Decía el poeta Gabriel Celaya: “Educar es lo mismo que poner un motor a una barca… hay que medir, pensar, equilibrar y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata…, un poco de poeta… y un kilo y medio de paciencia concentrada”.
Eso y más han tenido que ser los docentes en estos últimos años con los proyectos de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), ya que cada cambio de gobierno modifica los planes y programas. Sin embargo, parece ser que esto no sucederá en este nuevo sexenio.
El fin de la “era AMLO” llegará el 30 de septiembre de 2024. Al día siguiente, el 1 de octubre, le entregará la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, con lo que dará inicio su mandato que concluirá en 2030, y todo indica que habrá continuidad en cada uno de los sectores.
Hablando específicamente de la educación, el gobierno saliente deja muchas dudas sobre cómo el magisterio enfrentará el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Si analizamos el nivel de estudios de nuestra población adulta, sólo el 56 % de los adultos entre 25 y 64 años completó la primaria o secundaria, y dos de cada diez en ese rango de edad cuentan con estudios superiores o de posgrado.
Este año que termina, la educación en México enfrenta varios desafíos que parecen complicados de cumplir. Por ejemplo, en el presupuesto educativo se destinan 1 billón 19 mil 449 millones de pesos al sector educativo, la asignación presupuestaria más amplia del sexenio.
Sin embargo, en nuestro país sólo se gasta el 3.2 % del Producto Interno Bruto en Educación, esto a pesar de que la Unesco recomienda que la inversión mínima debe rondar entre el 4 y 6 por ciento. Esto obligaría a que se tenga que aumentar 355.5 millones de pesos, lo cual difícilmente se hará, ya que ni el primer monto se ha alcanzado.
Esto se refleja en el acceso a la educación primaria, que está en su punto más bajo desde el año 2000, y en cuanto a la educación secundaria, también ha disminuido su acceso en la última década.
Por otro lado, si analizamos el nivel de estudios de nuestra población adulta, sólo el 56 % de los adultos entre 25 y 64 años completó la primaria o secundaria, y dos de cada diez alumnos en ese rango de edad cuentan con estudios superiores o de posgrado. No se ve que esto vaya a cambiar porque una de las políticas del Gobierno es otorgar un ingreso a los llamados “ninis”.
Por tanto, para una generación que ha sido maltratada primeramente por la pandemia y después entregándoles un recurso que los aleja del hambre de aprender, pues saben que recibirán un dinero que paliará sus necesidades de alimento o vestido, nunca ambas, y que en el fondo las autoridades han utilizado para tenerlos disponibles a sus intereses.
Este panorama se supone que seguirá, debido a que hay continuidad en el “Proyecto de Nación” del presidente López Obrador, y con ligeros matices lo hará suyo Sheinbaum Pardo.
Ese mentado segundo piso de la 4T promete seguir en un proyecto que pretende tener un enfoque crítico, humanista y comunitario para formar estudiantes con una visión integral y que busca la equidad, la excelencia y la mejora continua en la educación.
Sin embargo, se ha quedado lejos de sus intenciones, ya que han tratado de introducir términos que para ellos son nuevos, como autonomía curricular, que realmente sólo es el título, o bien inclusión, que es un término que se ha utilizado desde hace tiempo.
En términos generales, la NEM ha mencionado a los docentes de dónde partir, pero no dice a dónde quiere llegar; sólo señala lo que siempre se ha dicho, que el alumno se enfrente a la realidad buscando una posible solución a sus problemas.
Sin embargo, hace falta que se brinde al docente asesoría técnico-pedagógica para que los resultados realmente sean benéficos al trabajar por “proyectos”.
Debe haber una revisión de los principios de la NEM; en caso contrario, este intento de reforma sólo será para justificar que las autoridades están interesadas en decir que se preocuparon por el futuro educativo del país.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario