Los recortes presupuestales y la falta de claridad en los planes y programas públicos para fomentar el arte y la cultura en México son muestra de que estos no son una prioridad para el gobierno morenista que se auto definió en campaña como la esperanza de México, a pesar de que existe una Secretaría de Cultura, por ciento, muy ineficiente.
Después de un largo invierno neoliberal, se creó la falsa expectativa de que con Andrés Manuel López Obrador al fin habría un gobierno de izquierda más o menos afín a la orientación política de la mayor parte de la comunidad cultural, dispuesto a invertir y a comprometerse, un poco más, con el sector, y capaz de ver en las obras artísticas algo más que una fallida mercancía al estilo capitalista.
Si las administraciones anteriores, de Ernesto Zedillo a Enrique Peña Nieto, se habían resignado a mantener de mala gana el aparato cultural, con sus puntuales recortes presupuestales aquí y allá, del gobierno de la Cuarta Transformación se esperaba, cuando menos, una postura más generosa en la que se considerara cierta simpatía por los creadores y un generoso reconocimiento del valor de la producción artística, de esto nos da cuenta Rafael Lemus, en el New York Times (2019): “Se esperaba que el primer gobierno de izquierda en México tuviera una cierta simpatía por los creadores. Pero en lo que se refiere a política cultural, el gobierno de López Obrador se ha obstinado en ser decepcionante”.
Recordemos que, a inicios de la actual administración federal, cuando se dio a conocer el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el ejercicio fiscal 2019, éste planteaba una reducción de mil millones de pesos en comparación con el presupuesto asignado para el ejercicio 2018, por lo que, tras una serie de manifestaciones encabezadas por representantes de la comunidad artística, el recién instalado gobierno morenista se vio obligado a incrementar el presupuesto para dicho ejercicio, que llegó así a los 12 mil 894 millones de pesos.
Pero el desprecio de López Obrador hacia la cultura no es nuevo, se puede rastrear desde su gestión como jefe de gobierno del Distrito Federal, entre 2000 y 2005, al respecto, con investigación de Karla Sánchez, la revista cultural Letras Libres (2019) menciona que: “Durante ese periodo, la Secretaría de Cultura local sufrió una reducción de presupuesto. En 2003, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó 50 millones de pesos para la rehabilitación de infraestructura cultural y el fomento a la cultura. Parte de estos recursos se iban a usar para remodelar el Centro Cultural Ollin Yoliztli y el Teatro de las Vizcaínas, pero por orden del Jefe de Gobierno se dirigieron a la construcción del distribuidor vial de San Antonio, de un hospital en Iztapalapa y al arreglo de las calles del Centro Histórico”.
A todas luces es evidente que la cultura no ha sido una prioridad para López Obrador, quién representa el primer gobierno mexicano que se autoproclamó de izquierda, toda vez que también se han documentado el uso de las instituciones artísticas con fines personales, como rentar Bellas Artes a una organización religiosa; o con fines propagandísticos, como la actual programación televisiva de los canales públicos, los cuales no abonan al desarrollo cultural del país.
Esta falta de atención al fomento de la cultura y las artes, de López Obrador, no es fortuita, tiene su origen en la propia conciencia del presidente sobre esta, el cual profesa una limitada concepción subjetivista, ambigua, arbitraria y hasta confusa de lo que es la cultura, característico de él, prueba de ello es lo dicho en una de sus mañaneras cuando, un reportero le preguntó si la cultura y la ciencia se convertirían en temas prioritarios para su gobierno, a lo que López Obrador respondió: “ todo es relativo, porque habría que definir qué entendemos por cultura, porque si se trata de apoyo a la cultura les podría decir que nunca se había apoyado tanto a la cultura como ahora, en mi concepción de cultura. Porque la cultura es lo que tiene que ver con los pueblos y nunca los pueblos originarios, los integrantes de nuestras culturas habían sido atendidos como ahora”, lo anterior, según lo documentado por Letras Libres (2019), en tal razón, es imposible pedirle peras al olmo.
Ante semejante afirmación, es necesario precisar y explicar un enfoque más sólido, inteligible y más integrador de lo que se debe entender por cultura, que envuelva desde las generalidades conceptuales teóricas abstractas, hasta las formas más concretas de la realidad social, donde se manifiesta materialmente la acción del ser humano.
Al respecto, nos sujetamos a la propuesta de Antonio Gramsci para quién la conceptualización de la cultura debe asumir una función práctica y unificadora que se diferencia de ser una mera ficción, como el caso de la intelectualmente limitada conceptualización de López Obrador, o el objeto de sofisticadas descripciones burguesas; la concepción de cultura de Gramsci tiende a captar la realidad en su dimensión total, que se amplía hasta lo universal, ligándose al mismo tiempo con la historia y la práctica en la que “todos los hombres pertenecientes a una determinada sociedad son actores y autores de la cultura que produce esa sociedad, son elementos de "un mismo clima cultural", entendiéndose por tal no la uniformidad ni la pasividad, sino todo lo contrario: la lucha entre corrientes culturales diversas y opuestas y su necesaria unidad, como base del movimiento cultural en su conjunto” José Ron (1977). Por su parte, para Dmitry I. Chesnokov (1966) "la cultura, en oposición a lo dado por la naturaleza, abarca la esfera de lo que es obra del hombre". De esta forma la cultura comprendería todos los aspectos de la vida de la sociedad, desde la producción hasta las formas ideológicas inclusive, por tal motivo esta es tan polifacética como la misma vida social”. En este sentido, siguiendo a Chesnokov, “la cultura no se identifica con la sociedad, sino que se la considera como un producto de la actividad por ésta desarrollada", de lo que deriva su carácter multicultural.
Esta noción de cultura planteada por Gramsci constituye una base teórica sólida para aproximarse a un concepto de cultura más cercano a lo popular, que es lo que López Obrador pretendió referir con su notablemente torpe proposición. Según esto, podemos destacar, de antemano, que la cultura popular es una forma específica de cultura; que participa de las características generales pero que tiene su propia peculiaridad. En este contexto, lo popular, es decir, las manifestaciones culturales producidas por las masas, por el pueblo, integraría un concepto amplio de cultura popular, donde el mismo pueblo como sujeto y objeto de su propia actividad conscientemente asumida, como productor de su propia cultura, es la base sobre la cual descansaría la producción cultural popular.
En este orden de ideas, cultura popular sería, entonces, no sólo el aspecto particular de la cultura, el hecho del cual son protagonistas las mayorías de las sociedades, sino, en sentido más profundo, ese mismo pueblo participando conscientemente en su elaboración, enriqueciéndose y creando la cultura, apropiándose de ella para conseguir su plena libertad, su realización como colectividad, "para transformarse a sí mismo y transformar con él al mundo".
Por tal motivo, en el Movimiento Antorchista Nacional sabiendo que el pueblo es la matriz original de la producción del arte y la cultura, y que en esta sociedad capitalista la producción cultural ha sido mercantilizada y limitada para el goce y disfrute de la burguesía; con el esfuerzo de fomentar, inculcar y difundir la cultura y las bellas artes entre el pueblo, este año se celebra la XXI edición de la Espartaqueada Cultural en la que miles de artistas nacidos del pueblo trabajador, provenientes de todo el país, estarán presentando un enriquecido abanico artístico de danza, poesía, música, canto, teatro y baile, que se han propuesto devolver el arte y la cultura al pueblo, de donde ha nacido.
En esta ocasión, por las condiciones de riesgo que representa la contingencia sanitaria ocasionada por el virus SARS-CoV-2 y ante el desprecio y castigo de la cultura por parte del gobierno de López Obrador, el Movimiento Antorchista realiza la Espartaqueada Cultural de forma virtual del 2 al 9 de abril, mismo que será accesible para todo el pueblo de México a través de la página oficial Facebook.
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