* Entrevista a Javier Valenzuela, responsable antorchista de Hermosillo.
Como un acontecimiento cultural fuera de lo común en Hermosillo, así calificó Javier Valenzuela la actuación del grupo de baile folclórico que se presentó esta semana entre los palacios de gobierno estatal y municipal de esta capital durante la entrega de sendos pliegos petitorios.
El dirigente antorchista municipal recordó que en Hermosillo se han visto grandes presentaciones y obras montadas costosamente, pero nunca había sabido de un grupo que, sin un solo centavo oficial ni privado, sin el apoyo de ninguna autoridad ni cultural ni educativa, se haya estructurado y actuado con tan buenos resultados no siendo profesionales."La gente que los vio bailar cuadros de Sinaloa quedó maravillada y aplaudió entusiasta", dijo.
¿No era demasiado aventurado preparar así un grupo de baile?
Prácticamente todo se hizo con base en el deseo vehemente de participar y aportar, con muchas horas de ensayo, pasando por sinsabores y tropiezos de todo tipo, pero el grupo supo sobreponerse a los contratiempos.Tuvimos muchos errores en la presentación, pero finalmente se impuso la valía y la presencia del trabajo colectivo y, sobre todo, la buena disposición personal de todos, incluso de aquellos que mucho ensayaron, pero no alcanzaron vestuario o no pudieron acoplarse o simplemente no pudieron presentarse por otras razones.Eso siempre pasa en las auténticas iniciativas populares, por eso pocos le entran, solo los locos antorchistas —dijo sonriente.Hacer arte para el pueblo hoy día requiere una buena dosis de locura y quijotismo.Nos animaba saber que nuestra actuación sería un marco digno a la presentación de pliegos petitorios a las autoridades que contienen las esperanzas de muchos sonorenses humildes para aliviar un poco la dureza de su vida.Arriesgarse por una causa así siempre vale la pena.
Los jóvenes de hoy día tienden hacia otro tipo de bailes, no precisamente los tradicionales, ¿tuvieron muchas dificultades para convencerlos de participar?
Sí y no.Todo consiste en poner el ejemplo, y los activistas organizados fuimos los primeros en aceptar la dura disciplina que exige el triunfo; lo demás viene como consecuencia: todo joven bueno y honrado sigue a quienes actúan bien.Sin ánimo de exagerar, podemos decir sin mentir que se trató de una proeza juvenil, porque la mayoría de los maestros también son jóvenes.
¿Cómo consiguieron el vestuario?
Colectaron dinero, bailando en los cruceros viales de Hermosillo muchos días, consiguieron telas y la señora Dina Cuevas, antorchista de El Ranchito, junto con la maestra Berenice Miroslava González Martínez les hicieron el favor de coser todo el vestuario y los tocados.Para las blusas participaron las señoras Armanda y Judith, de la colonia Café Combate.Entre todas, con buena voluntad, en quince días completaron el vestuario; desde luego que los últimos fueron de febril trabajo.Por otro lado, aunque siempre anda escasa de recursos, la organización de la gente antorchista también aportó por diversas vías.
Un grupo así no se conforma sin una cabeza especializada y experimentada que los dirija.¿Cómo le hicieron para los maestros de danza?
Antorcha, sin cobrar a los danzarines nada, puso los maestros que dirigieron los ensayos: uno fue el propio dirigente estatal, Bernardino Domínguez —con 10 años de experiencia en grupos nacionales de danza antorchistas y 7 más en la Normal—, quien dirigió los ensayos en conjunto con los licenciados en Danza Folclórica Mexicana José Pérez Barroso y Berenice Miroslava, egresados de la Escuela de Bellas Artes de Toluca.Entre los tres atendieron también muchos de esos detalles que parecen infinitos y que ponen la sal a estos acontecimientos culturales.Muchos compañeritos se acostaron esas noches de pesados ensayos con fuertes dolores musculares; aun así, se levantaron al día siguiente para ir a la escuela, o a dar clases, o a seguir colectando para sus vestuarios.
Fue notorio que todos llevaban buenos zapatos especiales para danza…
También costó no sólo un esfuerzo económico, sino además vencer los obstáculos que se presentan en el proceso de compra y uso."El profe Berna", como cariñosamente le llamamos, en un viaje que tuvo que hacer a la Ciudad de México, regresó apresurado temprano el mismísimo día de la presentación, con maletas y bolsas cuyo único contenido eran los zapatos de danza y camisas para todos.Sólo él sabe cómo tuvo que hacerle para comprarlos personalmente, pagar equipaje extra a último momento, para cargar dentro del aeropuerto las voluminosas maletas y su propio equipaje: ese día no durmió, tanto por no perder el vuelo de madrugada, como por preparar maletas pues dispuso de poco tiempo para ello y, además, llegó a revisar las últimas adecuaciones a los pliegos petitorios de sus compañeros: ¡un trabajal! ¡Todos nos empezamos a probar los zapatos unos minutos antes de bailar, a ver si sus medidas nos quedaban! ¡Era cosa de ver la ansiedad en los rostros! Le pongo otros ejemplos: un día antes aún había compañeros que, con el Jesús en la boca, no conseguían su pantalón blanco y andaban desesperados preguntando dónde les saldría más barato o rogaban, tocando puertas, que alguien les prestara uno, cosa que algunos hicieron ya entrada la noche, ¡qué nervios! Fue realmente conmovedor ver los regaños fraternos que entre sí se daban por dejar cosas al último, pero a pesar de ello, triunfó la solidaridad general para que el colectivo saliera avante.Conseguir los sombreros fue otra aventura porque no estaban completos apenas horas antes: y no son precisamente baratos que digamos.
¡Muchas cosas para 15 efímeros minutos!
Así es.La brevedad es una característica de la danza, a diferencia de otras artes no es permanente, su momentaneidad es irrepetible: por eso hay que aprender a disfrutar del baile folclórico en su momento preciso, hay que absorberlo íntegro, sin perder detalle, como los niños que este martes estaban casi sobre los danzarines, con sus ojotes así de grandotes.En general, detrás de cada detalle que el público ve en el escenario, detrás de cada flor del tocado, de cada listón, de cada olán, del milimétrico maquillaje, detrás de los apuros para rentar y montar el escenario, etcétera, hay toda una historia conmovedora y aleccionadora de espíritus humanos concretos que están aprendiendo a ser indomables, a no dejarse vencer, que se trazan metas que parecen imposibles, que aprenden el valor de cada detalle y a través de ello, como dijo el poeta, aprenden a amar las cosas gráciles de la vida; son espíritus que se sobreponen a sí mismos y tienen escasos minutos para dejar su mensaje indeleble en el alma del espectador, literalmente son como esas aladas efímeras que resuelven el objetivo de su vida en un instante.Preparar una danza así es una enorme lección de vida que te capacita para el humanismo y, como la elaboración de las joyas que sólo puede aprenderse de otro joyero, aquélla proviene de otro humanista.Esta experiencia será imborrable para todos los que esa ocasión bailamos.Aprendimos a sobreponernos a las dificultades, bailar nos metió garra en el corazón para salir adelante.Ya no somos los mismos después de esta experiencia.Es de esas experiencias que le ayudan a uno a dimensionar la vida, a ver la importancia de los demás, a sentir la necesidad de trabajar colectivamente ya no solo para uno mismo, sino para los demás, y eso te levanta a un nivel superior, te transforma el espíritu.
Algo que sorprendió mucho al público y que no se había visto en eventos político culturales de Hermosillo fue la inclusión de una persona en silla de ruedas en uno de los bailes, ¿y eso?
Sí, se trata de Gerardo Celaya, alumno del COBACH de la colonia Café Combate.En Antorcha caben todos los que quieran luchar por acabar con la pobreza y sus consecuencias, como la discriminación.Los humanistas en general denuncian que la segregación y el abandono que padecen los inválidos y discapacitados nos daña como sociedad, nos hace insensibles y a los más pobres los condena a una doble y hasta triple desgracia.Pero sólo Antorcha plantea su inclusión en la lucha por un mundo mejor, ellos pueden hacerlo y, una vez convencidos, son más fuertes que un roble y que muchos "válidos".El baile, el canto, la declamación, la lectura son, en ese sentido, excelentes instrumentos de sensibilización y concientización a los que Antorcha acude todos los días y urge incorporarlos a ellos también a esa dinámica: si ellos faltaran, estaremos incompletos.En las actuales condiciones no podríamos resolver como sociedad el problema económico de centenares de miles de ancianos abandonados, de discapacitados, de enfermos mentales en condiciones desastrosas, aunque tampoco renunciamos a luchar por mejorar su situación; pero lo que sí podemos ofrecer ya, ahorita, a muchas personas casi desahuciadas pero todavía con posibilidades personales, es la reconstrucción espiritual que brinda nuestro proyecto político para construir una sociedad solidaria con sus débiles.
Además hubo canto y poesía en su evento, eso no es común…
Así es.La compañera Edith álvarez se animó a cantar canciones mexicanas —a propósito, su pequeña hija Yacxin y la niña Ivanna, hija de la maestra Yazmín Estrada, nuestra responsable de Cultura, también se incorporaron al baile— y Jorge Alberto Luna nos declamó "El Cuervo", de Edgar Allan Poe, escritor y poeta británico.Sabemos bien que a mucha gente le parece ocioso escuchar al declamador de una larga poesía, pero también sabemos el efecto sicológico que tiene el darle espacio y oportunidad de hacerse realidad en los oídos del pueblo: las palabras bellamente organizadas y mejor dichas deberán algún día ser la forma normal de comunicación entre los seres humanos, y aunque quizá, por el oscurantismo que nos han creado para dominar nuestras mentes, no entendamos hoy a cabalidad al poeta, su buen decir, su elegante y primorosa expresión encantan y cautivan al que los escucha y lo familiarizan con lo mejor del pensamiento.Es lo mismo con el buen canto mexicano: Antorcha nunca dejará de promover la poesía y el buen canto.
¿De dónde eran los participantes?
Pues hubo del recién creado COBACH de la colonia Café Combate, de la Casa del Estudiante Sonorense, colaboraron antorchistas de diversas colonias de Hermosillo y, por supuesto, los infaltables activistas de Antorcha, que suelen ser personas con alta disposición a la ayuda y al trabajo disciplinado y riguroso que exige la entrega total a la lucha por organizar y educar política e ideológicamente a nuestro pueblo, para que algún día tome el poder y cambie por siempre esta situación de pobreza y miseria que vivimos.
¡Bailando harán esos cambios!
Bailando, cantando, declamando, leyendo, escribiendo, estudiando.Todo ello ocupa la mayor parte del tiempo de los antorchistas en lucha, el resto son gestiones y la mínima parte las marchas y los mítines que los incumplidos funcionarios nos obligar a realizar.Quien se acerque a Antorcha de inmediato lo notará: nuestra realidad es la felicidad de construir la felicidad colectiva, suena raro, pero así es, nuestra realidad no es la que describen algunos periodistas sin escrúpulos.Entendemos que no siempre se va a poder actuar como lo hicimos con esta presentación, y que eso no bastará nunca, porque los artistas no se pueden pasar la vida con estas dificultades.Se requiere de apoyos oficiales, de la acción de gobiernos que se pongan del lado del pueblo pobre, que no lo dividan y atomicen, sino que impulsen su unidad, su asociación, sea a través del arte y la cultura, o a través de obras y programas sociales.Pero hasta ahora sólo nos han gobernado clases sociales que temen al poder del pueblo organizado y lo quieren ver desunido y explotable otros 500 años.En realidad, cuando el pueblo concientizado por Antorcha gobierne, la iniciativa privada tendrá garantías para crecer como nunca las ha tenido en la historia de México, ya lo verán; pero entonces creará una sociedad que no tenga los males que hoy aquejan a la mayoría empobrecida: como dijo el cuervo de Allan Poe: "¡nunca más".
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