El 11 de enero, Citigroup anunció la intención de dejar los negocios de Banca de Consumo y Banca empresarial en México, lo cual implica la venta de Citibanamex. Al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador, haciendo gala de su “nacionalismo”, expresó su deseo de que el banco en venta pase a manos mexicanas, que los mexicanos vuelvan a ser los dueños. Pero, retórica aparte, ¿qué mexicanos exactamente podrían ser los próximos dueños? Los bastante conocidos empresarios más ricos de México. Carlos Slim Helú, Ricardo Salinas Pliego y Carlos Hank González son los nombres que han sido manejados por el presidente, la invitación va dirigida a ellos.
Carlos Slim, la persona más rica de México, es el principal accionista de Inbursa, banco que tiene una participación de mercado del 3.44% y se posiciona como el séptimo banco más grande del país. Ricardo Salinas, la tercera persona más rica de México, es propietario de Banco Azteca, el décimo banco más grande con una participación en el mercado es de 2.18%. Carlos Hank González, presidente de Banorte, es hijo de Carlos Hank Rhon, quien es a su vez la octava persona más rica del país y principal propietario de Banorte, cuarto banco más importante por su participación de mercado, 11.25%.
Citibanamex es el tercer banco más grande del país, su poder de mercado asciende a 12.24%. Junto con BBVA México y Santander, concentran la mitad de los activos bancarios; los cinco bancos más grandes (agregando Banorte y HSBC) acaparan el 67.5%; y los diez más grandes (sumando Scotiabank, Inbursa, Banco del Bajío, Banco Azteca y J.P. Morgan), el 83.16%. La adquisición de Citibanamex por parte de Carlos Slim o Salinas Pliego permitiría a Inbursa y Banco Azteca entrar en el top tres de los bancos más grandes. De adquirirla Carlos Hank, Banorte se consolidaría como el principal banco de México. Pero, independientemente de quien lo adquiera, el escenario en los tres casos augura ya un mayor grado de monopolio en la banca mexicana. Eso sí, un monopolio con su “orgullosa” participación mexicana, con sus muy mexicanos millonarios.
La fortuna de la mayoría de los millonarios mexicanos se ha formado al amparo de prácticas monopólicas en los sectores de las telecomunicaciones, de servicios financieros, comercio de autoservicio y departamental, principalmente. Su éxito ha sido excluyente de la del resto de los mexicanos. Tan solo en la pandemia, cuando la economía experimentó la mayor contracción de su historia, provocando un aumento de la pobreza y la caída de los ingresos de las familias mexicanas, el patrimonio de los millonarios de México se recuperó rápidamente y creció 11% respecto a 2019. Por otro lado, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) informó sobre las ganancias históricas que registró el sector bancario en 2021, “los 50 bancos en México registraron el año pasado un crecimiento en sus ganancias de 65.7%... dejando así a un lado los efectos generados por la pandemia del covid-19”.
Poco o nada importa si los dueños son mexicanos o extranjeros si lo que prevalece en México es un capitalismo rentista, si la riqueza socialmente producida no se socializa. Nacionalismo ramplón y sensacionalista. Un país orgullo de los mexicanos sería un México altamente productivo, que invierte en la generación de empleos bien remunerados y en la educación espiritual y profesional de su pueblo. Una nación económicamente poderosa y con justicia social, no una nación de un puñado de mexicanos millonarios a costa del grueso de su población.
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