A inicio de esta año, al igual que los años pasados, el Movimiento Antorchista de Colima entregó al Gobierno del estado en tiempo y forma, en un pliego petitorio, las peticiones más sentidas de nuestros compañeros. Ninguna petición es lujosa, o “las perlas de la virgen”, como luego se dice. Pedimos mejoramientos de vivienda, como láminas de asbesto para reparar los techos de las casa de los compañeros que carecen de un techo más seguro, ya que ahora se torna aun más urgente la solución de esta demanda, con el paso de los huracanes por el Pacífico, que a dejado destrozos por doquier, y más en las precarias viviendas de los miles de colimases pobres, que, como siempre, son los más vulnerables, pues no tiene una vivienda con materiales resistentes a las inclemencias del tiempo. ¿Verdad que no exageramos en nuestro reclamo?
También pedimos dotación de alimentos, como despensas, para paliar un tanto la necesidad de alimentos entre la gente que, por el mal tiempo, no pueden trabajar en el campo, agrícola o también para los que sufren aún los estragos de la pandemia que, al ser positivos de SARS-CoV-2, no pueden trabajar; o para personas de la tercera edad, que a duras penas mal viven con sus tantas carencias, entre ellas su salud deteriorada. ¿Es mucho pedir una dotación de alimentos?
Pedimos fertilizante para los pequeños productores del campo, que con harta dificultad hacen producir la tierra, donde pizcan alimentos para el autoconsumo y evitan aglomeraciones populares en la ciudad. ¿Es exagerado la solicitud de apoyo? Exigimos apoyo para los maestros que laboran en el área rural, y que con mucho esfuerzo están creando su colonia magisterial, donde les permita tener un patrimonio digno para su familia. ¿Exageramos? También pedimos la introducción de los servicios básicos, consagrados en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, para tener una vivienda digna y decorosa en las colonias olvidadas del municipio de Minatitlán; agua, electrificación, drenajes, machuelos, empedrados etc.; que fue un compromiso del actual gobernador, Ignacio Peralta Sánchez, de dotar de estos servicios elementales que con ellos pueden mejor su calidad de vida, y que parece que ya se le olvidó. Pero, ¿al querer vivir mejor, se comete algún pecado?
En el municipio de Tecomán, familias enteras viven hacinadas en verdaderas covachas, vecindades llenas de miseria de dónde salen todas las mañanas, cientos de jornaleros agrícolas para producir la tierra; a los valles agrícolas que verdean con sembradíos llenos de limonares, platanares, gigantes palmares, botones de piña; tamarindo y guanábana con poca medida. Otros tantos más, que consumen su vida en las empacadoras de plátano y limón; sin prestaciones de ley como el IMSS o el Infonavit, que les permita tener acceso a una vivienda decorosa.
Un número grande de familias, solicitantes de vivienda organizados en el Movimiento Antorchista, claman por su derecho a una vivienda digna, con pancartas, videomensajes y cartas ante la sordera de Nacho Peralta; ahora con manifestaciones públicas para ser oídos, donde expresan con palabras sencillas la necesidad de un lugar propio donde fincar su vivienda. ¿Sera justo el reclamo de los jornaleros, exigir un lugar propio donde vivir con su familia?
A más de 47 años de vida que tiene el Movimiento Antorchista, miles y miles de veces hemos escuchado del gobierno en turno decir: “no hay dinero”; y llámese municipal, estatal o federal, entendemos a través de tantos años de lucha que no hay dinero para la gente pobre, no se piensa en ellos, no importamos; no se programa en el presupuesto de egresos obras y servicios para pueblos y colonias marginados; y si algo había en el pasado, con AMLO fueron eliminados, como el Ramo 23, como un ejemplo en concreto donde los municipios podían gestionar recurso económicos para obras de primera necesidad; hoy, solo nos quedó el recuerdo.
Pero la gente cada día entienda más que vivimos en un país dividido; los del poder económico y político, y precisamente ellos son los que niegan el apoyo a la gente. En Tecomán no hay programas de vivienda para la gente más pobre, y no solo para los trabajadores del campo, tampoco hay en la ciudad; para los jornaleros no hay un programa de seguridad alimentaria, siendo ellos los que producen frutas y verduras que se exportan; y ellos y sus familias, carecen de alimentos sanos y suficientes.
Sirva pues este modesto escrito para hacer un llamado al gobernador Ignacio Peralta Sánchez, para que voltee a ver a la gente trabajadora de Tecomán, y resuelva la petición de cientos de familias que necesitan despensas, láminas de asbestos para reparar y mejorar sus viviendas, y un lugar propio donde vivir. Sigamos firmes en nuestra lucha compañeros de Tecomán. Quién tiene claridad de su lucha y sabe que es justa, nunca se desespera porque sabe que tarde o temprano va a triunfar en su causa,
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