Sentado en el patio de su casa, sobre una mesa de madera, un hombre escribe una carta con destinatario al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador."Hoy más que nunca el campesino está abandonado", le dice con sus letras.
Félix Pérez Díaz, es un hombre de 66 años, de origen campesino, que habita en una ranchería, denominada, San Isidro Chijilté, en el municipio de Teopisca, en la zona altos de Chiapas.
Hace apenas unos meses, perdió a su esposa, y no obstante su tristeza, en el mismo periodo presentó una enfermedad, que le provocó la pérdida de un buen porcentaje de movilidad en la parte inferior de sus piernas.
Antes de que iniciara la pandemia de covid-19, él ya estaba en crisis económica porque dependía del apoyo que el gobierno federal le daba.Empezó la pandemia y su suerte empeoró.
"Nos han quitado todos los apoyos que recibíamos como productores del campo, ya no tenemos procampo ni apoyo a cafeticultores, y ahora, se nos suma el no poder salir a trabajar ni comerciar con nuestros productos", relató con angustia en el rostro.
Don Félix, es un caso especial; las condiciones en las que vive son peores que las de cualquier otra familia en tiempos de pandemia.Perdió a su esposa, enfrenta una discapacidad, no tiene empleo, le retiraron todo apoyo gubernamental y además tiene a su hija enferma.
La angustia y carencia en la que vive las comparte con su hija, quién pese a ser mayor de edad, depende de él porque padece de sus facultades físicas y mentales.
Carente de servicios de salud, programas alimentarios, apoyos económicos, pero, sobre todo, el impedimento físico ante su problema de salud, suplicó con los ojos humedecidos por la carga del tiempo y de los problemas que lo atañen, un poco de ayuda, pues confiado en su poder superior, aseguró que aún existen almas buenas en el mundo.
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