El Gobierno federal inició la vacunación contra el coronavirus, enfermedad que, lamentablemente, ha dejado millones de muertos desde el inicio de la pandemia. Uno de los sectores de nuestra sociedad que se ha considerado prioritario para recibir la vacuna son los maestros, con la finalidad de iniciar la apertura de las de escuelas que fueron cerradas desde 2020.
A un año y medio de este cierre, hemos visto cómo la educación (desde primaria hasta superior) ha tenido que adaptarse mediante el uso de plataformas digitales, desde la implementación de programas de televisión, radio y clases por internet. En nuestro país sólo ha revelado la gran brecha existente entre los mexicanos, pues en muchos casos los alumnos no cuentan con televisión o radio, así como un teléfono celular inteligente y mucho menos, una computadora, provocando mayor aumento en la deserción estudiantil.
Tal problema lo veremos en toda su magnitud con la puesta en marcha de las clases presenciales, que muchos vemos con nerviosismo, porque sólo la plantilla docente ha sido vacunada. Por otro lado, el estudiantado del nivel básico será presa fácil del virus ya que, por su edad, será muy difícil que tomen adecuadamente las medidas sanitarias y la sana distancia para protegerse del virus, sin dejar de lado la preocupación de los padres de los infantes.
En respuesta a lo anterior el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador dijo: "vamos a reiniciar las clases, va a iniciar el nuevo ciclo escolar a finales de agosto, llueva, truene o relampaguee. No vamos a mantener cerradas las escuelas, ya fue bastante".
Sin embargo, con tal respuesta podemos inferir que, si no hay vacunas efectivas para los infantes, es imprudente y criminal ponerlos en riesgo al concentrarlos en las escuelas.
Desde el inicio de la pandemia, nos han bombardeado con la idea de la que la covid-19 sólo afecta a la población con una edad avanzada o la que tenía un padecimiento crónico como diabetes, asma, presión alta etc. En los jóvenes la enfermedad no provocaría más que un resfriado común, pero hemos visto en muchos casos de muerte de jóvenes o de infantes sin antecedentes médicos de alguna comorbilidad crónica y esto se debe a la tercera ola de la nueva variante de Delta. En el caso de los infantes se ha descrito que el coronavirus puede afectarlos con un Síndrome inflamatorio multisistémico. Hay que recordar que en nuestro país los contagios y decesos entre menores siguen sin dar tregua. Hasta el 8 de agosto se reportaron 613 defunciones de niños y 60,928 contagios.
Es innegable que se necesita regresar a las aulas, pues el desarrollo escolar de los niños y jóvenes se está viendo afectado negativamente, pero esto debe ser de una manera responsable y segura, y no al capricho del Gobierno federal, porque si hasta ahora han fallecido 613 niños, imaginemos lo que pasará si los colocamos a todos juntos, pensar que los infantes seguirán al pie de la letra las recomendaciones que se les dé para evitar los contagios es utópico, veremos que trágicamente este número aumentará.
Pedimos regresar a las aulas, pero de manera segura y con toda la población estudiantil vacunada, hacerlo de otra forma provocará más luto en miles de familias, que hasta hoy lloran a sus muertos.
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