Una plancha de cemento sin puestos de comida, bebidas, espectáculos y recuerditos, así luce hoy el malecón de Veracruz, libre de comerciantes después de 20 años en que estos ocuparon el espacio público para vender y recibir a los turistas que visitan este hermoso Puerto.
El cinco de octubre del presente, los vendedores ambulantes fueron retirados del malecón de Veracruz por autoridades municipales con el argumento de mantener el lugar libre por solo tres días debido a un desfile de la Secretaría de Marina. La petición fue aceptada por la unión de comerciantes, sabían que el evento era importante y cooperaron con el ayuntamiento como siempre lo hacían.
Sin embargo, al regresar, se encontraron con una mala noticia para ellos, el sitio ahora se encontraba resguardado por autoridades municipales y elemento de la fuerza pública pues ya no se les permitiría regresar. Más tarde, el Ayuntamiento informó que el área se mantendría limpia y libre de comercio ambulante, obedeciendo a una petición de ciudadanos y comerciantes establecidos.
Los vendedores ambulantes aseguran que desde hace 20 años han hecho pagos por trabajar en la zona y en las administraciones municipales recientes han cubierto un cobro por una licencia de comercio municipal. Para esta administración, en el primer trimestre cubrieron con sus pagos de la licencia de comercio y un cobro extra por concepto de recolección de basura.
Ángel Monroy, uno de los vendedores ambulantes afectados, afirma que desde abril el ayuntamiento de Veracruz dejó de recibir el pago que aproximadamente 500 vendedores de la zona del malecón realizaban a la Dirección de Comercio por un permiso para vender y cuando se buscó preguntar los motivos de la suspensión de los cobros se les explicó que se debía a una falla en las cajas. Según los vendedores, se veía una intención de las autoridades municipales por retirarlos desde entonces.
Para el día siete de octubre la noticia era tendencia en medios locales y estatales: ¡Mas de 400 ambulantes desalojados del malecón de Veracruz!, y como era de esperarse las opiniones se dividieron. Algunas personas apoyando la decisión del ayuntamiento y otras condenando el hecho. Pero entre tantas opiniones hay algunas que vale la pena destacar, como la de los empresarios importantes del puerto que no tardaron en dar su visto bueno sobre el actuar de las autoridades municipales.
Por ejemplo, la Asociación de Hoteles y Moteles respaldó el retiro de ambulantes de la zona del malecón como parte del programa de embellecimiento de la ciudad y promoción de sus atractivos turísticos, su presidente Santiago Caramés Chaparro, comentó que con el malecón limpio se da una mejor imagen al turismo, además, de que como cámaras empresariales están a favor del comercio organizado. Para los más críticos surge la duda: ¿Las acciones del municipio obedecen solo a "mejorar la imagen para el turismo", o son una respuesta a la petición de los empresarios que pudieran ver competencia en el ambulantaje? Para los ambulantes desalojados la historia no cambia, ellos solo saben que se quedaron sin su fuente de ingresos para mantener a sus familias.
La situación de los ambulantes no es un problema ajeno al que padecemos el resto de trabajadores del país que nos quejamos de los precios de la canasta básica a diario, incluso quien tiene un ingreso seguro, vive contando las monedas para poder salir la quincena, y es que la inflación traducida a la alza de los productos básicos ha hecho que los salarios pierdan el poder adquisitivo para solventar las necesidades más básicas. Al respecto, el maestro Héctor Iván del Toro Ríos, profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la Universidad de Guadalajara, informó que para adquirir los 123 productos de la canasta básica se tienen que destinar 11 mil 529 pesos. “En una canasta básica indispensable de una familia de cuatro miembros (30 productos), que además incluye elementos como gel antibacterial y cuestiones de aseo personal y del hogar, el precio alcanza 10 mil 576 pesos. Si a eso le agregamos servicios como el pago de la luz, agua, teléfono y renta, se necesitarían alrededor de 22 mil 182 pesos para tener todas estas condiciones de forma mensual”, detalló.
También, de acuerdo con el informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), el 51.9 por ciento de los veracruzanos tiene un salario más bajo que el consumo que se debería pagar por la canasta básica, no les alcanza para subsistir y comprar los productos esenciales, en otras palabras, se tienen salarios de hambre. En estos datos destaca el puerto de Veracruz con el 43.38 por ciento de la población que cuenta con salarios inferiores que les imposibilita poder adquirir productos básicos.
Los salarios bajos, la explotación laboral, el alza de los productos aunado a la marginación de las colonias populares por la nula inversión en servicios y obra pública, se resume a una pobreza cada vez mayor para los trabajadores. El desempleo viene a empeorar la situación, ya difícil de las familias mexicanas, pues ha obligado a muchos a ocuparse en el empleo informal como última opción, por lo que debemos entender al ambulantaje cómo una consecuencia de la falta de empleos formales. La realidad de nuestro estado nos demuestra que las cosas se están poniendo cada vez peor. La pérdida de empleos en la entidad ya colocan a Veracruz en semáforo rojo, y es que según datos del Observatorio de Finanzas Públicas y Desarrollo Regional de la Universidad Veracruzana (UV), los economistas ubican a Veracruz en el penúltimo lugar nacional en generación de empleos sólo por debajo de la Ciudad de México. En este aspecto, durante el mes de mayo nuestro estado registró una pérdida de 29 mil 486 empleos, esto en comparación con el nivel que se tenía en febrero de 2020, previo a la pandemia de la covid-19, cuando registró un total de 767 mil 900 empleos perdidos.
Las políticas de nuestras autoridades tanto federales, estatales y municipales, lejos de atacar los problemas de la pobreza de las familias mexicanas, protegen los intereses de la clase en el poder, es decir de los grandes capitalistas que influyen en el rumbo del país como Carlos Slim y Ricardo Salinas, que han visto aumentadas sus ganancias al ser los intermediarios y beneficiarios de los programas y proyectos del gobierno actual y que a además forman parte del consejo empresarial del presidente. Muestra de lo anterior es lo que sucedió el 28 de octubre cuando los comerciantes intentaron regresar de nuevo a vender al malecón, fueron golpeados por policías estatales, les quitaron triciclos, mercancía y encarcelaron a tres mujeres por resistirse a desalojar el lugar de donde obtienen sus pocos ingresos.
Estando así las cosas, a los trabajadores no nos quedan muchas opciones más que organizarnos y exigir políticas que realmente signifiquen un cambio. Los apoyos sociales no resolverán otra cosa más que la necesidad del gobierno de comprar votos, y mientras no exijamos empleos y salarios dignos la situación no va a mejorar.
El llamado es para los comerciantes, obreros, campesinos y empleados en general, todos pertenecemos a una misma clase, a la clase trabajadora, la que genera la riqueza, mueve la economía, produce tanto y a pesar de ello carece de todo.
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