MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Independencia económica para ser realmente soberanos

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¿Es México realmente un país soberano e independiente? Tres hechos recientes nos dicen, dolorosamente, que México no es soberano porque mantiene una fuerte dependencia económica del exterior, y que las consecuencias de ello son terribles. 

Primero: el 48% de los alimentos que consumimos se los compramos a otros países, a Estados Unidos principalmente. Esta dependencia alimentaria nos cuesta graves episodios inflacionarios. En lo que va de 2022, México ha registrado una inflación anual en los alimentos del 11.9%, siendo la quinta nación con el mayor encarecimiento alimentario entre los países de la OCDE. Los sectores más pobres son los más afectados, pues el aumento de los precios de los alimentos genera hambre, desnutrición, pobreza extrema, y hasta la muerte, porque el salario ya no alcanza ni para comer. 

Segundo: En la mañanera del 24 de marzo, el presidente Andrés Manuel adelantó el anuncio de la decisión que tomó el Banco de México de elevar por séptima vez la tasa de interés, dicho sea de paso, esta política se instrumentó luego de que hiciera lo mismo la Reserva Federal de los EEUU. Las reacciones no se hicieron esperar, pues los mercados financieros internacionales no toleran que el Estado, cuya figura es el presidente, se entrometa en los asuntos del Banxico. Lo realmente grave no es la indignación ante las declaraciones, sino la capacidad real que tienen los capitales extranjeros de desestabilizar nuestra economía si ven en peligro la autonomía del banco central. Por eso, el presidente tuvo que ir a disculparse ante los banqueros y hacer el compromiso frente a ellos de que respetará la autonomía del Banco de México. Esta disculpa pública evidencia que nuestra economía no se maneja sola, al margen de los intereses económicos de quienes tienen su dinero invertido en nuestro territorio.  

Tercero: En 2020, México fue el noveno país con mayor IED en el mundo. De los Estados Unidos provino el 51% de esta inversión extranjera, siendo el sector energético uno de sus destinos más importantes. Por esta razón, altos funcionarios de EE. UU., entre los que destacan John Kerry, enviado especial de la Casa Blanca para el cambio climático, Ken Salazar, embajador de los EEUU en México, Katherine Tai, representante comercial de EEUU, y Jennifer Granholm, la secretaria de Energía de EEUU, han manifestado su franca oposición a la propuesta de reforma eléctrica del presidente, y presionan cada vez más para frenarla.

México no es un país soberano. Nuestra economía está subordinada económicamente a poderosos empresarios, inversionistas y banqueros internacionales. Las muestras de indignación y la actitud retadora del presidente son esfuerzos inútiles para convencerlos de que respeten a nuestro país. Muy por el contrario, solo provocan irritación, lo cual puede conducir a reacciones económicas graves. Los mexicanos debemos saber que no somos independientes, y sí, tenemos que indignarnos, pero, sobre todo, tenemos que ser muy conscientes de que con exigencias morales no ganamos nada porque en el terreno puramente económico no somos los más fuertes. La soberanía no se pide ni decreta, se construye.

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