El actual Gobierno ya está preparando el escenario para el 2030, con un claro objetivo: mantener el control dividiendo a México en pequeños grupos. Para llevar a cabo este plan, necesitan hacerse con el poder del sistema judicial, el INE, y garantizar que los hijos del presidente ocupen cargos clave en Morena.
El panorama político en México se mueve con precisión. Claudia, la presidenta aún sin asumir el poder, ya está siendo rodeada por las piezas que le impedirán avanzar en las áreas que no son convenientes para la 4T.
Mientras tanto, los medios de comunicación reportan diariamente cómo Morena aplasta a la oposición en el Congreso. AMLO, por su parte, sigue señalando los errores del pasado, pero no toma ninguna acción frente a los escándalos como los fraudes en Segalmex o las denuncias que involucran a sus propios hijos.
La oposición parece estar en un estado de decadencia. Cierran sus puertas a nuevos integrantes y sólo ven cómo sus filas se reducen, acercándolos lentamente a su desaparición. Algunos de estos partidos se alinean con Morena, buscando mantenerse a flote, ofreciendo su apoyo a cambio de cargos, mientras se presentan como una opción "nueva", aunque lleven años en la escena política, siempre al lado del partido en el poder.
El panorama político en México se mueve con precisión. Claudia, la presidenta aún sin asumir el poder, ya está siendo rodeada por las piezas que le impedirán avanzar en las áreas que no son convenientes para la 4T. Mientras tanto, un pueblo de 35 millones sigue esperando los cambios prometidos desde 2018.
Sin embargo, tras casi seis años de Gobierno, los resultados son alarmantes: la economía no crece, la delincuencia está fuera de control, el sistema de salud está deteriorado, la educación se desmorona, el número de pobres ha aumentado, el empleo formal ha disminuido y la migración por falta de seguridad y trabajo ha alcanzado cifras históricas. Además, la deuda pública se ha disparado.
El nepotismo del presidente es evidente. Su plan está claro: heredar el poder a Claudia y su hijo, pero para lograrlo necesitan un país fragmentado, controlado por los medios de comunicación y concentrando el poder en sus manos.
Esto obligará a la nueva presidenta a demostrar su capacidad para dirigir un país lleno de recursos, pero con una población empobrecida. No habrá excusas: si el país sigue deteriorándose, no será culpa del pasado, sino de Morena y la 4T.
Dividir al país es un error monumental que solo favorece a los que detentan el poder. La verdadera solución está en la unión del pueblo, ya que todos estamos siendo explotados de una u otra manera.
Algunos quizás piensen que no necesitan unirse, pero los recientes abusos contra el poder judicial demuestran lo contrario: esta concentración de poder beneficia únicamente a unos pocos megamillonarios, mientras la pobreza sigue creciendo y el apoyo al campo ha desaparecido.
La lucha que propone la 4T no es la respuesta; es simplemente un cambio superficial. Sin embargo, este maquillaje deja entrever el verdadero rostro de una administración que se acerca cada vez más a la dictadura, explotando a la clase trabajadora.
No debemos caer en su engaño, es momento de abrir los ojos y reconocer la realidad. El movimiento que dice representar a los más pobres no es más que una trampa.
La concentración del poder que buscan en el tribunal electoral y judicial es su último paso para consolidar una ideología que, lejos de beneficiar al pueblo, lo empuja al abismo.
Despertar es esencial, y la lucha verdadera no es la que proponen los de arriba, sino la de un pueblo que ya no puede ser explotado ni dividido más.
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