cabezas de familia. ¿Qué ha hecho el gobierno morenista para evitar esta desgracia nacional en el terreno de la educación? Nada, absolutamente nada. Sólo aplicar la política neoliberal de que cada quien se rasque con sus uñas. ¿Quieres atención medica? Paga. ¿Quieres educación? Paga. Si no puedes, el Estado no lo hará por ti, ya que eso va contra la “austeridad republicana” o sea un estado de corte neoliberal.
Pensar en una educación universal y de alta calidad científica, sólo es posible en una sociedad mejor y más justa, que quiere estar a la altura de un mundo globalizado. Poner en el centro de toda la atención a los niños y jóvenes requiere un régimen diferente al sistema neoliberal o capitalismo salvaje que priva en México, que sólo ve como ultima meta la máxima ganancia privada y no le interesa el hombre y su desarrollo multifacético y humanista.
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