En esta ocasión quiero abordar desde mi escasa y modesta opinión un tema que sólo se comenta cuando los medios de comunicación retoman algún caso alarmante (por cómo fue el delito), no es un secreto que en nuestro país se cometen muchos delitos no sólo contra las mujeres, sino contra adultos mayores, hombres, mujeres, niños, personas con capacidades distintas, por mencionar algunos.
En nuestro Código Penal Federal el feminicidio se encuentra tipificado en el artículo 325, que establece lo siguiente: “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:1) La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo 2) A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia 3) Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima 4) Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza 5) Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima 6) La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida 7) El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público”.
En México, la tasa de mujeres víctimas de lesiones dolosas por cada 100 mil mujeres es de 21.8; entre enero y mayo de este año se presentaron 423 víctimas de este delito. Un aumento de 7.1 por ciento con respecto al mismo periodo de 2020, sin olvidar que las cifras anteriores únicamente corresponden a los delitos que legalmente se tipificaron como feminicidios; sin embargo, la muerte de mujeres es inmensamente mayor. ¿Acaso estas mujeres no levantan ninguna denuncia, alertando que sufren violencia de género? ¿Qué seguimiento dan las autoridades correspondientes a este tipo de asesinato? Estoy consciente de que no todas las mujeres se atreven a levantar la voz, por miedo a ser juzgadas; o que simplemente no lo hacen porque saben de antemano que sus denuncias serán desestimadas por las autoridades al considerarlas poco graves o serán atendidas de manera tardía. La falta de capacitación de los funcionarios al frente de las instituciones de protección a las mujeres es uno de los problemas que deben resolverse con urgencia en todo el país.
Pero no debemos de olvidar que todo está concatenado, ¿qué se espera de un país donde la inversión en educación está por debajo del ocho por ciento que recomienda la Unesco e incluso por lo establecido en la Ley General de Educación?, ¿qué se espera de un gobierno cuya inversión para garantizar la seguridad pública, en términos reales, tiene una caída de 0.1 por ciento?
El feminicidio no es un suceso aislado de todos los males que aquejan a nuestro México; la “austeridad”, la promesa de “primero los pobres” o el “combate a la corrupción” se han quedado en el nivel de meros discursos. Está claro que el Gobierno federal no tiene más prioridad que sus objetivos electoreros y todos, hombres y mujeres, habremos de pagar el precio; en algunos casos, con la propia vida.
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