Desde hace varios meses hemos visto que las bardas y cualquier espacio que pueda servir como cartelón publicitario sobre las diversas calles y carreteras del país se han convertido en espacios para promover el nombre de los posibles candidatos de Morena a la presidencia de la república, la contaminación visual por parte del partido oficial es descomunal.
Con esa publicidad están promocionando a sus candidatos para el próximo año; sin embargo, Morena hadisfrazado tal acción con un proceso interno del partido que durará hasta por lo menos el mes de septiembre a fin de encontrar a su dizque “coordinador de comités de defensa de la cuarta transformación”. La “corcholata” que pase todas las pruebas será el candidato.
Sin embargo, ese no es el problema del cual quiero ocuparme en este escrito, sino de la abierta y descarada violación a las leyes que rigen el proceso electoral con miras a la renovación del poder ejecutivo el próximo año. La ley es clara e indica que las precampañas de los partidos políticos deben iniciar hasta la tercera semana de noviembre del año previo a la elección por la presidencia de la república y tendrán una duración de 60 días, sin embargo, lo repito, Morena ha iniciado desde hace algunas semanas un proceso de proselitismo electoral desvergonzado, no hay otro nombre por cual llamarlo.
En este sentido la senadora Kenia López Rabadán opina: “Estas elecciones van a ser una prueba de fuego para los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) porque claramente no se están respetando los principios de equidad en la contienda y el Estado de Derecho”, palabras que no menosprecio, pues tiene razón en toda la extensión de la palabra. Las “corcholatas” de Morena renunciaron a sus cargos políticoshace unos días y han empezado a recorrer el país en vías de salir victoriosos del proceso interno de su partido a fin de conseguir la designación para abanderarlos el próximo año en la boleta electoral para renovar al Ejecutivo.
Hasta estos días aún no hay postura por parte de Morena para saber quién financia los recorridos y reuniones masivas que hacen las “corcholatas”. Aunque siendo realistas, es claro que los servidores públicos morenistas (principalmente presidentes municipales y gobernadores), están invirtiendo parte de los recursos del erario público para financiar dichos eventos, con el único fin de quedar bien con su partido. Dicho problema podrá parecer minúsculo, sin embargo, si se hace la suma total del dinero invertido de los impuestos de la gente en todos los eventos financiados por los alcaldes, nos daría una suma millonaria, suma de dinero que bien se podría invertir para cubrir las necesidades de la gente en obra pública, medicinas, hospitales, escuelas, comedores, etcétera.
Además de gastar los recursos de la gente en eventos de proselitismo electoral, otro ejemplo de la violación a la ley electoral es clara. Para noviembre, el mes en el que inicia formalmente la precampaña, el candidato de Morena, que para ese entonces ya estará elegido, llevará casi cinco meses de ventaja hacia los candidatos de la oposición, pues es claro también que en cada evento que se realiza, los organizadores dan instrucciones de adular a las corcholatas con gritos como “presidente(a)”.
Esas acciones indudablemente son objeto de sanción por parte del INE; sin embargo, ha sido notorio que desde la llegada de Guadalupe Taddei, Rita Bell, Jorge Montaño y Arturo Castillo, el INE adoptó un papel menos protagónico y confrontativo con el partido oficial, incluso los consejeros electorales ya se reunieron con el Presidente, reunión que dejo cierta incertidumbre en la opinión pública, pues tal reunión era impensable hasta hace unos meses en la administración de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama. Esperemos que las cosas no pasen a mayores y el INE se pronuncie a la brevedad sobre estos atropellos, de lo contrario volveremos a los tiempos donde el partido oficial solapaba las inconsistencias en el proceso electoral y se convertía en juez y parte en la contienda.
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