Antier arrancó la IX Cumbre de las Américas, cuya cede en esta ocasión es Estados Unidos y tiene sus inicios en 1994 cuando el presidente Bill Clinton la convocó en Miami (Florida) con el fin de “promover el crecimiento económico y la prosperidad den la totalidad de las Américas, con la promesa de aumentar el comercio para mejorar la calidad de vida de todos los pueblos y preservar los recursos naturales del hemisferio para las generaciones futuras” (state.gov), y cuya lema de este año es “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo”.
Las cumbres multilaterales son casi siempre encuentros para la foto, a excepción de algunas, se tratan de puros discursos para el público de casa. Han proliferado desde hace casi 30 años y en ocasiones provocan muchas tensiones previsibles, pues al ser muy protocolarias, siempre está la duda de a quién van a invitar y a quien van a dejar fuera, el G7, por ejemplo, retiró la invitación a Vladimir Putin a partir de 2014 o la Conferencia Norte-Sur en 1981 a Fidel Castro. Ahora, no nos sorprende que Estados Unidos, anfitrión de la Cumbre, deje fuera de su encuentro a Cuba, Nicaragua y Venezuela por considerarlos antidemocráticos y por violar los derechos humanos. Arranca así con el pie izquierdo un encuentro que busca la integración de las naciones del continente.
Ante este anuncio, algunos países se mostraron inconformes y anunciaron que no asistirían al evento como Bolivia, Honduras, Argentina y México, a lo que nuestro vecino del norte respondió con algunas acciones como visitas o políticas económicas en el caso de Venezuela y Cuba, para conmover a estos países y cambien su postura de no asistir, actos a los que el vocero de Ministerio de Relaciones Exteriores de China calificó como tratos prepotentes e instó al gobierno de Estados Unidos a abandonar las prácticas propias de la Doctrina Monroe y la arcaica percepción de América Latina como su patio trasero.
De inicio diré que bastante absurdo es que los creadores de este tipo de organizaciones cuyos lemas son siempre tipo “defensores de los derechos humanos” o “defensores de los pueblos”, son los mismos que tienen una regla de que el 2% del PIB de cada país perteneciente a la OTAN, debe ser invertido en la compra de armas a Estados Unidos; son los mismos que han invadido ciudades y países enteros con el único propósito de acrecentar sus mercado, que han matado a sangre fría a miles de millones de ciudadanos junto con sus gobernantes con el pretexto de defender a los pueblos sometidos a “dictadores”, (lo mismo que dice de Cuba, Venezuela y Nicaragua) mostrándose a ellos mismos como los “salvadores”; los mismos que permiten, por ley, que sus ciudadanos porten armas por si necesitan utilizarlas en defensa propia, pero que al mismo tiempo, por carecer de una educación independiente de sus fines económicos y de políticas que aseguren la paz entre sus ciudadanos, toleran y aguantan que jovencitos menores de 18 años, priven a decenas de niños, jóvenes o adultos de su vida por la portación de estas armas, ya sea porque se enfrentan a enfermedades mentales o que lo hacen por simple venganza. Son ellos, los que “defienden” los derechos humanos, que permitieron posicionar a su país en el número uno a nivel mundial con la mayor cantidad de defunciones por covid-19 por prestarle mayor importancia a su posición económica a nivel internacional, que a la vida de sus ciudadanos.
Pero no solo eso cae en el colmo de lo demencial, si no que Andrés Manuel, quien tiene un caos en sus ideas, que no sabe que dice ni a quien defiende y que no es la primera vez que se contradice, dando discursos a favor de la “izquierda” pero actuando en favor del lado contrario, en esta ocasión decidió no acudir al encuentro que se realiza en la ciudad de Los Ángeles, so pretexto de no estar de acuerdo con el rechazo de Cuba, Venezuela y Nicaragua por parte de Estados Unidos, pero al mismo tiempo que informa que no asistirá y enseguida de admitir que es bloqueo económico que se le aplica a Cuba es un acto de genocidio, admite que Biden es “un hombre bueno” que “él entiende que está bajo presión y que entiende su postura”. ¿No cree, amable lector, que es un absurdo? ¿Cómo puede llamar hombre bueno a un genocida? Pero, además, dice a la audiencia que no irá en esta ocasión, pero que se reunirá con Biden en julio para tratar el tema de la integración de toda América. Como decía, no es la primera vez que en señor de la silla presidencial trata los asuntos económicos como si fueran meramente morales y como si se tratara de una cuestión de decidir entre ser bueno o malo, y por segunda ocasión cree que, como el nuevo Francisco de Asís, domando al lobo americano, lo pone en cintura y lo convencerá de que elimine el bloqueo y que considere a los Latinoamericanos como hermanos.
Por los asuntos que se van a tratar en la Cumbre de las Américas, que son los de la migración, el cambio climático, las cadenas de suministro y los temas centrales que conciernen a lo que ocurre en Ucrania y Rusia, el señor presidente no termina de entender que sus peticiones son absurdas, pues justo los provocadores del cambio climático, de la creciente y extrema pobreza como uno de los detonantes de las olas migratorias de ciudadanos que buscan oportunidades de trabajo y alimento, son justamente a los que López obrador quiere convencer de “ser buenos”, los que se han creído dueños del mundo desde hace ya muchísimos años, que por su posicionamiento económico ha provocado guerras, invasiones, conflictos armados y por supuesto que no están dispuestos a cederlo por petición de un señor que sigue perdido en las cuestiones políticas, geopolíticas y económicas. Esta es la triste realidad.
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