La pandemia de coronavirus, como todos sabemos, vino a reinventar nuestra forma de vida, nuestras actividades ordinarias, trabajo, salud, relaciones mutuas, en resumen, nos obligó a las personas a implementar acciones extraordinarias para adaptarnos a una nueva realidad en muchos aspectos de la vida social; esto incluye al sistema educativo que también tuvo que ser adecuado tanto por los profesores como por los padres de familia y los propios alumnos.
Miles de estudiantes de Educación Básica a Superior volvieron a pisar las aulas este pasado 30 de agosto. Fue a más de un año y seis meses desde que el Gobierno federal anunció el cierre oficial de escuelas e implementó las clases a distancia que duraron prácticamente todo el 2020. Ahora el reto es diagnosticar, evaluar y reforzar qué aprendizajes adquirieron los estudiantes en el último ciclo escolar y trabajar a partir de ahí, porque el desempeño ni las oportunidades no fueron igual para todos, pero la pregunta es, ¿volvieron todos a las aulas?
Estamos ante una crisis educativa tremenda, pues en el país muchos niños y jóvenes no regresaron a las aulas, se dieron de baja de las escuelas, el motivo puede ser por varios factores, pero la principal es el aspecto económico, ahora trabajan en las labores del hogar, en algún empleo no fijo, en el campo, para ayudar a solventar los gastos de la casa, pero no pudieron continuar sus estudios. Muchas escuelas se quedaron sin la población del cien por ciento que tenían y seguramente tuvieron que ver mil formas para captarlos o recurrir a la promoción extraordinaria de las mismas.
Tratando de retener la mayor cantidad de estudiantes, muchas de las instituciones ya sean públicas o privadas buscaron acercar a más población que ingresara a sus aulas, llegaron a acuerdos con los padres de los alumnos, flexibilizando sus ofertas de becas y otorgando descuentos y facilidades para el pago de las cuotas o inscripciones, que para algunos parecieron no ser insuficientes ya que la crisis aumentó el costo de lo esencial como la luz, agua, alimentos, rentas, etc., más lo requerido en ciclo escolar 2020 (celulares, tabletas, laptops) prácticamente la era digital que vino a encarecer todo, por lo tanto para los padres había que tomar decisiones.
Los alumnos tuvieron que dejar libreta y lápiz para dedicarse a otra actividad. Maritza Tovar, ama de casa de 37 años, quien desde el inicio de la pandemia comenzó a batallar para mantener a sus tres hijos en la escuela, relata que solamente cuenta con un dispositivo para conectarse a las clases virtuales o reuniones de su hija mayor que cursa la secundaria, las otras dos niñas de nivel primaria trabajan con cuadernillos que ella misma paga, pone saldo para conexión, imprime guías, compra útiles, todo a la alza en gastos, al grado que la menor casi pierde el ciclo por no alcanzar a terminar sus trabajos para cerrar grado, por lo que este año la mayor trabajará medio tiempo y así aminorar los gastos dice.
Estamos en el 2021, nuevo ciclo escolar, nuevas medidas, nuevos requerimientos y la propagación del virus no termina de ceder. México en su búsqueda por retomar las actividades cotidianas se enfrenta a los estragos de la pandemia en la educación, pues el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) estimó que 1.4 millones de estudiantes desertaron sus estudios en el anterior ciclo escolar. Las escuelas mexicanas permanecieron cerradas y las actividades escolares intentaron salvarse con clases en línea; pero, a pesar de ello, se anuncia una reducción del 15.55%. La dependencia señaló que este es el “mismo porcentaje que se proyecta en la matrícula de jóvenes registrados en educación media-superior y posgrado”.
El negro panorama de baja matrícula también ha obligado a muchísimas instituciones educativas a adaptar el regreso a las aulas combinando días de asistencia y optar por continuar las clases en línea, dejando que los padres se acoplen a su modo más práctico, de manera que ellos decidan lo que menos les afecte a su bolsillo. No obstante, de al menos de 15 padres que tuve la oportunidad de entrevistar en los últimos días, ocho dijeron que habían dado de baja a sus hijos de las escuelas este periodo con la intención de inscribirlos en el siguiente en el cual mejorarán sus ingresos, según proyectan.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) desde inicios de julio del presente dijo estar preparada para que los planteles recibieran a los estudiantes que, a través de sus padres, eligieron modo presencial en modelo híbrido por los efectos de la epidemia. Sin embargo, llegaron muy pocos alumnos a presenciales, unos por seguir resguardados otros porque su elección fue no continuar hasta el siguiente año. Según proyecciones la mayoría de los planteles vio caer su matrícula hasta en un 30% durante el actual año escolar. La situación se torna verdaderamente caótica.
En total se pronosticó que este año desertaron un millón 431,567 alumnos divididos en 800,000 estudiantes de secundaria en transición al nivel medio superior; 593,000 universitarios y 38,567 de posgrado. De acuerdo con El Universal, no se considera el nivel básico (primaria) porque generalmente es el que menos deserción escolar presenta. Sin embargo, el PNUD destacó que “no existen datos del comportamiento de la matrícula para el siguiente ciclo escolar a raíz del coronavirus”, pero el ejercicio realizado tuvo a consideración las estimaciones hechas por la SEP. Las cifras fueron reveladas en el estudio del PNUD “Desarrollo humano y covid-19 en México. Desafíos para una recuperación sostenible”.
Según el tratamiento de la información de la SEP, se podría tener un cálculo de la deserción de escuelas de este nuevo periodo escolar hasta después de septiembre cuando el periodo de inscripciones al ciclo escolar culmine definitivamente. Expertos aseguran que la tormenta de abandono escolar será un duro golpe para al sector educativo en México y consecuencias fatales que serán más pobreza, mayor desigualdad, menos oportunidades, peores condiciones socioeconómicas, recordemos que es uno de los peores calificados entre los países de la OCDE.
Las causas pueden ser diversas, pero las razones primordiales son económicas: el costo directo de la educación que no puede mantenerse por las familias mexicanas y el de oportunidad, que en lugar de enviarlos a la escuela, los jóvenes salen al mercado laboral o a empleos informales para ganarse la vida. Es justo por lo que pelea la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez”, por mejores condiciones para el estudiante, lo ha hecho desde siempre al consolidarse como la única organización estructurada y de carácter verdaderamente nacional, con una visión progresista, que confirma con hechos que están dispuestos a hacer de la juventud estudiosa, la vanguardia de la organización del pueblo pobre de nuestro país para llevar a nuestra patria una situación social más justa y más equitativa. ¡Unámonos a la lucha estudiantil!
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