La educación en todos sus niveles atraviesa por una de las crisis más graves de su historia. Todo empezó con la pandemia y el mal trato al sistema educativo mexicanos, por parte de las autoridades educativas y del gobierno que encabeza el presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Veamos los errores; la medida preventiva de cerrar las escuelas no vino del gobierno, sino de las instituciones particulares y la presión de organizaciones sociales. La reticencia para comprar vacunas trajo como consecuencia que estas llegaran a cuentagotas al país. El manejo clientelar de la vacunación contra la covid-19, así como la burocracia que hizo más lenta la vacunación y la negativa de vacunar a los niños, alegando que ellos no la necesitan porque tienen inmunidad natural, todos estos errores son los responsables de que en México se haya dado el cierre más prolongado del mundo, que, junto con la carencia de servicio telefónico, de internet y de un tutor capacitado al lado del estudiante en su casa, la marginación de pueblos y colonias, hizo imposible que niños y jóvenes aprovecharan la educación a distancia, lo que explica, no solo los malos resultados, sino también un retroceso educativo, un desaprendizaje en los educandos.
Hay otro daño mayor, la enorme deserción escolar que constituye una tragedia para el país, porque unos emigraron a los Estados Unidos (EE. UU.), otros se convirtieron en trabajadores asalariados y unos más son cooptados por el crimen organizado, ¿cuántos han abandonado definitivamente los estudios? La secretaria de Educación Pública lo esconde, se resiste a dar las cifras, aunque especialistas afirman que son arriba de 3 millones.
¿Y que pasa dentro de las escuelas? Los espacios físicos están deteriorados, saqueados y vandalizados; más de 40 mil escuelas están en estas condiciones. Y la Secretaría de Salud solo descargó la responsabilidad en un comité de salud formado por padres de familia y maestros, publicaron un protocolo sanitario, pero todos los gastos que ello generó, en los hechos, los dejaron a los padres de familia y aún ante este panorama, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó el regreso a las aulas, lo que se ha hecho bajo una gran anarquía en la que cada quien hace, en el mejor de los casos, lo que puede.
Y ahora, para colmo de lo absurdo, vemos que de las pocas cosas buenas que hay, van a desaparecer por la supresión del programa de Escuelas de Tiempo Completo. En torno a este tema, estoy de acuerdo con la periodista Paola Rojas, quien dice que “desaparecer las escuelas de tiempo completo es un error” porque se trata de un programa que beneficia a más de 27 mil planteles a nivel nacional y que ha permitido a más de 3.5 millones de estudiantes acceder a una mejor educación.
México es el país de la OCDE con el mayor rezago educativo, y esta medida alejará todavía más al país de las metas en materia de aprendizaje. Anularlo, no solamente tendrá un gran impacto académico.
De acuerdo con información de la UNICEF en 2019, más de la mitad de las familias beneficiadas por este programa, el 55 por ciento, están por debajo de la línea de pobreza. Muchos de los niños que tenían acceso a él recibían en la escuela su primer alimento del día. En el caso de los más desfavorecidos, se trataba no solo del primero, si no del único alimento diario.
Por eso, con esta decisión, el Gobierno lopezobradorista está destinando a millones de niños a vivir en la desnutrición. Por otro lado, sin las escuelas de tiempo completo muchas mujeres que trabajan fuera de casa tendrán que decidir entre conservar sus empleos o cuidar a sus hijos. Para las mujeres jefas de familia no habrá más opción que dejarlos aún más horas solos.
Hay un aspecto todavía más dramático y que preocupa mucho a las organizaciones encargadas de proteger a la infancia, son los miles de niños víctimas de violencia intrafamiliar. Para ellos la escuela no es solamente un centro de aprendizaje, es también un refugio. Las horas extra de acompañamiento les representaban una diferencia crucial en su tan vulnerable realidad.” (Paola Rojas. El Universal, 7 de marzo de 2022)
Llama la atención que el argumento para desaparecerlo es que los recursos se utilizarán para mejorar la infraestructura escolar, entonces, es absurdo tener una escuela con paredes pintadas, pero con estudiantes desnutridos. En la escuela, la prioridad tiene que ser los niños, no los ladrillos.
Hago un llamado a todos los padres de familia y estudiantes afectados por la eliminación de las Escuelas de Tiempo Completo, a protestar, a no resignarse a perder este derecho que tienen a una educación que los lleve a una mejor vida futura. Yo, por mi parte, les ofrezco que en Antorcha Magisterial tienen un hermano de lucha dispuesto a pelear por sus derechos, que también son los nuestros.
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