Carlos Marx, en una carta dirigida a Arnold Ruge, en 1843 dice: “Pero si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder”, frase por demás justa y necesaria para la coyuntura de todos los países regidos bajo la ideología predominante manejada a antojo del capital.
En México vivimos este tipo de ideología, el tipo de pensamiento que desde hace décadas nos ha impuesto el capitalismo que educa al hombre para el tráfico eficiente y el beneficio económico de los intereses del capital, los obreros son sometidos a un exigente programa de trabajo con salarios miserables que les quitan, poco a poco, su vitalidad, están encadenados al hambre, la pobreza, a la idea de alcanzar la felicidad a costa de lo que sea y los enajena cada vez más. De esta manera se da la alienación, que para Marx significaba que el obrero se deprimiera, que odiara su trabajo, que utilizaran su creatividad de forma incorrecta creando el aparato de Estado, las máquinas, las religiones o las reglas para que estas terminen por controlarlos.
Los obreros, a nivel mundial, viven en condiciones muy miserables, pero en México se acentúa esa miseria aún más porque la felicidad que vende el país que se siente dueño del mundo y que es el principal defensor del sistema económico actual, EE. UU., no la pueden tener ellos estando tan cerca de su vecino del norte.
Es por esta razón que, analizando nuestra realidad y a través de una crítica despiadada de todo lo existente, debemos considerar de vital importancia cambiar la ideología de nuestro pueblo que lo mantiene miserable, alienado y sumiso a las migajas que el sistema pueda darle. Pero las autoridades políticas y educativas mexicanas no consideran de vital importancia este fenómeno, ya sea porque no utilizan el método científico de estudio de la sociedad o porque conocen el problema y no quieren darle solución.
El 25 de enero del presente año, la Red Latinoamericana por la Educación y la organización Mexicanos Primero expidieron un documento titulado “Vive México una crisis educativa que no ha sido atendida por la autoridad” que evidencia en dos hojas la crisis educativa por la que atraviesa la nación y las nulas posturas por parte de las autoridades para mitigarlo; en primer lugar denuncia la escasa inversión que se le destina a este sector que principalmente afectaría a la formación de docentes para formarse en verdaderos educandos, enfatizando el rezago educativo por pandemia que sigue afectando a los niños, niñas, jóvenes y adolescentes. Y en segundo lugar manifiesta que el sistema educativo mexicanos es excluyente, inequitativo e ineficiente, haciendo finalmente un llamado a las autoridades federales y locales, a las familias, los estudiantes y a la ciudadanía en general, a enfocar todos los esfuerzos en revertir la realidad y propone para lograrlo: recuperar a los ausentes, es decir a todos los niños que dejaron de estudiar en el periodo más difícil de la pandemia; a atender el bienestar socioemocional y realizar una estrategia de recuperación de aprendizajes desde la infancia.
Eso que menciona el documento es totalmente cierto y las ideas que planea para darle solución al problema no están del todo erradas, pero lo que si olvida es un asunto indispensable: que la educación en nuestro país responde a las necesidades del sistema económico y los que ponderan el poder político actualmente. Por eso es por lo que nuestras autoridades no consideran este campo tan importante, pero el asunto se torna más complicado debido al dominio que tiene sobre los medios de difusión ideológica y a su servicio, los representantes del capital: el cine, la televisión, la farándula, la música, las redes sociales, las modas, que mantienen a nuestro pueblo mal educado y con altos distractores que los hacen aún más miserables de lo que de por sí ya se encuentran.
El mismo sistema provoca que el hombre se enfoque, por lo tanto, en sobrevivir, en alcanzar la felicidad a través del dinero y para obtenerlo lo hace a costa de quien sea y cometiendo las atrocidades más espantosas e inhumanas como delinquir, inmigrar buscando mejores oportunidades a costa de la más descarada explotación, o en el caso de los más desafortunados, injiriendo estupefacientes para no ver su atroz y desmesurada realidad o como las guerras que provoca el gran devorador del norte de américa que no permite que nadie le arrebate el lugar de potencia que inmerecidamente ostenta.
Marx sostiene que la fuente de todos los conflictos sociales y la infelicidad que los provoca proviene de nuestra tendencia a construir sociedades que atentan contra la cooperación y la solidaridad y se basan siempre en la propiedad privada creando jerarquías de poder que nos agotan y nos mantienen atados a una realidad de injusticia y miseria del alma y del pensamiento. Contra esto debemos levantarnos, contra esa alienación en que nos mantiene el sistema al servicio del capital, y para eso necesitamos a nuestro pueblo educado, consiente de su fuerza y capaz de comprender que su realidad es perfectamente cambiable solo si lo hacen unidos. Por eso aboga el Movimiento Antorchista Nacional.
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