“No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaba el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo.
No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia”.
Popol Vuh.
El proceso creativo debe tener su propia ofrenda.
Antes de que la claridad se haga presente, todo está creado, dispuesto y ordenado para recibir los primeros destellos de la aurora; no importa el espacio, el clima, la sed o el sueño. ¡Que aclare!, ¡que amanezca!, esa es la encomienda al conjunto de manos creadoras que, unidas en una urdimbre extraordinariamente organizada, van tejiendo la ornamentación que alumbra cada evento, y que servirá, a su vez, de origen al destello luminoso interno en cada uno de los testigos presenciales o remotos y sucederá el comienzo del trabajo clarificador de la conciencia.
¿Qué aconteció en la oscurana, en lo íntimo, en lo secreto? El indispensable proceso de la creación; la precisa combinación del trabajo fecundo y la imaginación, expresada en las múltiples manifestaciones de la materia; el alumbramiento de la forma, del color y del movimiento. Las fecundas manos hablaron, consultaron entre sí, meditaron, se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y sus pensamientos y dieron paso al génesis.
La vigilia y el cansancio producto del esfuerzo invertido, son ofrendados a la creatividad, y su esencia es la sustancia que alimenta y renueva infinitamente la imaginación, y sus frutos son ofrecidos generosamente a todos, y se convierten en semillas que hacen brotar manos de nuestros ojos para acariciar, a la distancia, todo el ordenado enjambre que forma el conjunto final de su creación.
Ahora está acabado el marco idóneo para que otros, los continuadores, comiencen a hilvanar su propia obra, entregando también lo mejor de cada quien en la sonoridad de la palabra enlazada del poema, en el ritmo y la altura de las voces acompasadas, en los vigorosos y gráciles movimientos de los cuerpos que magnetizan, deslumbran y asombran, que remueven sensibilidades e invitan al pensamiento a la reflexión; que alejan las penas y los dolores.
Las manos detrás de cada evento.
“… Ixmucané, haced que aclare, que amanezca …” Y un conjunto de mujeres educadoras, pacientes labradoras de rostros interiores y sostenedoras del ánimo comunitario, repiten la labor de Ixmucané; crear para la felicidad de los demás, formar el alimento espiritual para el deleite de un mundo de voluntades que se reúnen para transformar la dura realidad de los que sufren.
Cada celebración, cada evento organizado por su frente de lucha, el magisterio, o por todo el Movimiento Antorchista en el noroeste mexiquense en su conjunto, se convierte en una muestra de su trabajo, de su capacidad creativa convertida en toda la ornamentación que embellece los entarimados, los escenarios, las mesas centrales los corredores y los espacios de una demostración; una pequeña columna delimitante se convierte en un verdadero atractivo visual, una sencilla cadena de papel se transforma en un abigarrado conjunto de colores y contenido.
Su profesionalismo y creatividad se pone de manifiesto también en el sentido social, sus manos de artista moldean y conducen humanidades en formación; Lucila Sosa, Norma Uribe, Coni Hernández, Marisela Arriaga, María Manuela Antonio y Norma Hernández entre otras educadoras, ejercen la docencia en los jardines de la infancia que se han creado e impulsado en el fragor de la lucha social, en el combate desigual que se libra por arrancar la educación de una situación de privilegio para unos cuantos en un derecho de todos y hacerla accesible a los hijos de nuestro pueblo.
A ellas pertenecen estas manos, de ellas son la creatividad y la imaginación, que, a través de su infinita paciencia de artesanas, transforman y multiplican, construyen y embellecen la obra que, al clarear, entregarán al disfrute de todos los asistentes, tal como Ixmucané entregó al mundo, el producto de su creación labrado en secreto: el primer hombre de maíz.
La formación de las creadoras…
La responsabilidad de la conducción de este dinámico y fecundo equipo de docentes recae sobre los hombros de las maestras María Manuela Antonio y Marisela Arriaga, quienes, con la experiencia y laboriosidad adquirida durante casi treinta años en el magisterio y en el trabajo popular organizado, han compartido sus conocimientos y habilidades con todos los que forman parte del Movimiento Antorchista en el noroeste mexiquense.
De la mano de los colonos organizados en los nuevos asentamientos populares, defendiendo los intereses de los trabajadores, en la conducción de los padres de familia de sus instituciones, aceptando al pueblo humilde como su compañero y maestro, han moldeado también su propia conciencia hasta comprender que su lugar está aquí, junto a todos los que luchan contra las adversidades por la construcción de un mundo mejor para todos.
La comprensión y asimilación de las necesidades y aspiraciones de la población humilde ha llevado a la maestra María Manuela y a todo el colectivo de educadoras, a plantear e impulsar un elevado nivel educativo en los jardines de niños, fijando como meta el dominio de la lecto escritura en todos sus egresados, exigencia académica acorde con la fase actual del desarrollo de la lucha social en que se requiere la formación de una conciencia de clase, mientras más temprano, de mayor utilidad será, y en mucho ayuda aprender a leer.
Vendrán más amaneceres que nos permitan apreciar el producto de su trabajo, pero su contribución más importantes es quizá, colocar su disciplina, constancia, capacidad creativa y su imaginación al servicio de la formación de un nuevo modelo de hombre, que habrá de forjarse en las entrañas de esta sociedad egoísta, y gracias a esas manos creadoras y conductoras, habrá de llevar a cabo la tarea histórica de su clase social; la construcción de la verdadera sociedad humana, solo entonces habrá concluido su misión; Ixmucané habrá entregado al hombre nuevo.
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