No, amigo lector, el encabezado de mi trabajo de hoy no se refiere al título publicitario de alguna película de acción del género policiaco actual. Tampoco trataré aquí del secuestro de una persona o un grupo de personas en particular; eso lo abordaremos más adelante.
De lo que hablaré es del insolente e impune secuestro de una ciudad entera: Manzanillo, que hasta el día de ayer por la tarde aún se encontraba sitiada por miles de camiones de carga pesada varados en los accesos principales, sin movimiento.
Los verdaderos autores intelectuales del secuestro de Manzanillo son el sistema portuario y aduanal promovido por el Gobierno de la 4T, y los dueños de las empresas operadoras en el puerto, que buscan recuperar a toda costa la plusvalía de la mercancía.
Es importante aclarar que, tal vez por mala fortuna, el transporte de carga pesada solo ha jugado el papel de secuestrador material de la ciudad; los verdaderos autores intelectuales de este desesperante secuestro ciudadano son el sistema portuario y aduanal promovido y tolerado por el Gobierno de la 4T, y los dueños de las empresas operadoras en el puerto.
Conforme a las leyes del capitalismo, están dispuestos a todo, incluso al secuestro, para recuperar al costo que sea la parte de plusvalía de la mercancía que entra y sale del Puerto de Manzanillo.
Los camiones de carga pesada no se mueven del libramiento y de la autopista porque, cuando falla el sistema portuario, no se permite que la mercancía entre o abandone el recinto portuario sin tramitar el pago de su cuota de trasiego y demás impuestos. He aquí el origen del secuestro ciudadano y carretero que todos padecemos en Manzanillo.
La disyuntiva es clara: o se libera el tránsito del transporte pesado y el ciudadano y su familia pueden llegar a su trabajo, a la escuela o a su casa, o se paraliza el tránsito para que los empresarios y el Gobierno tengan tiempo suficiente para cobrar su cuota de ganancia y no pierdan sus fortunas.
Y aunque no es el único secuestro de la ciudad que he sufrido a manos del recinto portuario, conforme aumentan las importaciones y exportaciones, estos se hacen cada vez más continuos y de mayor magnitud.
El medio nacional La Jornada informó el 1 de agosto: “Falla en sistema portuario provoca caos en autopista Colima-Manzanillo”.
La nota describe claramente la incapacidad de los Gobiernos municipal y estatal para proteger los intereses ciudadanos:
“Desde la noche del miércoles, los vehículos comenzaron a quedarse varados sobre la vía debido a la lentitud con la que ingresaban los camiones de carga al recinto portuario; después se paralizó completamente”.
Luego añade: “De acuerdo a reportes del gobierno del estado, muchas personas fueron atendidas durante la madrugada ya que salieron de sus vehículos y buscaron agua, alimento y baños. El bloqueo continuaba hasta el último reporte de las 9 de la mañana y las autoridades aún desconocían cuánto tiempo más durará para liberar los accesos.”
El medio concluye con una advertencia tomada de las recomendaciones de las autoridades: “Se pidió a la población evitar acudir a la ciudad de Manzanillo hasta liberar la autopista”. Es decir, ¡sálvese quien pueda!
Cuando estaba a punto de dejar esta opinión, suponiendo que algo, al menos algo, estarían pensando las autoridades estatales para liberar a los manzanillenses y sus visitantes de este suplicio, encontré otra nota que contrasta notablemente con mis buenos deseos.
La nota, publicada el 31 de julio en el portal Archivo Digital Colima, dice: “Se trabaja para que Manzanillo sea el puerto más importante de Latinoamérica: Francisco Rodríguez”.
El secretario de Desarrollo Económico de Manzanillo anunció con bombo y platillo que el Gobierno del Estado planea promover y desarrollar tres ejes fundamentales para convertir a Manzanillo en el puerto más importante de América Latina.
Los ejes anunciados son:
Los “tres ejes fundamentales” parecen estar pensados en grande, pero si, como dice La Jornada, lo único que pueden hacer cuando el recinto portuario secuestra los accesos de la ciudad es proporcionar agua, alimento y baños durante la madrugada, podemos imaginar para quiénes están realmente pensados esos ejes de desarrollo.
La lección es clara: sólo la organización solidaria y consciente de todos los verdaderamente agraviados podrá defendernos de estos atropellos. No hay otra alternativa.
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