Como lo he comentado en otros escritos, el presidente municipal de la capital del estado se niega rotundamente a atender las peticiones de campesinos, pescadores, colonos, jóvenes y niños de distintas comunidades y colonias que reclaman atención a problemas que aquejan desde hace mucho tiempo a sus lugares de origen, violando flagrantemente las garantías constitucionales consagradas en los artículos 8° y 9°.
Los antorchistas de la capital, con el propósito de buscar, una vez más, ser atendidos por el señor presidente realizamos una manifestación pública el pasado viernes 24 en el marco de la fiesta de San juan en la Presa de la Olla, porque la presencia de la máxima autoridad municipal en el lugar es una tradición de muchos años, en este año el arribo del presidente a la verbena popular se programó para las 13:30 horas, pero no llegó a esa hora, los manifestantes esperaron pacientemente hasta las 15 horas y el alcalde brillo por su ausencia, pero hizo su arribo a las 17 horas una vez que los manifestantes se habían retirado.
Alejandro Navarro está adoptando una actitud que raya en el cinismo, que la Real Academia Española de la Lengua, define como “el descaro o desfachatez en la defensa o práctica de acciones que la mayoría de la gente ve como reprobables”. Y, así es, la totalidad de los ciudadanos reprueban que los gobernantes no atiendan sus problemas y más reprueban la indolencia, de esa misma autoridad, ante sus necesidades.
La actitud del presidente es soberbia, entendida ésta, como un orgullo y envanecimiento desmedidos, combinado con un marcado menosprecio a los demás. Tal es el caso, el alcalde muestra un orgullo excesivo hacia los que se atreven a exigirle que cumpla con la ley y de respuesta a las peticiones que le fueron planteadas y nos castiga con el látigo de su desprecio. Quiere hacer sentir el poderío de su gobierno y la superioridad de sus medios para resistir y, en su caso aplastar y derrotar al movimiento; pone en juego la arrogancia y prepotencia del poder para desanimar y desarticular la protesta social organizada de quienes se atreven a insistir en sus derechos a pesar de la negativa oficial.
La ciudadanía debe entender perfectamente que las dos veces que el alcalde nos dejó plantados en las reuniones por él mismo convocadas, son parte de la mentira y el engaño oficiales, que han sido, desde siempre, un recurso para eludir presiones y burlar los deseos expresados por la sociedad civil de participar en la toma de las decisiones más importantes que le atañen.
Es de todos conocido que, la falta de credibilidad en los gobernantes se debe a la mentira oficial, la inmensa mayoría de los ciudadanos tiende a desconfiar de modo automático cuando escucha una promesa o una afirmación pública o privada en labios de un funcionario público, independientemente del nivel de gobierno al que pertenezca. Y naturalmente que esta reacción ciudadana no es gratuita, como lo ilustra el caso que estoy tratando.
Muchos funcionarios, entre los que se encuentra Alejandro Navarro, piensan que la política es el arte del engaño y de la astucia para burlar al pueblo, pero lo que no alcanzan a ver es, que con este proceder aumenta la falta de credibilidad ciudadana en los políticos y autoridades y, que representa un síntoma y una característica de un gobierno elitista y autoritario.
La lucha en la capital del estado de Guanajuato, se vislumbra larga y difícil, pero nadie debe esperar que los antorchistas y sus líderes arriemos las banderas sólo porque se nos menosprecia. Las necesidades son reales y los reclamos son legítimos y están dentro de la ley. Y aunque muchos, como el presidente Navarro, se burlen de nuestra capacidad para resistir, ésta es genuina y tenemos toda la disposición para hacerla efectiva.
Siempre hemos estado y hoy no es la excepción, dispuestos y abiertos al diálogo racional y constructivo con el fin de hallarle una salida a la problemática. Pero en virtud de que esto no depende sólo de nosotros, como ha quedado de manifiesto en esta ocasión, también nos estamos preparando para extender y profundizar el movimiento. Próximamente realizaremos de nueva cuenta en la capital una manifestación pública que será, con toda seguridad, más numerosa, pero, pacifica, legal y respetuosa de todo mundo. Tendrá lugar el día en que se abre la compuerta de la Presa de la Olla, que debido a la poca afluencia de las lluvias, no tiene fecha.
Desde este modesto espacio, invito a mis compañeros para que estemos pendientes del día y la hora en que se anuncie por las autoridades la apertura de la compuerta porque ese día habremos de darnos cita, para exigir, una vez más, respeto al estado de derecho que rige nuestra patria, para que los problemas de miles de familias sean atendidos y resueltos.
Los antorchistas tenemos claro el papel histórico que nos corresponde jugar en estos momentos, encabezar la lucha social como mecanismo para organizar y educar a los mexicanos más humildes en busca de un verdadero cambio social, que necesariamente tiene que ser obra de los más pobres de nuestra patria que constituimos la inmensa mayoría. Por esta razón, los antorchistas, luchamos por los que no luchan, pero que tarde o temprano se darán cuenta de la inminente necesidad de hacerlo.
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