Cuando el régimen capitalista surgió en México como producto de la revolución de 1910, hizo alarde de banderas y promesas de libertades y derechos, como el voto popular, la libertad en la política, sindical y la democracia.
Hoy nos damos cuenta que todas esas promesas de un México mejor y libre fueron puras falsedades para apoderarse del país, pues, en estricto sentido, al mexicano solo se le concede el derecho al voto popular para que elija a sus verdugos cada determinado tiempo, para después ser repudiados de la política, pues los que se creen dueños del país consideran que el pueblo no debe interferir en las decisiones primordiales.
Esto ha traído consigo el desgaste del régimen político, que en momentos álgidos de nuestra historia han estado a punto de desbordarse los ánimos y la inconformidad derivando en etapas violentas. Para evitar o disminuir los grandes descontentos de la sociedad por tanta injusticia, por la vía del hecho, el gobierno en turno se vio en la necesidad de realizar cambios, como en la década de los noventa del siglo anterior, tuvo que aceptar la creación de órganos autónomos de gobierno y educación, reconocidos por el sistema político del país. Aun cuando a estos órganos autónomos no se les han concedido poder suficiente, evitando que sean verdaderas entidades que ejerzan a plenitud los fines para los que fueron creados, esto, por la sencilla razón de que las autoridades no quieren que se les vigile verdaderamente y menos que se les sancione o castigue por sus atropellos realizados en contra de la ciudadanía, al amparo del poder.
No obstante, podemos ver resultados que han sido fruto de decisiones independientes del partido en el poder. Veamos, por ejemplo, el Instituto Nacional Electoral (INE) que fue creado como una institución imparcial para dar certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales, le dio el triunfo a Morena con AMLO como presidente de México en 2018, mostrando así, sostener sus decisiones autónomas con respecto a las autoridades en turno.
Otro ejemplo es la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que tiene “la misión de proteger, observar, promover, estudiar y divulgar los Derechos Humanos que amparan el orden jurídico mexicano”, sin embargo, si los vemos desde el punto de vista de los derechos de la ciudadanía, poco ha sido lo ganado, esto ha sido sumamente insuficiente. La falta de derechos o la violación de ellos siguen en auge, y el gobierno morenista de López Obrador no es la excepción, incluso estamos peor, pese a sus declaraciones, lemas y promesas que hizo campaña de 18 años por la presidencia de la República, de primero los pobres. Este gobierno morenista se ha obstinado en negarnos los derechos básicos de la participación política en nuestro país, como los de reunión, organización, petición y manifestación.
Todos los recortes que le ha hecho a varias instituciones de este tipo. Sus acciones en contra de los órganos autónomos son como muchas miles y miles de mentiras, ocultamientos, dobles discursos, y un largo etcétera por mencionar.
Al perder AMLO las elecciones en 2006, dijo: "Al diablo con las instituciones" y hoy, en el poder, sus pretensiones las quiere volver realidad, pues ya acabó con instituciones públicas como el Conacyt. Primero va por los órganos autónomos que sirven para disminuir el poder de los presidentes en turno, luego va por las universidades públicas y hacer que estas dependan del gobierno para que sirvan de campos de adoctrinamiento como ya lo están logrando en estados donde gobierna Morena.
En la mira de López Obrador se encuentra la Universidad Autónoma de México (UNAM), pues desde su llegada al poder no ha dejado de lanzar ataques a la máxima casa de estudios en su objetivo de controlarla, utilizando el mismos modus operandi, al principio, tratar de desprestigiarla, diciendo que la UNAM es el semillero de aspiracioncitas que se identifican con la clase media.
López Obrador es el ejemplo claro de un resentido social que solo quiere el poder por el poder y no quiere un desarrollo armónico de la sociedad. Quiere el control de todos los sectores, sobre todo de aquellos que ayuden a su 4T a tener el control absoluto de las conciencias de los mexicanos.
Ya el Movimiento Antorchista había advertido sobre estos males, y hoy los estamos padeciendo, pues con su doble discurso y engaños, López Obrador está tratando de alinear a los órganos autónomos y de educación.
AMLO se ha convertido en el poder concentrado en un solo individuo para luego ese poder concentrarlo al servicio del neoliberalismo.
No permitamos que López Obrador cumpla su objetivo que es acabar con todas las instituciones que sirvan para cuestionar a su gobierno, debemos levantar la voz y exigir respeto a todas las instituciones que a México a lo largo de los años y con mucho esfuerzo, le ha costado construir.
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