Como si fuera insuficiente el desastre que ha dejado en materia educativa la pandemia, con los altos índices de deserción escolar, rezago educativo del 19.2 por ciento, bajo nivel en la calidad educativa, retraso estimado de dos años en el aprendizaje; ahora se suman a los yerros de la 4T y de la SEP, en especial, la supresión del Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), para sustituirlo por otro de menor alcance y lleno de inconsistencias, denominado La Escuela Es Nuestra (LEEN).
Por supuesto este cambio no es para mejorar, sino para ahorrarse recursos a tono con la autollamada “austeridad republicana”, auspiciada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El PETC era un programa educativo más o menos consolidado que data del año 2007 y que, a sus 15 años de existencia, había rendido buenos frutos, evaluado por diferentes organismos, como el CONEVAL, a nivel nacional, e internacionales, como la UNICEF. Ambos concluyeron la pertinencia e impacto favorable en los grupos más vulnerables de la población establecida en zonas rurales y urbanas marginadas del país. Hasta el año 2018, el programa referido tenía un alcance en poco más de 27 mil escuelas de nivel básico y atendía a 3.6 millones de alumnos con la extensión del horario que abarcaba entre 1.5 y 3.5 horas adicionales para realizar actividades diversas desde académicas, culturales y deportivas.
Dentro de lo valioso del programa, estaba la ingesta de alimentos que los alumnos recibían y el gran apoyo que el horario extensivo representaba para los padres y madres de familia, lo cual les permitía ir a trabajar y recoger a sus hijos por las tardes, especialmente era indispensable para las madres solteras, pues la escuela funcionaba como si fuera una guardería.
En resumen, todos ganaban, incluidos los maestros porque recibían un pago extra por las horas dedicadas adicionalmente y el rendimiento de los alumnos era notorio con el paso de las evaluaciones anuales.
En Morelos más de tres mil maestros de 595 planteles se verán perjudicados por la suspensión del programa, y no digamos ya de los miles de alumnos que atendían, y las dificultades para los padres que ahora tendrán que recoger a sus hijos más temprano que de costumbre, por el horario reducido. En fin, todos pierden con la suspensión del PETC, menos las autoridades educativas que no valoraron las ventajas del programa y sólo les interesa ahorrar recursos para quedar bien con el inquilino del Palacio Nacional.
El nuevo programa enfatiza la dotación de infraestructura en las escuelas, pero nació con problemas de transparencia detectados ya por la Auditoría Superior de la Federación para el ejercicio 2020.
Por otra parte, organizaciones civiles como Mexicanos Primero advierten que el LEEN es un “programa de albañilería”, pues viola los derechos humanos de niños y adolescentes quienes se verán afectados en el desarrollo de sus capacidades y habilidades de aprendizaje, así como de una educación más integral y socioemocional tan indispensables en estos tiempos de aislamiento social por la pandemia.
El magisterio, padres de familia y estudiantes no deben quedarse callados ante la política educativa errada de la 4T, puesto que una visión de futuro de nuestro país no puede dejar fuera la educación de las nuevas generaciones y no es suprimiendo programas exitosos como se va a mejorar la calidad del sistema educativo nacional, tampoco editando libros que tergiversen la historia patria.
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